La depreciación del euro, que se acerca ya a la paridad con el dólar estadounidense, constituye un lastre más para las economías española y europea, según expertos, que alertan de una ralentización del crecimiento, aunque sin llegar a la recesión.
Un euro débil “encarece todos aquellos productos que pagamos en dólares, especialmente el petróleo” -explica el director adjunto del IVIE, Joaquín Maudos,- lo que contribuye a elevar una inflación que ya se considera el principal problema de la economía europea y que en junio se ha situado en la eurozona en 8.6%.
El euro ha llegado a cambiar en niveles de US$ 1.0182, la cifra más baja desde hace dos décadas tras descender 2.3% en sólo una semana y un 10.5% en lo que va de año.
Valor refugio
La fortaleza del dólar se explica por dos grandes circunstancias: “su mayor utilización como moneda refugio en momentos de crisis e incertidumbre como los actuales” y “por el diferencial de tipos de interés actual y esperado que ha provocado la Reserva Federal (Fed) en relación al BCE”.
Así lo explica el director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo, quien recuerda que las subidas de tipos de la Fed se han llevado con “mayor celeridad y contundencia” que las del Banco Central Europeo (BCE) y eso atrae a aquellos que buscan rentabilidades más altas.
Las importaciones, más caras
Tradicionalmente, una moneda débil impulsa las exportaciones, que resultan más baratas para los compradores extranjeros, lo que favorece el crecimiento económico.
Sin embargo, en este caso, la devaluación del euro llega “en el momento menos oportuno”, con los precios de las importaciones “muy altos”, sobre todo en el ámbito energético, explica el catedrático de Macroeconomía en la Universidad de Zaragoza Marcos Sanso.
La bajada del euro va a implicar “un encarecimiento adicional” de estas importaciones, añade Sanso, y, por consiguiente, de los procesos de producción, lo que frenará las exportaciones en lugar de impulsarlas, puntualiza el profesor del IEB Javier Santacruz.
A esto se añade el factor temporal, ya que “un euro más débil puede ayudar a medio plazo a una mejora de las exportaciones, pero este efecto no es tan inmediato como el encarecimiento de las importaciones”, explica Izquierdo.
Además, “el fuerte contenido tecnológico de las exportaciones europeas las hace más insensibles al precio y más dependientes del ciclo de consumo e inversión de nuestros clientes exteriores”, ha comentado el director general del IEE.
En definitiva, estos encarecimientos añaden más inflación y empeoran la balanza comercial, lo que unido al menor atractivo de los tipos de interés contribuye a “profundizar la crisis en Europa”, apunta Santacruz.
Este encarecimiento de las importaciones “complica la tarea de reducir la inflación”, que es el principal problema de la economía europea, apunta el director de Coyuntura Económica de Funcas, Raymond Torres.
Este impacto negativo supera la ganancia en competitividad derivada de la depreciación del euro, apunta Torres, que añade que esta quedaría parcialmente anulada por la depreciación de otras monedas.
Los expertos descartan la recesión
“Tenemos un escenario complicado para meses y años”, reconoce Torres, ya que el efecto de esta depreciación es “más inflación y menos crecimiento”, aunque todavía cree que España “va a poder evitar la recesión” por su menor dependencia del gas ruso.
La depreciación del euro es “un factor más” hacia la recesión, reconoce Sanso, una posibilidad que no está en el escenario central de Izquierdo. Sin embargo, todos advierten de que el escenario cambiaría en caso de un corte total del gas ruso.
De cara al futuro, los expertos apuntan que los mercados ya descuentan la subida de tipos anunciada por el BCE para julio, pero creen que repuntes más intensos podrían ayudar a recuperar la cotización del euro.