Doble impacto. Perder una clienta también significa perder la oportunidad de gestionar el patrimonio de sus herederos. (Stefan Wermuth/Bloomberg)
Doble impacto. Perder una clienta también significa perder la oportunidad de gestionar el patrimonio de sus herederos. (Stefan Wermuth/Bloomberg)

Ella Prichard tuvo que reconstruir la fortuna familiar luego que Lev, su esposo durante 46 años, falleciera durante la crisis financiera. Pasó de tener poco que ver con finanzas a despedir a los asesores de la familia en JPMorgan Chase, entrevistarse con banqueros y contratar un equipo del banco de inversión Brown Brothers Harriman. “El cambio de esposa sonriente a cliente no fue fácil”, señala la señora de 80 años.