La disputa comercial entre China y Estados Unidos preocupa a los países del Asia. (Foto: Reuters)<br>
La disputa comercial entre China y Estados Unidos preocupa a los países del Asia. (Foto: Reuters)

Enfrentando la avalancha de aranceles del presidente , Steve Katz busca protección en la versión de guerra comercial de una zona desmilitarizada.

Katz dirige una planta de United Chemi-Con en Lansing, Carolina del Norte, un pueblo de aproximadamente 150 personas sin señales de tránsito. La fábrica, que produce condensadores para productos industriales y de consumo, está dentro de una zona franca situada en Greensboro. Las zonas francas son áreas dentro o cerca de los puertos de entrada bajo la supervisión de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) de que generalmente se consideran fuera del territorio de la CBP. Con la autorización del gobierno de EE.UU., las empresas pueden importar bienes a la zona con una reducción de los aranceles caso por caso.

Esa puede ser una herramienta vital para una empresa en tiempos de guerra comercial. Para evitar los aranceles que impuso EE.UU. al aluminio importado de Japón, Katz obtuvo la aprobación del departamento de Aduanas de EE.UU. para modificar el área activada de la zona franca para incluir un muelle de carga para las exportaciones. La compañía también espera designar una nueva zona franca alrededor de su bodega en California para evitar aranceles a las importaciones chinas enviadas fuera de EE.UU.

Las zonas francas no son una laguna para evitar los aranceles de Trump a los productos destinados al mercado de EE.UU., pero pueden ser una forma para que las empresas eviten los gravámenes sobre los bienes enviados a EE.UU. que posteriormente son exportados.

"Es una de las pocas herramientas que tenemos a nuestra disposición para reducir significativamente el impacto de estos aranceles", señaló Katz.

En todo EE.UU., las empresas se están esforzando para buscar formes de responder al aumento de los aranceles a los productos extranjeros en su cadena de suministro. Desde enero, Trump ha aplicado aranceles a las importaciones de paneles solares, lavadoras, acero y aluminio y US$ 34,000 millones en bienes chinos. La administración anunció esta semana que impondrá gravámenes a otros US$ 16,000 millones el 23 de agosto, y el presidente ha amenazado con imponer derechos de importación a todos los US$ 500,000 millones en productos que EE.UU. importa de China.

"No hemos visto nada como esto en la mayoría de nuestras carreras", señaló Marianne Rowden, presidenta de la Asociación Estadounidense de Exportadores e Importadores en Washington. "Desde la administración Reagan, hemos tenido liberalización comercial prácticamente ininterrumpida, excepto tal vez durante la crisis financiera".

Trump quiere que las empresas construyan más fábricas en EE.UU., que dice han sido golpeadas por las prácticas comerciales desleales de países como China. Algunas empresas advierten que los aranceles pueden tener el efecto contrario, obligándolas a trasladar la fabricación al extranjero. Harley-Davidson Inc. anunció que trasladaría la producción fuera de EE.UU. en respuesta a las represalias europeas contra los aranceles del presidente al acero y el aluminio.

Pero modificar las cadenas de suministro es una decisión costosa que puede tomar años realizar. En el corto plazo, las empresas están buscando formas de evitar pagar los aranceles.

Observe las zonas francas. El programa federal se implementó en 1934, para ayudar a las compañías estadounidenses a protegerse de la guerra comercial global que siguió a los aranceles promulgados por la Ley Arancelaria Smoot-Hawley. Desde entonces, se han creado alrededor de 200 zonas en todo el país, con US$ 610,000 millones en envíos que pasan por ellas, según el último informe público al Congreso del Consejo de Zonas Francas de EE.UU.

En el caso de United Chemi-Con, modificar el área activada de la zona franca en Carolina del Norte le costó a la empresa US$ 20,000, señaló Katz. La medida le permite a la empresa importar libre de impuestos el papel de aluminio que utiliza para hacer condensadores, siempre y cuando sean exportados desde la zona. La compañía, con 150 empleados en Lansing y 50 en otros lugares de EE.UU., es una división de Nippon Chemi-Con Corp. en Japón.

Las empresas están empezando a tener conciencia de la idea de usar zonas francas para ayudar a mitigar el impacto de los aranceles, de acuerdo con consultores en comercio y agentes de aduanas.