Perú tiene una gran oportunidad para incrementar la generación de energía renovable en la matriz energética peruana. Cuenta con un gran potencial de energía eólica, hidroeléctrica y solar. Sin embargo, todavía existe poca participación de energías renovables no convencionales, señaló Javier Peón, presidente de QEV Tech Latam en Perú.
En 2018, el país retrocedió cinco posiciones dentro del ránking RECAI 2018 elaborado por EY, pasando de la ubicación 28 a la 33, posicionándose como el quinto país latinoamericano más atractivo para invertir en energía renovable detrás de Argentina, Chile, México y Brasil.
Según Peón, en el país existe potencial para desarrollar plantas de generación de energía; no obstante, en el último año y medio se han presentado avances significativos.
“El Ministerio del Ambiente está involucrado en proyectos internacionales que están impulsando la movilidad eléctrica. El programa Global Environment Facility de Naciones Unidas, que viene auspiciado de ámbitos internacionales, nos llama a participar de manera permanente”, anotó en el III Simposio de Energías Renovables de la Universidad de Piura.
Cabe resaltar que otros organismos del Gobierno también han mostrado voluntad para cambiar este panorama. El Ministerio de Transportes, por ejemplo, ha tenido un rol clave al modificar la normativa que estaba siendo un obstáculo para la entrada del vehículo eléctrico.
Asimismo, el presidente del Consejo Directivo del Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minas (Osinergmin), Daniel Schmerler, afirmó que en los últimos años se han adjudicado diversos proyectos, dentro de los cuales están operativos aquellos basados en las energía solar y eólica.
Al margen de estos progresos, aún existe una brecha con respecto a otros países de la región. “Lo que hace falta es mayor comunicación e interrelación entre la academia y la empresa, que la empresa sea capaz de explicitar bien qué tipo de recursos humanos técnicos está reclamando para desarrollar sus proyectos”, detalló Peón.
Además, la academia debería escuchar las necesidades de la empresa y diseñar los planes de estudio y capacitación directamente enfocados en atenderlas.
“En algunas ocasiones se invierten recursos en investigación académica para proyectos teóricos, pero que no van orientados a crear un producto que se pueda comercializar en el mercado”, finalizó.