La francesa de productos de lujo LVMH y la joyería estadounidense Tiffany & Co. se culpan mutuamente del fracaso de lo que hubiera sido la adquisición más grande de la historia del sector.
LVMH, con sede en París, anunció el miércoles que desistía de la adquisición de Tiffany, por valor de US$ 14,500 millones, porque el gobierno francés pidió una demora para evaluar los impactos de posibles aranceles estadounidenses. Tiffany demandó para que lleve a cabo la transacción y LVMH respondió con furia el jueves.
El conglomerado francés —que incluye entre sus tenencias Christian Dior, Louis Vuitton, Moet & Chandon, Bulgari y Sephora— acusó a Tiffany de manejar inadecuadamente la crisis financiera provocada por la cuarentena del coronavirus.
LVMH criticó a Tiffany por dar dividendos pese a que estaba perdiendo dinero y dijo que el desempeño de esa marca de joyería en el primer semestre fue “significativamente” peor que el de las marcas de LVMH durante el mismo período. “LVMH confirma que no se cumplen las condiciones” para cerrar la transacción, agregó.
Antes del anuncio del miércoles, el valor de la transacción se había visto reducido por los problemas derivados de la pandemia, que incluyen la caída en picada de las ventas minoristas en todo el mundo.
Tiffany, con sede en Nueva York, dijo que el argumento de LVMH para desistir de la compra no estaba fundado en la ley francesa y que LVMH no había solicitado la aprobación antimonopolio de tres jurisdicciones como se requiere. LVMH lo negó, diciendo que preveía recibir la debida aprobación en octubre.
Tiffany, conocida por la delicadeza de sus joyas, sus estuches azules y una película con Audrey Hepburn, había emprendido una transformación de su marca para atraer clientes más jóvenes y compradores en el mercado digital. LVMH buscaba fortalecer su posición en el mercado de la joyería de lujo en Estados Unidos.
Con la pandemia, todos esos planes y deseos quedaron en duda y la amenaza de nuevos aranceles entre Estados Unidos y Europa complicó aún más la situación.