“¡Quiero ver planes!” exclama el director de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, ante la gran cita de la comunidad internacional contra el cambio climático, la COP26 en Glasgow.
“Cómo se van a transformar los transportes? ¿El sistema eléctrico?” pregunta este economista, particularmente preocupado por la persistencia del carbón como fuente energética, y por la falta de medios de los países emergentes.
¿Qué espera de la COP26? ¿Qué es lo que representaría su éxito?
“Espero ante todo un refuerzo de los compromisos de los países, de acuerdo a nuestros objetivos climáticos internacionales.
En segundo lugar, y ese es el gran tema tapado del debate climático, se trata del financiamiento de las energías limpias en los países emergentes. En los próximos 20 años, más del 80% de las emisiones provendrán de los países emergentes, que reciben menos del 20% de las inversiones en energías limpias.
Es urgente que las economías avanzadas, en particular el G20, garanticen que esa financiación figure en las decisiones adoptadas en la COP26.
El tercer punto es político. Los dirigentes en la COP deben enviar una señal clara, sin ambigüedad, a los inversores: ‘si invierten en las viejas fuentes de energía, perderán dinero’”.
Muchos grandes países emisores se han comprometido con la neutralidad carbono de aquí al 2050. ¿Percibe usted ese compromiso de cara a la COP?
“La dinámica política es excelente. Pero ese impulso debe transformarse en acción concreta a nivel mundial, antes que iniciativas esporádicas.
Los gobiernos deben acudir con su hoja de ruta para la neutralidad carbono. Estoy feliz de ver que muchos se imponen objetivos para el 2050, pero eso no es suficiente. Tenemos que saber cómo van a hacerlo, quiero ver sus planes, sus bases y etapas. Y eso se aplica a China, Estados Unidos, Europa, a todo el mundo”.
¿Y cuál sería la prioridad?
“Hay muchas razones para preocuparse, pero si debiera elegir una, diría que es el carbón. ¿Qué hacemos con él? Actualmente un tercio de las emisiones proviene de la utilización del carbón para la producción de electricidad.
El problema no son solamente las centrales de carbón en Estados Unidos o Europa, que se acercan al final de su ciclo de vida.
El problema está en Asia, en particular en China, India. En los dos países que reúnen a cerca de la mitad de la población mundial, más del 60% de la electricidad proviene del carbón. La edad media de las centrales es de 11 años. ¿Cómo cerrarlas antes de que la inversión se vea amortizada? Es una cuestión clave”.
¿La crisis del COVID-19 ha cambiado algo?
“Algunos dicen que tras el COVID-19 los humanos serían mejores personas. Y nosotros enseguida avisamos de que, si no se tomaban las buenas medidas, habría un fuerte rebrote de las emisiones. Y efectivamente, esperamos para este año la segunda alza más fuerte en términos históricos. Así que la retórica está bien, pero nos gustaría que no hubiera una diferencia tan grande con la realidad.
Un informe de la AIE del pasado mes de mayo impresionó al describir las etapas hacia la neutralidad carbono, en particular con la renuncia a cualquier proyecto fósil. ¿Fue una manera de agitar las aguas?
“No quiero alarmar a nadie. Nuestro objetivo era poner ante un espejo a los países comprometidos con el 2050: si ese es realmente su objetivo, esto es lo que tienen que hacer. Hicimos una lista con 400 etapas. Por ejemplo, de aquí al 2040 el sistema eléctrico deberá ser completamente descarbonizado. Y de aquí al 2030, el 60% de los coches vendidos deberían ser eléctricos -solamente un 5% lo son en la actualidad. Queríamos mostrar al mundo que la tarea es hercúlea. Pero aún alcanzable.
E incluso si nuestros esfuerzos no son suficientes para permanecer bajo +1.5ºC, 1.6 o 1.7°C, siempre será mejor que esa alza de cerca de 3° centígrados.”