Cada generación enfrenta una recepción escéptica en la fuerza laboral. A los baby boomers se les llamó egocéntricos, a la generación X se le consideró perezosa y a los millennials malcriados. Para la generación Z, pasa lo mismo, pero diferente. La semana pasada, cuando asistí al Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, hubo el rumor normal sobre las condiciones económicas y el cambio climático. Pero todas las personas con las que hablé querían hablar principalmente de otra cosa: de cómo la pandemia ha cambiado el mercado laboral y, especialmente, cómo ha afectado a la generación Z.
Los jóvenes nunca han ingresado al mercado laboral con más poder (las tasas de desempleo son bajas y la demanda de mano de obra es alta) y ejercen ese poder cambiando las normas del lugar de trabajo. Sin embargo, es posible que los buenos tiempos no duren, y la generación Z podría terminar terminar siendo la que pague el precio más alto.
Quienes asistieron a Davos se centraron en lo difícil que es hacer que la gente regrese a la oficina y cómo incluso algunos de los que regresan están “renunciando en silencio” o bien, haciendo el mínimo esfuerzo en el trabajo. La directora ejecutiva de Citigroup, Jane Fraser, incluso dijo que algunas personas necesitan capacitación para recuperar su productividad previa a la pandemia.
También se habló mucho de actitudes groseras, como cuando las personas avanzan en el proceso de la entrevista y luego simplemente desaparecen. Dichas actitudes se observan en todas las edades y niveles de habilidad, pero parecen ser más pronunciadas entre las personas menores de 30 años en trabajos de servicios altamente calificados, como banca, tecnología o consultoría.
Es más, los jefes se ven obligados a tolerar esa falta de cortesía y baja productividad, porque si hay una queja que se escucha más a menudo que la de lo pésimos que son los trabajadores hoy en día, es la de lo escasos que se han vuelto. El mercado laboral se parece mucho al chiste de Woody Allen: la comida aquí es terrible. Y las porciones muy pequeñas.
Lo que me parece extraordinario es que este cambio en la fuerza laboral está ocurriendo a nivel mundial. Líderes empresariales de Estados Unidos, Alemania y Japón tienen, todos, las mismas quejas. En el pasado, había enormes diferencias culturales en la forma en que las personas abordaban sus trabajos; por ejemplo, los trabajadores japoneses tendían a favorecer a las grandes empresas y permanecer en ellas a lo largo de toda su carrera. Eso ya no pasa. Según los ejecutivos japoneses, sus jóvenes empleados también tienen constantemente un pie en la puerta, si es que logran encontrarlos para contratarlos.
¿Significa esto que el mundo se está volviendo más pequeño, con trabajadores jóvenes de todo el mundo inspirándose en videos de TikTok sobre hacer el mínimo esfuerzo o renunciar silenciosamente? ¿Estamos viendo un cambio cultural en las normas del lugar de trabajo provocado por la generación Z, muchos de los cuales comenzaron sus carreras trabajando de forma remota?
Hay una larga historia de cambios tecnológicos que causan cambios repentinos en la forma en que abordamos el trabajo. La revolución industrial provocó que la gente abandonara sus granjas y se trasladara a una fábrica durante un número determinado de horas cada día. Este cambio también generó mucha inquietud y quejas por parte de los empresarios.
El historiador económico Joel Mokyr, afirma que las fábricas en un inicio contrataban a mujeres y niños porque eran más obedientes y adaptables. La tecnología podría estar cambiando la cultura laboral nuevamente, haciendo que las personas se sientan menos apegadas y menos comprometidas con sus empleadores. En el último período de agitación tecnológica, los empleadores finalmente se salieron con la suya. Aprendimos a llegar a tiempo, cumplir con las reglas del lugar de trabajo y recibir órdenes de un supervisor. Quizás los empleados esperan que esta vez sea diferente.
Eso al final dependerá de cómo va la economía. Todos los mercados desarrollados acaban de experimentar el mismo impacto económico por la pandemia y sus consecuencias. Mismas que podrían haber creado la actual escasez de mano de obra que ha empoderado a los trabajadores, aunque no está claro por qué sucede esto en todos los países.
En Estados Unidos, la participación en la fuerza laboral cayó y hay menos inmigración legal, por lo que hay menos trabajadores. Pero no es el mismo caso en todas partes. En algunos países hay más personas trabajando que antes de la pandemia.
Otra explicación es que hay más demanda de mano de obra. Muchos países ya tenían un desempleo históricamente bajo. La gente salió de la pandemia con muchos ahorros y ganas de consumir muchos bienes y servicios, lo que provocó que de repente, las empresas necesitaron aumentar su contratación; las tecnológicas aumentaron su contratación durante y justo después de la pandemia.
Sin embargo, lo más probable es que esto no dure, a medida que los bancos centrales aumentan las tasas de interés para combatir la inflación. Algunas de las empresas que sobrecontrataron están comenzando a despedir trabajadores.
Si el mercado laboral cambia, el poder de mercado de los trabajadores se evaporará y las personas de todas las edades deberán actuar juntos, ir a la oficina, ser respetuosos durante el proceso de contratación y hacer más que lo mínimo indispensable en el trabajo. Los trabajadores más jóvenes deben tener en cuenta que a menudo son ellos los primeros en ser despedidos, ya que cuentan con menos habilidades y menos experiencia, más aún si rara vez están en la oficina y sus jefes no los conocen muy bien.
A más largo plazo, las probabilidades no están a favor de los trabajadores. Incluso los trabajos administrativos tendrán que competir con la tecnología. Eso significa que las habilidades humanas únicas y de alto contacto valdrán la pena: ser agradable y amable, contribuir a la cultura de la oficina y construir una reputación como un colega valioso será más importante que nunca.
Así que escúchenme, generación Z: ahora no es el momento de pasar por alto esa entrevista de trabajo. Las carreras son largas y también lo son los recuerdos institucionales.
Hacer el mínimo esfuerzo el trabajo no solo significa que están perdiendo la oportunidad de desarrollar habilidades que los hagan más aptos para el empleo y un poco menos prescindibles, sino que también están dejando ir la oportunidad de construir relaciones que la tecnología no puede interrumpir. Las secuelas de la pandemia pueden haber dado a los trabajadores más poder por ahora, pero los jóvenes empleados con décadas de carrera laboral por delante deberían pensar en lo que sucederá cuando eso inevitablemente cambie.
Por Allison Schrager