Por David Tuesta
Ex ministro de Economía y Finanzas
No sin equivocación, se suele afirmar que las buenas intenciones en política son el disfraz perfecto de objetivos egoístas y oportunistas. El Congreso de la República ha hecho de lo anterior una constante desde que empezó sus funciones. Como si la presencia del Covid-19 no hubiese sido suficiente, hemos vivido en simultáneo el virus de su populismo. Varios padres de la patria no han tenido el menor empacho en proponer medidas que además de violar los preceptos más básico de economía petardean varios artículos de la Constitución. Sin mayor análisis, y bastando la fácil e irresponsable invocación a las necesidades del pueblo, se ha ido construyendo una lista de proyectos que dirigen al país en sentido contrario al progreso.
En nombre de “mis hermanos de la AFP y ONP”
En estos devaneos entre el progreso y el suicidio económico, el Congreso está a punto de tomar acciones temerarias sobre el sistema de pensiones. No obstante existir una Comisión Multipartidaria en el Congreso que está trabajando en la propuesta de su reforma integral, varios parlamentarios han venido boicoteando esta labor con decenas de proyectos de Ley con hedor a populismo.
El tema de las devoluciones de los aportes de la ONP y el de los fondos de las AFPs son hoy el botín en disputa. Por supuesto, hacer política con la plata ajena en nombre de “nuestros hermanos de la AFP y ONP” es súper fácil. Aprovechándose de los problemas estructurales que tiene el país que limita el funcionamiento de un sistema previsional y de la desesperación propia que trae la crisis pandémica, la miseria política sale a flote ofreciendo recursos que no existen o que han costado esfuerzo construirse.
En vez de ser un Congreso responsable que busque dar propuesta a los problemas pensionarios reales, prefieren adoptar el camino fácil de repartir dinero a costa de cargarse el futuro. Aprovechándose del aplauso inmediato que estas medidas traen, y que caracterizaron el camino hacia el caos del Perú de los 80s o de la Venezuela de hoy, estos estentóreos vítores pueden ser el preludio de los ejemplos mencionados. ¿La ley genera muchos aplausos? Hum... sospeche que algo va muy mal.
Te están engañando
Los “hermanitos de las pensiones” quieren cargarse el sistema por completo sin importarles para nada las consecuencias para el país. Le ofrecen la “pomada mágica” que solucionará todas sus desdichas instantáneamente. La verdad sin embargo es otra, y la factura que todos los peruanos tendremos que pagar será gigantesca. Eso sí, en menos de un año los hermanitos habrán hecho “perro muerto” y cuando quiera buscarlos para reclamarles, ya no estarán en su curul.
En el caso de la ONP, te ofrecen un remedio milagroso. Devolverte tus aportes. Algo que es de un absurdo económico y legal que no tiene parangón. Un sistema de reparto, por su propio mecanismo, no tiene nada que devolver pues los aportes que se pagaron tienen el fin único de pagarle a los jubilados actuales. Esa es la regla y no hay forma conceptual de romperla. Viola por otro lado la Constitución; esa institución sagrada cuyo correcto funcionamiento nos distingue de reducirnos a un país de cuarta categoría. Además de violar la intangibilidad del sistema, se encarga de generar una iniciativa de gasto público inmediato de más de 2 puntos del PBI que indefectiblemente lo tendrán que pagar 33 millones de peruanos con más impuestos. Claro, esto último no nos lo cuentan los hermanitos de las pensiones.
En otro tanto, en el caso de los fondos que los peruanos tienen en las AFPs, no obstante, ya haberse tomado hace pocos meses la exagerada y singular decisión, sin parangón en el mundo, de dar acceso al 25% de los ahorros obligatorios, ahora se quiere ampliar este acceso al 100%, lo que terminaría de dejar en escombros el esfuerzo previsional construido, e incrementar la deuda social que tiene el país con las pensiones, lo que llevará a utilizar más recursos públicos para atender esa futura obligación contingente.
El presente versus el futuro
La palabra “jubilación” en este debate es clave. Los sistemas de ahorro para el retiro son parte de lo que se conoce como innovación social que funciona desde hace más de un siglo en todo el mundo, y que tiene por objetivo solucionar la miopía que tenemos todos los seres humanos de darle más importancia al presente sobre el futuro. Un sistema de pensiones incorpora una disciplina que voluntariamente no surgiría, pues siempre estaríamos dispuestos a pensar que las necesidades presentes son más importantes que las futuras.
Como hace más de sesenta años lo demostraron Ando y Modigliani, decisiones basadas en el consumo presente puede llevar a decisiones intertemporales muy ineficientes con un daño enorme sobre el bienestar económico. Una ilustración clave de nuestra debilidad ante el presente es que apenas nos dicen que pondrán a disposición hoy el ahorro de la jubilación, casi todos estamos dispuestos a correr prestos a llevárnoslo, sin saber en muchos casos que hacer con él. Y el camino fácil de contar con el dinero “contante y sonante” lo acompañamos con pensamientos que refuerzan esta errónea decisión: debo atender urgencias, voy a pagar deudas, hay que ayudar a un familiar, voy a iniciar un negocio, invertiré en otras alternativas, etc. Pero al final, nos encontramos con que el costo de oportunidad de esas decisiones en muchos de los casos no es tan grande como pensábamos, y terminamos dejando al descubierto un riesgo que en cambio sí es 100% real: que en algún momento seremos viejos; que las posibilidades de encontrar empleo disminuirán; que los ingresos caerán; y, que no contaremos con un soporte mínimo de ahorros para la jubilación pues ya se habrá esfumado. Claro, quizá contemos con la opción histórica de recurrir a los hijos y nietos para que nos mantengan. ¿En serio? Habría que preguntar como les cae esa noticia a las generaciones jóvenes que están haciendo tremendos esfuerzos para labrarse un futuro. Dicho esto, el daño de no contar con recursos para las pensiones significará un impacto enorme para generaciones presentes y futuras.
