César Antúnez de Mayolo
Docente de Pacífico Business School
Uno de los miembros de su equipo lo busca muy fastidiado, pues se acaba de enterar que un colega gana 15% más que él, teniendo ambos la misma función. El afectado aduce tener el doble de tiempo en la empresa, más experiencia previa y una formación académica equivalente. Cada cierto tiempo, usted no solo recibe quejas por diferencias de sueldo, sino también por decisiones de ascensos, de cobertura en cursos de especialización por parte de la empresa y de mayor exposición ante la alta dirección. Tales beneficios no siempre pueden ser para todos. Por ello, solemos escoger a aquellos con mejor desempeño y potencial.
Si bien un clima competitivo es bueno para la empresa, ¿por qué muchos son felices con su trabajo y condiciones, hasta que se comparan con otros y, tras sentirse en desventaja, se fastidian y frustran? ¿Podemos ser vistos como injustos a pesar de que paguemos a nuestros colaboradores acorde al mercado y tratemos de premiar a los mejores?
Cuando el compararse ofende
Cuando el compararse ofende
El sicólogo belga J. Stacey Adams desarrolló en 1963 la Teoría de la Equidad, intentando explicar lo que siente un empleado al considerar lo que aporta en su puesto de trabajo y recibe a cambio, comparándolo con lo que aporta y recibe otro colaborador en un puesto similar.
Si descubre que de alguna manera el referente tiene mejores beneficios y/o un menor esfuerzo, es muy probable que de inmediato se desmotive. En esas situaciones se produce un “agravio comparativo” de un trabajador en referencia a otro y crea en quien se siente “agraviado”, una sensación de injusticia, con un potencial impacto nocivo en el clima laboral y la eficacia, pues buscará acortar la brecha con el otro empleado trabajando menos, hablando mal de la empresa y/o de su colega o hasta en el extremo, saboteándole el trabajo.
El referente
El referente con el cual un colaborador se compara es generalmente alguien similar a él, ya sea en cargo o nivel jerárquico. Al margen de los aspectos relacionados a la meritocracia en la empresa, si el referente es una persona empática, humilde, colaboradora y/o solidaria, serán atenuantes para sentir agravio.
Sin embargo, si se trata de una persona arrogante, egoísta o que no trabaja en equipo, dichos factores potenciarán el agravio. En cuanto a la capacidad y desempeño, el agravio se reducirá o no dependiendo de si el referente es una persona preparada para el puesto y que trabaja duro, o no. Si el posicionamiento final que genera el referente en el agraviado no resulta positivo, el haber conseguido determinado beneficio podrá atribuirse a algún factor de suerte, amistad o a fallas en sistemas formales de la empresa.
La sana envidia
Es natural que un colaborador se sienta mal tras compararse con algún colega. Sin embargo, en ciertas ocasiones, si el colaborador tiene claridad sobre cuáles son sus falencias y qué competencias tiene el referente para haber obtenido lo que él no tiene, puede gatillarse una motivación positiva, en caso de que el piso “esté parejo” para el desarrollo de una línea de carrera en la empresa. Luego, no toda comparación en el trabajo es mala, pues puede resultar en una oportunidad para aprender sobre los otros.
El que percibamos equidad en la empresa tiene que ver mucho con sistemas formales de meritocracia, pero sobre todo con la atención de nuestro jefe directo, quien es el principal responsable de nuestro desarrollo individual y tendrá que hacernos ver que, así como nos comparamos con otros, deberíamos también compararnos con la persona que éramos ayer mismo.