Para diversas industrias en el país, el Estado de Emergencia y la posterior inmovilización social obligatoria decretados por el Gobierno a fin de evitar más contagios por el coronavirus (Covid-19), ha generado un escenario de incertidumbre respecto a sus operaciones, pues muchas de ellas debieron cerrar en cumplimiento de lo establecido.
Una de las industrias afectadas es el sector textil, la misma que venía registrando resultados negativos hasta el año 2018, cuando se empezó a reportar una recuperación.
Al respecto, el presidente del Comité Textil de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), Raúl Ortiz, indicó que la capacidad instalada de operación a la que se venía trabajando en el sector textil en el país superaba el 30%, en tanto tras las medidas establecidas por el Gobierno, ahora se trabaja a menos del 10%.
Según dijo, al acatar la cuarentena se presentaron una serie de limitaciones en el traslado de personal para que puedan acudir a las fabricas a producir. De este modo, dijo que la mayoría de ellas han detenido toda su actividad fabril y quedan solo algunas que viene realizando envíos de productos textiles de primera necesidad, cuyo embarques ya estaban comprometidos. En tal sentido, indicó que reanudar toda la logística desde cero, implicará desarrollar un esfuerzo mayor.
“Eso significa poner en funcionamiento a todo el personal y cada uno de ellos cumple una función diferente. A eso se debe sumar la parte logística, (considerando) que estamos en una ciudad que está paralizada”, explicó.
Indicó que otra parte afectada son los pequeños talleres de confección que hoy atienden el mercado interno y parte del mercado de exportación. En este caso, dijo que están totalmente paralizados y en su caso, son núcleos de negocio que viven el día a día.
“Viven del adelanto, de lo que pueden cobrar, de la contra la entrega, porque si no entregan no cobran y si no cobran no le puede pagar a su personal”, dijo.
Dos ejes
A diferencia de otras actividades, el sector textil opera bajo dos ejes: la parte estacional y la parte de moda, señala Oriz.
Así, desde el punto estacional, indicó que la fabricación de prendas se realiza de acuerdo a la temporada del punto de destino, es decir, se trabaja con anticipación a la campaña que vendrá. A modo de ejemplo, explicó que los confeccionistas ya realizaron envíos de productos para el verano que ya está culminando, en tanto, se estaban preparando para la producción textil de la campaña de media estación (otoño) que se realiza entre marzo y junio.
“Esta es una industria sumamente delicada y sumamente exigente en los tiempos y plazos de entrega. Si en algún momento no puedo encontrar un determinado pedido que estaba destinado para el transporte marítimo, ese embarque en circunstancias normales puedo cambiarlo, optar por un avión y despacharlo vía carga aérea, pero con lo que está pasando actualmente, ni siquiera eso (se puede hacer) aun así estemos dispuestos a asumir mayores costos”, dijo.
En cuanto al punto de moda, dijo que ésta se rige a los diseños y colores, en donde un año la moda son prendas a rayas, pero al año entrante pueden ser los cuadros. Lo mismo sucede con los colores, pues la paleta de colores varía de manera anual.
Bajo este escenario, Ortiz indicó que tocará volver a prender la luz de esta industria y tardará entre 6 meses a 1 año.
“Y es reconquistar mercados, porque perder un cliente es muy fácil, pero recuperarlo es casi más difícil que conseguir uno nuevo, de modo que es una tarea que nos va a tardar. Este año será un año sumamente difícil para nuestra industria”, sostuvo.
El remate como opción
En el emporio textil Gamarra (La Victoria) se concentran 7,000 talleres textiles y todas ellas han cerrado por la disposición del Gobierno.
La presidenta de la Coordinadora de Empresarios de Gamarra, Susana Saldaña, explicó que dicha medida se estableció en plena Campaña Escolar 2020 en la que se venía comercializando los uniformes escolares y en la cual se espera un mejor resultado frente a la caída del 2019.
Así, más del 50% de la producción se quedaron en los almacenes y ya se considera como pérdida, pues según indica Saldaña, cuando se levante el Estado de Emergencia la compra de uniformes no será la primera opción de los peruanos. Además, es posible que las madres de familia no envíen a sus hijos a los colegios y continúen las clases virtuales, de manera que el uso de uniforme ya no será necesario.
“La probabilidad se inclina a que esta campaña (escolar) sea una pérdida otra vez más que recuperarla. (…) Cuando hay estos casos de emergencia lo que normalmente ocurre es que la producción se pierde completamente. No se puede guardar las prendas por diferentes motivos, uno de ellos es que algunos colegios particulares cada año cambian los diseños de uniformes. Lo que hacemos es rematarlo hasta donde se pueda, al menor precio posible para que se pueda salir de eso e invertir en la siguiente campaña”, explicó.
En el caso de la campaña verano 2020, indicó que sí existe la posibilidad de recuperar las ventas debido a la geografía que tiene el país, de manera que estas prendas pueden ser comercializadas en las zonas de la Selva, debido al clima tropical que tiene durante todo el año.
“Con la ropa de verano se pueden hacer ‘outlet’ en las zonas donde hace calor. Lima y toda la costa va a entrar a la temporada de invierno, pero en la Selva o zonas donde haya calor se puede pensar en hacer ferias de liquidación para que la ropa de verano no se pierda completamente”, explicó.
Bajo estas circunstancias, Saldaña precisó que la recuperación del sector textil en Gamarra tardará más de un año, y en un promedio de 2 años se podría decir “estamos bien”.
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