La crisis de los altos precios en los alimentos y otros productos de la canasta básica (debido al contexto internacional de la invasión a Ucrania, aunado a los bloqueos en las carreteras por el paro agrario y de transportistas) ha llevado a poner sobre la mesa medidas que podrían beneficiar a las familias, una de ellas, la exoneración del IGV.
Es decir, reducir la aplicación del 18% del IGV, aunque ello no implica bajar en un 18%, sino en un 15.25%. Sin embargo, especialistas consideran que ni siquiera esta disminución la percibirían las familias, en parte por la informalidad que existe en algunas categorías de productos, además de otros factores.
Al respecto, mostramos cuatro vacíos en la norma, según los especialistas:
1. Impacto se diluye en la cadena
Jorge Picón, abogado tributarista, explica que, si la exoneración se realiza desde el productor - por ejemplo-, ahí se aplica el producto sin IGV, y una vez que lo adquiere el mayorista y pasa por toda la cadena de comercialización no se puede asegurar que el beneficio llegará al consumidor final, asumiendo incluso que toda la cadena de comercialización es formal.
“Lo que ha sucedido en el pasado es que las exoneraciones hacen que el precio baje muy poco y a veces ni siquiera baja, porque es tan pequeño el efecto de ese valor agregado, que se termina mezclando el valor con el precio final”, expresó.
2. Alza en lugar de rebaja
Jorge Picón recuerda que, este tipo de medida ya se aplicó en el pasado, cuando en 1997 se exoneró los servicios de hoteles para turistas y los precios subieron más de 20% con la exoneración.
“La explicación se entendió después. Sucede que los hoteles hicieron grandes inversiones en los años 1997 y 1998 y cuando se realizó la exoneración se tuvo que mandar al costo unas grandes inversiones en activos fijos”, recordó.
De esta manera, el precio final al consumidor no impactó en una rebaja, sino en un incremento de su tarifa o en el precio.
Además, la empresa terminó perdiendo antes que ganando al momento de la exoneración, porque la exoneración quita el crédito fiscal.
3. Devolución del IGV, sin efectividad inmediata
La autógrafa de la ley que exonera de IGV aprobada en el Congreso plantea el uso y la devolución del IGV. Así, plantea que el crédito fiscal de los insumos pueda ser usado en las operaciones gravadas con IGV o en su efecto se aplique la devolución por parte de la Sunat.
Pero, ¿qué sucede con los grandes mayoristas que solo manejan uno o dos productos y ambos están exonerados del IGV?
Aunque la medida señala que habrá una devolución del crédito fiscal, algunos especialistas consideran que por liquidez los mayoristas tiendan a elevar sus precios o al menos a mantenerlos en los mismos niveles.
De esa manera no se genera el efecto final al consumidor en una reducción del IGV como se tiene previsto. Nuevamente, el efecto es nulo o casi nulo.
Jorge Picón considera que esto ya se ha observado en la Amazonía que no tiene un gran impacto, siendo una región que está exonerada del IGV.
4. Informalidad
La medida está contemplada en una economía formal, pero la economía y la informalidad es alta en el Perú, en algunos sectores más que en otros.
“El pollo, por ejemplo, es altamente informal en las regiones. Ahí la norma no llega ni se aplicaría la exoneración del IGV dado que no existe”, indicaron los especialistas.
“La exoneración no va a tener ningún impacto en el bolsillo, es lo que va a suceder en la mayoría de la población. Es una medida populista”, remarcaron.
Mejor un subsidio directo
Jorge Picón comentó que en los últimos 25 a 30 años se ha demostrado que esas exoneraciones no terminan beneficiando al consumidor, y lo que sí funciona son los subsidios específicos.
“Es mejor un subsidio a las familias de una zona, pero una exoneración en la que se asume que toda la cadena es formal; y segundo, que así fuera formal, en la cadena se diluye el efecto de la exoneración”, indicó.