La Organización Internacional del Trabajo (OIT) advirtió hoy a los países de que no es hora de imponer austeridad para intentar cubrir el importante gasto público que ha requerido la respuesta a la pandemia, y aseguró que esto sería sumamente perjudicial para las sociedades.
Al presentar el último informe de la organización sobre la protección social en el mundo, su director general, Guy Ryder, reveló que 4.100 millones de personas no cuentan con ninguna prestación de seguridad social, una desprotección que en tiempos de pandemia ha tenido consecuencias muy graves.
“Este es el momento propicio para utilizar la respuesta a la pandemia a fin de construir una nueva generación de sistemas de protección social basados en los derechos y que protejan a las personas de futuras crisis”, sostuvo el responsable.
La protección social debería incluir acceso a la atención médica y a la seguridad de un ingreso, en particular para personas mayores, en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, accidente de trabajo, maternidad o pérdida del principal generador de ingreso familiar.
Según el nuevo análisis de la OIT, sólo el 47% de la población mundial está cubierta por al menos una prestación social, aunque con diferencias considerables dependiendo del nivel de desarrollo económico de la región o país.
Europa y Asia central tienen las tasas de cobertura más elevadas, con el 84 % de sus poblaciones cubiertas por al menos una prestación social, mientras que el continente americano tiene una tasa de del 64%, superior a la media mundial.
La región de Asia y Pacífico tiene un 44%, el mundo árabe un 40% y África un 17%.
También varía fuertemente el gasto público en protección social. En promedio, los países destinan el 12.8% de su producto interior bruto (PIB) a ese fin (excluyendo la salud), pero en realidad los países ricos invierten el 16.4% y los de ingresos más bajos apenas el 1.1%:
Esto explica que la respuesta a la pandemia haya sido tan desigual e insuficiente en muchas partes del mundo, lo que ha aumentado la distancia entre los países ricos y pobres, según la OIT.
Si se quisiera garantizar al menos una cobertura básica de seguridad social, el grupo de países más pobres tendrían que invertir unos US$ 78,000 millones, los de ingresos medios-bajos unos US$ 362,000 millones y los países ricos US$ 750,000 millones.
Los más vulnerables se llevan la peor parte: solo uno de cada cuatro niños en el mundo tiene algún tipo de protección social, solo una de cada tres personas discapacitadas perciben una prestación por invalidez y solo el 18.6% de trabajadores desempleados están efectivamente cubiertos.