El gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, afirmó hoy que los efectos financieros que desataron las polémicas medidas fiscales de la exprimera ministra Liz Truss a finales del 2022 han quedado superados, aunque alertó de que el golpe a la credibilidad del Reino Unido aún perdura.
“Hemos regresado al lugar donde estábamos antes”, afirmó Bailey ante el comité de Tesorería de la Cámara de los Comunes (Baja), donde los diputados cuestionaron a varios altos cargos de la entidad central sobre la estabilidad financiera del país.
Jonathan Hall, miembro del Comité de Política Monetaria del banco, constató por su parte que “la curva de intereses (de la deuda británica) ha vuelto en gran medida a la normalidad” y “ha regresado la liquidez al mercado”.
Con todo, Bailey alertó de que “costará cierto tiempo convencer a todo el mundo de que estamos en el mismo lugar que antes”.
Un agresivo recorte de impuestos anunciado por Truss el pasado setiembre disparó el coste de la deuda británica, llevó a varios fondos de pensiones al borde del colapso y obligó al Banco de Inglaterra a llevar a cabo una millonaria compra de emergencia de bonos públicos.
La entidad emisora utilizó 19,300 millones de libras (21,760 millones de euros) de los 65,000 millones libras (73,300 millones de euros) reservados para esa recompra, y terminó la semana pasada de deshacerse de esos bonos con un beneficio de 3,500 millones libras (3,950 millones de euros).
Bailey informó hoy por carta al ministro de Economía, Jeremy Hunt, de que el banco se ha desecho de todos los bonos adquiridos durante ese programa y recalcó que los beneficios obtenidos se han incorporado a las cuentas trimestrales de la entidad.