Introducir vino, chocolate o café a China puede resultar incluso más complicado a partir del sábado, con unas nuevas reglas de importación que obstaculizan a las empresas internacionales colocar alimentos y bebidas en el mayor mercado mundial.
Los consumidores chinos consumieron US$ 108,000 millones de productos importados en el 2020, un número que se espera al alza en el 2021 ante el incremento de 30% interanual en los tres primeros trimestres de este año.
Pero según nuevas leyes a implementar el 1 de enero, todos los productores de alimentos exportados a China deberán registrarse ante la autoridad aduanera, una nueva barrera para las empresas internacionales que suelen quejarse de trato injusto.
Antes, este requisito era necesario solamente para productos con potenciales riegos sanitarios, como el marisco. Pero el café, el alcohol, la miel, el aceite de oliva, el chocolate y otros alimentos también serán vigilados ahora.
El día de Año Nuevo, “la cortina de importaciones se cerrará”, dijo Alban Renaud, un abogado instalado en China con el gabinete Adaltys.
Pero hay muchas incógnitas: “¿Habrá un margen de tolerancia? ¿Qué pasará con las solicitudes en proceso pero todavía no aprobadas? ¿Y con aquellos que lo han solicitado demasiado tarde?”, se pregunta.
Un empresario implicado en importaciones explicó que se necesita la certificación porque, “en caso contrario, los bienes llegarán al puerto y se deberán pagar multas”.
Las empresas sin el papeleo cumplimentado pueden exponerse a retenciones aduaneras, advirtió.
Los importadores se quejan de que los detalles de las nuevas solicitudes se publicaron tarde y de que la web para registrarlas solo se puso en línea hace un mes. Además, la información no estaba disponible en inglés.
Algunas compañías recibieron el código de país equivocado, como un importador portugués que quedó registrado como español, señaló un diplomático en Pekín.
“Todavía esperando”
Las compañías alimentarias y de importación ya se vieron expuestos a las medidas de control incluidas en el estricto protocolo antiCOVID de China, que vinculaba el virus con los alimentos desde que un brote en Pekín en el 2020 se atribuyó a un salmón importado.
Los productos que entran en el gigante asiático están sometidos a una mayor inspección y a repetidas desinfecciones. Algunos quedan prohibidos si se detecta un brote de COVID-19 en el lugar donde han sido empaquetados en el extranjero.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha asegurado que las posibilidades de propagar el COVID-19 a través de la comida son escasas.
Días antes de la entrada en vigor de los nuevos requisitos, “muchas empresas todavía estaban esperando para obtener su autorización”, dijo la Cámara de Comercio de la Unión Europea (UE) en Pekín.
Esta entidad “urgió a las autoridades chinas a dispensar estas autorizaciones a tiempo para permitir a todas las empresas calificadas una transición fluida sin sufrir perturbaciones en sus importaciones de comida”.
La UE pidió formalmente que Pekín retrasara la medida 18 meses, pero no tuvo éxito.
Si estos problemas no se despejan pronto, el flujo de importación de comida en China podría resentirse en un mes, declaró un diplomático en Pekín.
El departamento de aduanas de China no respondió a las solicitudes de AFP sobre esta cuestión.
“Los primeros productos en llegar a China de países exportadores el 1 de enero procederán de Corea y Japón”, comentó otro diplomático. “Así que serán nuestros amigos quienes tengan el privilegio de probar el grosor del muro”, ironizó.