En los años 90, cuando el joven emprendedor japonés Masayoshi Son buscaba oportunidades de adquisición en su país, buscó asesoría de un banquero ocho años mayor, Hiroshi Mikitani. Tenían mucho en común: ambos estudiaron en Estados Unidos -Son en la Universidad de California en Berkeley, Mikitani en la Escuela de Negocios de Harvard-, estaban interesados en Internet y eran fanáticos del béisbol.
En las décadas que siguieron, se convirtieron en dos de los principales multimillonarios tecnológicos de Japón. Mikitani fue precursor del e-commerce vía Rakuten, hoy un conglomerado valorizado en US$ 14,000 millones. SoftBank, la corporación de Son, tras tempranas y espectaculares inversiones en acciones de empresas de Internet, se hizo fuerte en el sector telecomunicaciones. Ambos han invertido con fuerza en Silicon Valley y también poseen sendos equipos de béisbol en su país.
Pero ahora es rivalidad, y no un pasado compartido, lo que mejor define su relación. En Japón, SoftBank y Rakuten se abren paso en territorio del otro, y sus inversiones en el extranjero, en Uber y Lyft, respectivamente, los colocan como rivales. Hasta hace poco, “Masa”, como se conoce a Son, parecía llevar la delantera. Tiene más dinero disponible y mayor notoriedad gracias a la audacia de su fondo de inversiones Vision Fund, por US$ 100,000 millones, que financió startups tecnológicas de rápido crecimiento a nivel global.
“Mickey”, como se conoce a Mikitani, ha hecho una apuesta menos ruidosa en comunicación móvil aunque es casi tan audaz. Si rinde frutos, podría iniciar una revolución a nivel mundial. Desde el 2018, ha destinado US$ 8,000 millones para desarrollar desde cero redes de cuarta y quinta generación (4G y 5G) en Japón, donde domina un triunvirato de pesos pesados, entre ellos SoftBank.
En lugar de replicar las enormes inversiones que estas han hecho en hardware, Mikitani usó estaciones base de bajo costo, arquitectura basada en la nube y software para crear la primera red comercial virtualizada, adaptable a una nueva tecnología modular 5G llamada Openran. Lo que busca mostrar es que una firma de Internet como la suya, con una cultura de obsesión por el software, puede proveer una alternativa de alta calidad y barata a las gigantes del sector.
Es un proyecto en desarrollo, pero ha sido bendecido por los vientos geopolíticos. La inquietud por la influencia del Gobierno chino sobre Huawei, la mayor proveedora de equipamiento 5G del mundo, ha ocasionado que compañías telefónicas, así como gobiernos, se embarquen en una frenética búsqueda de alternativas. Todos los ojos están sobre Rakuten, para corroborar si Openran funciona.
Mikitani y sus lugartenientes están optimistas. La compañía ha adelantado del 2026 al 2021 el año en que espera tener cobertura en casi todo Japón. Los bajos costos han atraído a más de un millón de clientes, pese a que la cobertura aún es incompleta. A nivel global, Tareq Amin, vicepresidente ejecutivo y gurú de tecnología móvil de Rakuten, es uno de los más prominentes promotores de Openran.
En setiembre, alcanzó un acuerdo con el grupo Telefónica para continuar desarrollando la tecnología. Mikitani dice que una de las bendiciones de Openran es que, en lugar de reemplazar equipos con cada nueva generación de tecnología móvil, puede ser actualizada con software. La compara con la capacidad de Tesla para hacerlo con sus autos eléctricos.
En tanto, Son ronda amenazante. Mucho antes de que Mikitani invadiera su territorio, usó la alta participación de SoftBank en Yahoo Japan para desafiar a Rakuten en e-commerce. El año pasado, elevó la apuesta y coordinó una fusión entre Yahoo Japan y la app de mensajes Line, para crear la mayor compañía de servicios online del país. Kirk Boodry, de la investigadora de capital de riesgo Redex Research, señala que los márgenes operativos de e-commerce de Rakuten han caído a la mitad dado que está gastando para defenderse de Yahoo y Amazon.
Mikitani habla con cortesía de su excliente. Destaca que Son tiene buen ojo para las inversiones y evita mencionar la debacle de Vision Fund con WeWork, firma de alquiler de oficinas que casi colapsa este año. Sí recalca la ironía de que mientras una vez fue el banquero de inversión de Son, de los dos, él ahora es más el operador. Eso plantea la cuestión del legado de ambos.
Son rompió el molde al invertir en atractivas startups, lo cual lo puso en las portadas de revistas globales (incluida The Economist), y aunque es uno de los grandes emprendedores de Japón, nunca impulsó una nueva tecnología. Mikitani no ha alcanzado tal talla mundial. Tal vez sea más famoso fuera de su país por haber hecho del inglés la lengua franca en su compañía que por Rakuten en sí misma.
Pero si sus sueños de 5G se hacen realidad, Mikitani habrá ayudado a idear una solución para un problema que es tecnológico y también geopolítico. En lo que concierne al mundo tecnológico, ese sería un logro mucho mayor. Y si Masa se enfada, podrá sacar las garras en la cancha de béisbol.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2020