La irresponsabilidad del dar acceso al 100% del fondo de pensiones
La norma que se pretende aprobar dice que se encuentra motivada por la necesidad de atender la crisis económica que viven los más vulnerables en el país en consecuencia de la Pandemia. Quién puede dudar que la presencia del virus viene sometiendo a un porcentaje enorme de la población en el Perú a situaciones difíciles. El impacto económico va a llevar que la pobreza en el se incremente en 10 puntos porcentuales, lo que lleva por tanto a plantearse políticas económicas y sociales para abordar esta problemática. Para bien o para mal, se aprobó el acceso al 25% del fondo de pensiones en mayo. Esta norma en principio ya atendía, aunque mal focalizada, el acceso a los fondos previsionales para enfrentar varios meses futuros de crisis. Se dio una flexibilidad exagerada, en mi opinión, pero ahora, querer llevar esta situación a un acceso al 100% del fondo es bajo todo punto de vista irresponsable.
Es una mentira señalar que el acceso al 100% del fondo está focalizado en atender a los más vulnerables del país. De hecho, cerca de un tercio del fondo de pensiones en las AFPs está concentrado en sólo 2% del total de afiliados, lo cual te dice que ahí precisamente no hay un colectivo de necesitados y afectados por la crisis. En el camino apareció una iniciativa que pretendió establecer un tope de 3 UITs al retiro que al menos ponía algo de sensatez al debate. Sin embargo, los “hermanitos de las pensiones” saben que una iniciativa que le ponga corsé a su proyecto original les quita la espectacularidad circense que necesitan para sus aspiraciones. La devolución del 100% de las AFPs no cumple ningún objetivo social sino se convierte para estos hermanitos en un símbolo ideológico y que da muestra a sus futuros electores que pueden hacer lo que quieren, sin importar el daño a nuestro futuro.
Es cierto que las pensiones que otorga el ahorro para la jubilación puedan no cumplir con las expectativas construidas, pero el problema no está en el ahorro privado. El sistema de ahorro en las AFPs brinda una rentabilidad inigualable de 11% anual en promedio histórico, donde dos tercios del fondo que se logre acumular será rentabilidad futura. Es muy probable que en 20 años usted encuentre entre 3 a 5 veces lo que puso en su cuenta de ahorro individual. Claro, será muy distinto lo que encuentre en su fondo al jubilarse si usted ahorró 100 soles mensuales por sólo dos años en vez de hacerlo por al menos 25 años. Y el problema de no poder ahorrar consistentemente no es de las AFPs sino del mercado laboral que no le dio la oportunidad de tener un empleo formal donde pudiese aportar obligatoriamente. Y más allá de que usted ahorre mucho o poco, los recursos que encuentre al jubilarse ayudarán para esa etapa, y el Estado no debe permitir su dilapidación.
El riesgo de aprobarse el acceso al 100% del fondo de pensiones no es sólo un riesgo de minimiza los recursos que un afiliado puede encontrar al jubilarse, sino que significa un golpe importante sobre las rentabilidades de corto plazo por la venta de activos masiva que deberá realizarse y eventualmente sobre la rentabilidad de largo plazo, al tener que recomponerse los portafolios.
La norma significa que el retiro potencial de los fondos podría llegar a desaparecer un tercio del fondo que se tenía acumulado a inicios de año. Es decir, el acceso a los ahorros privados para la jubilación significaría la desaparición de 7 puntos del PBI del ahorro previsional. Lo anterior es sumamente preocupante si se tiene en cuenta el impacto que el ahorro privado para la jubilación ha tenido en el crecimiento potencial económico del país, que se estima en casi un punto anual de crecimiento. Además, la presencia del sistema de AFPs, explica cerca de 4 puntos de la disminución de la pobreza en las últimas décadas. Por tanto, si el ahorro acumulado ha aportado significativamente al crecimiento potencial del país y a la disminución de la pobreza, uno puede concluir que de aprobarse la norma del retiro del 100% de los fondos de pensiones tendrá un impacto negativo en el crecimiento y productividad del país, justo cuando más lo necesitamos para salir de la crisis.
El pecado de utilizar mecanismos de largo plazo para solucionar problemas de corto plazo
Nadie duda de la necesidad de atender los problemas que el Covid-19 ha traído al país, y sobre todo a los más vulnerables. Pero esta situación requiere acciones de las políticas pública haciendo uso de instrumentos de corto plazo. La atención a través de ayudas monetarias, como las implementadas mediante el otorgamiento de bonos, así como otras medidas que alienten a proteger el empelo son las que se deben seguir utilizando. Pero, lo que no se puede hacer es utilizar masivamente los mecanismos creados para atender los riesgos que los peruanos podemos enfrentar en el largo plazo, como lo es cualquier sistema de pensiones en el mundo.
El sistema de pensiones tiene, por supuesto, serios problemas que requieren solucionarse, y de hecho hay una Comisión en el Congreso de la República que está abocada a ello, cuya propuesta debiéramos analizar y discutir cuando la hagan pública. Ese es el foro donde estos temas deben ser tratados con la seriedad del caso, y evitar que los hermanitos de las pensiones continúen con un show irresponsable que sólo les reditúa a ellos y no al país. No se deje engañar.
(*) El autor es Asesor en Políticas Públicas de la Asociación de AFPs