Cada año la Conferencia Anual de Empresarios (CADE) Universitaria explora un nuevo desafío. El año pasado estuvo relacionado a la Reconstrucción Con Cambios (por obvios motivos). Este año aborda un problema universal: el transporte.
"El caos del transporte en Lima es evidente, y se empieza a notar en otras regiones. La calle es el primer espacio público de convivencia y consideramos que sería rico pensar con los jóvenes cómo solucionar estos problemas", reveló a Gestión.pe Elohim Monard, presidente del CADE Universitario 2018.
La palabra clave de esta cuestión es "convivencia". Y en el evento de este año se pretende abordar desde múltiples aristas, una de las más notorias es la política.
"La política y la convivencia son dos caras de la misma moneda. Cómo se organiza una ciudad para convivir es la gran pregunta de la política", añadió.
No obstante, la política es un servicio público y la vocación no se encuentra en el mejor de sus momentos. Si bien el ratio de alumnos que anhela trabajar en el Estado es positivo, según Monard, el sector público sigue siendo una alternativa poco tentadora.
"Es necesario que el Estado se vuelva más atractivo. Para eso necesitamos un servicio civil que funcione, necesitamos meritocracia y que estos chicos que se están esforzando durante cinco años por ser buenos profesionales, sientan que su trabajo es valorado y retribuido", explicó.
¿Artista o ejecutivo?
El arte es uno de los mayores referentes de convivencia, y cómo ser un buen ejecutivo si no se puede convivir con los colaboradores.
Todo gran ejecutivo debe tener algo de artista, describe Monard y es que en este mundo de habilidades blandas, las actividades artísticas no pueden pasarse por alto (ver vídeo).
"El arte despierta la sensibilidad. Hoy que hablamos tanto de habilidades blandas, el arte despierta esa conexión con el otro", explicó.
Añadió que en cada manifestación artística se puede encontrar un ejemplo de convivencia. Desde lo más obvio, como una banda de músicos o un colectivo danzante, hasta la pintura y la literatura, con la abstracción que se hace hacia sus personajes o público.
La otra cara de la moneda es que en un país tan conservador como el nuestro, el arte no se encuentra tan alto en la escala de prioridades.
"El Perú vive una transición hacia ello, pero es lenta. Hace 15 años era de locos ser cocinero, hoy esta profesión va ganando valor", observó.