El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha hecho todo lo posible este año para asegurar a los inversionistas que la envejecida compañía petrolera estatal no solo sobrevivirá, sino que también prosperará.
Esta semana, anunció una inyección de capital de US$ 3,500 millones en Petróleos Mexicanos y planes para crear un nuevo plan de negocios a cinco años y una serie de transacciones en el mercado de bonos para reducir la carga de la deuda. Eso se suma a las iniciativas de este año para hacerse cargo de los pagos de la deuda, reducir los impuestos y revisar la gestión. López Obrador dijo a los inversionistas que la deuda de Pemex es tan segura como la soberana.
La campaña ha sido un fracaso ante los bonistas, incluso cuando el precio del petróleo ha subido un 40% desde diciembre. El rendimiento adicional de los bonos de Pemex con vencimiento en el 2047 frente a los valores gubernamentales de vencimiento similar está nuevamente donde estaba a principios de año, estancado cerca de 390 puntos básicos.
La respuesta decepcionante a los extraordinarios niveles de apoyo a Pemex subyace a lo sombrío que es el panorama para la empresa, que enfrenta las mismas preguntas existenciales que persiguen a otras grandes petroleras en esta era de cambio climático y que también enfrenta dificultades para detener la caída de la producción o impulsar sus menguantes reservas.
En total, Pemex recibirá más de US$ 20,000 millones en exenciones tributarias combinadas, inyecciones de capital y ayuda financiera durante el mandato de López Obrador. Sin embargo, los inversionistas consideran que estas son medidas de parche con pocas probabilidades de ofrecer soluciones a largo plazo.
Alejandro Di Bernardo, estratega de Jupiter Asset Management en Londres, dijo que debe haber un plan creíble para apuntalar las operaciones de Pemex, no solo su perfil financiero.
“La inyección de capital en realidad no mueve tanto la aguja”, dijo. “Para que los bonos se compriman significativamente sobre los soberanos, creo que necesitamos ver un plan de acción concreto del Gobierno”.
La larga trayectoria de Pemex en México la ha convertido en una institución y durante años produjo dividendos que financiaron grandes porciones del presupuesto federal. Pero su deuda nunca ha sido garantizada explícitamente por el Gobierno y, en los últimos años, los inversionistas han cuestionado su viabilidad sin ese apoyo.
La compañía tiene una deuda de US$ 113,000 millones, superior a la de cualquier productor de petróleo importante, y lucha por revertir más de una década de caídas en la producción de crudo y depende en gran medida de que el Gobierno federal esté dispuesto a seguir pagando a los tenedores de bonos.
Pemex reemplazó a su director financiero la semana pasada en medio de preocupaciones de que no pudiera ganarse la confianza de los inversionistas. La empresa también puede terminar gastando casi el doble de lo proyectado originalmente para hacerse cargo de la refinería Deer Park de Royal Dutch Shell Plc.
El intento más reciente de apuntalar al productor se produjo el 6 de diciembre, cuando los funcionarios anunciaron la inyección de capital. La compañía petrolera estatal recibirá los fondos como parte de una transacción de gestión de pasivos que incluye la emisión de nuevos bonos denominados en dólares y la recompra de valores antiguos. El miércoles en una nota, Moody’s Investors Service dijo que la operación fue crédito positivo.
El plan de negocios quinquenal será revisado “para fortalecer su posición financiera en el mediano y largo plazo, así como para preparar a Pemex para los desafíos que enfrentará el sector energético”, según un comunicado.
Pero para los inversionistas de Pemex, ha sido un año de frustración. Los rendimientos de los US$ 6,000 millones de bonos con vencimiento en el 2047 han subido alrededor de 0.6 puntos porcentuales hasta 7.9%.
Aun así, los inversionistas agotaron la venta de bonos de la compañía por US$ 1,000 millones esta semana y adquirieron instrumentos a 10 años con un rendimiento de 6.7%. La demanda destaca los rendimientos relativamente fuertes de Pemex desde que López Obrador asumió el cargo a fines del 2018.
Es una empresa con calificación de grado especulativo y cupones altos, por cuya deuda los tenedores de bonos con vencimiento en el 2047 han obtenido un rendimiento anual promedio de más del 9%, muy por encima del promedio de 6.2% de los bonos cuasisoberanos de países en desarrollo. Pemex ha superado a la mayoría de sus pares regionales, a excepción de Petróleo Brasileiro SA.
Y aunque los bonos han sufrido en el 2021, es posible que les hubiera ido mucho peor sin el apoyo que ha ofrecido López Obrador. Los inversionistas aprecian saber que él respalda a la empresa, incluso si todavía ven obstáculos a largo plazo por delante.
“Si AMLO no hubiera expresado tal apoyo a Pemex, los diferenciales probablemente se habrían ampliado mucho más”, dijo Jens Nystedt, gerente sénior de cartera de EMSO en Nueva York, diciendo que todavía está apostando por los bonos de Pemex.
Luis Maizel, cofundador de LM Capital Management en San Diego, California, dijo que si bien está feliz de mantener su posición en la deuda de Pemex gracias a la garantía implícita del Gobierno, López Obrador aún tiene que ofrecer un plan real. Según él, los diferenciales solo se reducirán significativamente si el Gobierno puede brindar a la empresa algo más que un apoyo parcial.
“Están pateando la lata un poco más lejos”, dijo Maizel. Los inversionistas “necesitan ver que de alguna manera Pemex puede encontrar una manera de reducir sus necesidades de dinero y comenzar a ganar dinero”.