El ritmo de crecimiento de la economía peruana ha sido positivo en los primeros meses del año. El control de la pandemia y el favorable entorno internacional para los commodities han impulsado el consumo y el valor de las exportaciones. De hecho, el PBI registró en febrero un crecimiento de 4.9%. Sin embargo, existen riesgos importantes hacia adelante.
“En el frente local, destacan el deterioro de la gestión pública y la alta incertidumbre política. Desde el frente internacional, los efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania, y las severas restricciones que está implementando China por nuevos casos de Covid-19, que podrían generar estragos importantes sobre la recuperación de la economía nacional”, explica Luis Falen, head de Macroeconomía de Inteligo SAB.
En las últimas semanas, los contagios por Covid-19 se han reducido rápidamente, lo que se ha visto reflejado en un aumento de la movilidad de las personas. Esta mejora estaría impulsando la actividad en sectores afectados por la pandemia, como comercios, restaurantes y turismo. En febrero, el segmento que más contribuyó al crecimiento fue el de Alojamiento y Restaurantes, con un crecimiento de 92.7% respecto al mismo periodo del 2021.
Adicionalmente, el sector exportador se está beneficiando de los buenos precios de los commodities. Sin embargo, a pesar del buen contexto de precios, en febrero la producción minera retrocedió (-2.0%). Esto se explica por los prolongados conflictos sociales que se dieron en febrero alrededor de importantes unidades mineras.
Riesgos sobre el crecimiento económico
Por un lado, el deterioro de la gestión pública continúa y la incertidumbre política sigue limitando las perspectivas para la inversión. Por ejemplo, la menor ejecución en proyectos de infraestructura ha resultado en nuevas caídas de la inversión pública en los últimos meses.
“Si bien la confianza empresarial ha mejorado, a medida que el riesgo de cambios sobre el modelo económico se ha reducido, el riesgo regulatorio, sumado a la incertidumbre política, todavía son muy elevados, lo que mantiene la confianza aún en terreno pesimista”, señala Falen.
Desde el frente internacional, si bien la guerra entre Rusia y Ucrania ha tenido un efecto inmediato de un incremento de precios de los commodities, el efecto final podría ser negativo para el Perú. El aumento de las cotizaciones de nuestros principales metales podría generar un impulso adicional sobre el valor de las exportaciones.
Sin embargo, los altos precios de commodities que importamos —como el petróleo, el trigo y el maíz— podrían ocasionar un impacto negativo más fuerte y generalizado sobre los costos de la economía. “Los márgenes de las empresas podrían verse perjudicados y las familias verán afectada su capacidad de consumo ante el incremento de la inflación, sobre todo las de menores ingresos. Hoy, un hogar de cuatro personas necesita S/ 90 soles más para comprar la misma cantidad de alimento que en el 2020”, precisa Falen.
Otro riesgo no menor es la reimposición de severas restricciones en China ante un nuevo brote de contagios por Covid-19. De prolongarse, podríamos esperar un menor crecimiento de China, así como un menor precio del cobre, nuestro principal metal de exportación.
“De esta manera, en medio de riesgos desde distintos frentes, será importante tomar nota de la reciente rebaja de la calificación de la deuda soberana por S&P y mejorar la capacidad de implementación de políticas públicas adecuadas para, así, enfrentar las amenazas latentes y mejorar las perspectivas de crecimiento de la economía peruana para los próximos años”, considera Falen.