La compañía petrolera angloholandesa Royal Dutch Shell anunció que quiere transferir su sede y su residencial fiscal al Reino Unido, una decisión criticada por el gobierno holandés.
El grupo quiere “alinear su residencia fiscal con el país en el cual está registrado, el Reino Unido”, adonde también piensa trasladar las oficinas de su jefes ejecutivo y financiero.
Los accionistas deberán pronunciarse sobre estas modificaciones el 10 de diciembre.
“Una sorpresa desagradable” para el gobierno holandés, que “lamenta profundamente” la decisión, según afirmó en Twitter el ministro de Asuntos Económicos, Stef Blok.
Por primera vez en 130 años, Royal Dutch ya no será parte del nombre.
“Estamos en negociaciones con Shell sobre las implicaciones de esta decisión para los puestos de trabajo, las inversiones clave y la sostenibilidad”, agregó Blok.
Las modificaciones también incluyen la creación de una serie única de acciones. Hasta ahora, el grupo cotizaba en acciones de clase A y clase B.
Este anuncio copaba los titulares de la prensa holandesa el lunes, que lamenta la pérdida de otra gran empresa, después de Unilever, otro grupo anglo-holandés cuyos accionistas en Holanda habían votado a finales del 2020 a favor de una empresa madre única con base en Londres, en un contexto político posBrexit.
Del lado británico, el ministro de Empresas y Energía, Kwasi Kwarteng, se congratuló de este “voto de confianza claro en la economía” del Reino Unido.
Competitividad y medioambiente
La empresa justificó la medida para “simplificar la estructura accionarial” y “reforzar la competitividad de Shell”, en beneficio tanto de los accionistas como de los objetivos medioambientales del grupo. Sus acciones seguirán cotizando en Ámsterdam, Londres y Nueva York.
El grupo quiere “acelerar las distribuciones” a sus accionistas a través de su programa de compra de acciones.
La operación “hará que la empresa sea más fácil de gestionar, pero no tendría que tener un gran impacto en su rendimiento”, matizó Laura Hoy, analista de Hargreaves Lansdown.
El impacto para los accionistas “será seguramente positivo, pero el futuro del grupo sigue dependiendo mucho del precio del petróleo”, añadió.
A finales de octubre, una empresa de inversiones “activista”, Third Point, pidió el desmantelamiento de Shell, denunciando una estrategia contradictoria entre hidrocarburos y transición energética.
Pero “parece poco probable” que los anuncios de Shell respondan a los llamados de Third Point, según Richard Hunter, analista de Interactive Investor, que recordó que el fondo pedía dividir las actividades históricas de exploración, refinado y productos químicos de las actividades relacionadas con las energías de bajo carbono.
“Shell está orgullosa de su herencia angloholandesa, seguirá siendo un importante empleador y mantendrá una presencia significativa en los Países Bajos”, dijo la compañía en su comunicado.
La multinacional ha establecido como objetivo reducir sus emisiones de gas de efecto invernadero a la mitad de aquí al 2030, comparado con sus niveles del 2016, en sus instalaciones y para la energía que compra en otras partes.
Esta decisión se tomó tras un fallo en mayo de un tribunal holandés que ordenó al grupo reducir sus emisiones un 45% antes del 2030. Shell presentó una apelación.
Pero esta estrategia se aplica “sea cual sea nuestra residencia fiscal”, apuntó Shell.
Royal Dutch Shell recibió un duro revés en octubre con pérdidas en el tercer trimestre, debido a una carga contable masiva.