Frente a una montaña de préstamos incobrables inducidos por una pandemia, dos de los bancos más grandes de España quieren fusionarse para ayudar a amortiguar el golpe. Es un movimiento inteligente y preventivo, y un caso de prueba para los reguladores que desean fomentar la consolidación. La industria financiera europea, sobrecargada de bancos, debería prestar atención.
Los inversionistas tienen razón en alegrarse por la noticia. Las acciones de CaixaBank SA y Bankia SA, prestamistas comerciales enfocados en el país, subieron después de anunciar que estaban manteniendo conversaciones preliminares para un acuerdo por todas las acciones. Los accionistas han evitado a los bancos europeos desde el inicio de la pandemia por temor a que tengan dificultades durante años para restablecer la rentabilidad, una vez que los gobiernos cierren los grifos de financiamiento de emergencia y sus préstamos se vuelvan amargos.
La adquisición por parte de CaixaBank del banco nacional más pequeño Bankia puede no ser la fusión transfronteriza transformadora que cambiaría la industria europea, pero creará el mayor banco de España por activos, préstamos y depósitos, superando a Banco Santander SA y Banco Bilbao Vizcaya Argentaria SA.
Tener un puñado de bancos nacionales fuertes y diversificados en medio de la peor contracción económica que se recuerde ayudará a España. De manera crucial, esta combinación tiene el potencial de reducir significativamente el exceso de capacidad en el sector bancario del país.
Unir a las dos compañías creará un banco con un balance de 665,000 millones de euros (US$ 790,000 millones) y ofrecerá la oportunidad de reducir la duplicación de sucursales. CaixaBank, con sede en Barcelona, y Bankia tienen grandes presencias en ciudades como Valencia y Madrid. Hasta el 23% de sus redes de sucursales se superponen, según analistas de Barclays Plc. Suponiendo que puedan reducir la mitad del personal de cada sucursal cerrada, los analistas pronostican que los bancos podrían ahorrar unos 500 millones de euros al año, lo que aumentaría los ingresos antes de impuestos en el grupo fusionado en un 18% para el 2022.
La asociación también fortalecería la mayor cartera de préstamos corporativos y de consumo de CaixaBank al absorber un banco que está más expuesto al mercado hipotecario.
Aún así, la combinación no es perfecta. CaixaBank disfruta de una mayor participación en los ingresos de la gestión de activos y los seguros, que es más a prueba de pandemias que la mayor dependencia de Bankia en los ingresos por préstamos. Las tasas de interés negativas se suman a esa desventaja.
Además, suponiendo que se llegue a un acuerdo, la gobernanza podría ser complicada. España aún posee el 62% de Bankia después de rescatar al banco en el 2012 y quedaría con hasta el 17% del nuevo grupo, con base en una posible prima de adquisición del 30%. Eso también dejaría a Criteria, el principal accionista de CaixaBank, con hasta 31%.
Y no está claro qué tan costoso será el acuerdo para los inversionistas. Analistas de Barclays estiman que la combinación podría liberar hasta 8,700 millones de euros en el fondo de comercio negativo, la diferencia entre el precio pagado por los activos y el valor contable informado, que ayudaría a pagar la combinación. La cantidad de fondo de comercio negativo a disposición de los bancos, y si los reguladores lo permitirán, será fundamental para reducir la cuenta de los accionistas.
Como lo demostró Intesa Sanpaolo SpA cuando adquirió un rival más pequeño en Italia a principios de este año, hay formas de abordar una base de costo inflada. En este momento, es imposible decir cuán dolorosa será la recesión económica. Es mejor adelantarse.