(G de Gestión) Los monederos digitales han avanzado un gran trecho en cuanto a inclusión financiera, pero el reto de escalar esa montaña todavía es muy lejano si se considera la inclusión financiera a través de créditos y depósitos del sistema financiero como porcentaje del PBI, que bordea el 44%. ¿Cuál sería el mejor camino para acelerar el paso?
Driss Temsemani, Head of Digital de Citibank Latam, conversó con G de Gestión sobre el norte de la transformación digital en el campo financiero y los objetivos que se deben trazar para tener una economía digital más eficiente y eficaz.
¿Qué novedades está desarrollando Citibank este año en cuanto a productos digitales o de transformación en sí?
El concepto que arrancamos hace 5 años en Latam fue evolucionando y hoy esta transformación está bajo 3 lentes. Uno es la transformación a un banco digital. Esto es dejar de tener sucursales, que se apoyaban en un área de operaciones grande que procesaba transacciones y también manejaba las interacciones de los clientes como inversiones o manejo de liquidez.
Ahora estamos en un índice de 90% de digitalización en estos dos universos. Luego es hacer un banco digital. Es decir, qué le ofrecemos a nuestros clientes para que ellos manejen sus tesorerías y sus finanzas de una manera digital.
Nuestra propuesta de valor es llevar estas soluciones a nuestros clientes para que ellos tengan su tesorería digital. No es que fuimos creando eso, sino que Latam tuvo un desarrollo de la economía digital bastante importante que nos lleva a la tercera parte de la discusión.
La infraestructura…
Eso y el país que impulsa el BCR y el gobierno para modernizar e introducir nuevas cosas que van mejorando el acceso de la población a los servicios e inclusión financieros. Además de introducir el open banking y más competitividad.
También está el tema del dinero digital, que es parte de la modernización del mercado financiero. Hablamos del futuro del dinero que está ya en desarrollo con los métodos de banca abierta, pagos instantáneos, central bank currencies y otras cosas de los gobiernos.
¿Cómo va la transformación digital?
Tomamos decisiones estratégicas en la casa matriz y Latam para enfocarnos en el segmento corporativo como motor de una economía digital que crecía. En los últimos años transformamos nuestro modelo operativo a uno digital, lo que comprende todo lo que se ve atrás de la pantalla que tenía un área operativa que lo hacía como un banco tradicional.
Empezamos a proveer a los clientes con API para hacer consultas o realizar un pago. Por otro lado, al hablar de comprar algo en línea no se conoce que Citi está detrás de dicha app. Hoy tenemos la cantidad más alta de volumen de transacciones por API en Latam, con más de un billón de transacciones a nivel global.
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También está la idea del banco digital.
Se atan los puntos. Como banco vamos manejando la liquidez, prestación de dinero, ejecución de instrucciones de pago, cobranzas, financiamientos, entre otros. Pero con la economía digital ahora llegamos al consumidor final de los clientes. Cuando uno baja una app y hace una compra en línea, en muchos casos, Citi va a estar detrás de la interacción. Esto comenzó con la oferta de monederos electrónicos. En Perú, por ejemplo, hay una penetración de más del 50%.
¿Cómo observan la alta informalidad en aras de mayor inclusión financiera?
La población con acceso al sistema financiero sigue siendo muy baja. En Perú la economía informal representa más del 70% del PBI. Los bancos centrales en general están empujando una modernización que permitirá más acceso y abrirá las puertas a empresas de tecnología con lo que se pueden ofrecer cuentas virtuales para atraer más.
¿Esto es el factor principal para que no haya todavía neo bancos en el país?
Es un tema complicado. El smartphone fue clave para acceder a servicios financieros, pero la aguja de inclusión no se movió. Esto tiene que ver con que parte de la población no tiene la necesidad de la oferta de las entidades financieras. Los bancos abren una cuenta y para que sea rentable y siga la regulación de lo establecido deben recibir depósitos en tanto genera costos. El modelo de cualquier banco es monetizar la cuenta, sea digital o no.
Pero parte de esta población que necesitamos incluir necesita recibir dinero, guardarlo por poco tiempo y gastarlo después. Esta propuesta de valor no tiene estructura porque el dinero en su forma actual es físico y es muy costoso de mover.
Pero hay diversas iniciativas para generar dinero digital en general…
Hay bancos centrales que quieren introducir divisas digitales porque parte de la reserva de estas entidades no va a tener forma física sino que será digitalmente pura. Con eso no se necesitará una infraestructura que necesite una cuenta de depósitos.
Si se crea un dinero digital, soberano, regulado por el banco central y se limita por montos para mover dinero para pagos o recepción de estos, pero no para intereses o prestaciones, se resuelve el dilema que existió por años de no mejorar la inclusión financiera.
¿Es una realidad lejana?
No es sorpresa que el 90% de los bancos centrales en el mundo están estudiando o pilotando dinero digital. Esto se ve en Nigeria, Bahamas, Jamaica y pronto en Brasil y México.
Hacer esa diferencia entre la forma del dinero es imprescindible para quienes necesitan recibir y pagar, que no tenga costos de movimientos, y que se puede programar para temas de dinero es necesario.
¿No supone un esfuerzo para las entidades financieras que podría ser costoso?
Si se hace esto, se permite que empresas de tecnología manejen mejor los monederos electrónicos y con ello se encargan del onboarding. Para esta población se resuelve el problema y es ganar - ganar. La adopción viene por los incentivos. Si no se crea y el sol físico tiene más incentivos que el digital, la gente se quedará en lo primero.
Pero en Perú hay una ola de transformación hacia billeteras electrónicas que resultan prácticas. Hace poco una de estas incluso no pedía que se abra una cuenta para ello.
El avance es tremendo, pero si uno va a las tiendas que aceptan pagos por QR, los pagos son muy pequeños. El crecimiento de la economía digital viene por estas mini activaciones de pago. Aunque el volumen está creciendo así como la frecuencia, el pago o el monto se achica. El sistema financiero se construye para mover grandes cantidades de dinero y hay costos detrás. Al mover estos montos, cuesta más procesarlos que incluso lo que valen estos. No es sostenible.
¿El volumen actual dista mucho de hacerlo un sistema eficiente en términos financieros?
Aunque existen los monederos electrónicos, detrás hay dinero físico que se mueve entre bancos. El costo y tiempo genera un costo alto para el dinero. Necesitamos evolución y estamos en esa línea. A nivel mundial, de acuerdo a nuestros estudios, la economía informal es de 35 trillones de dólares. Calculamos a cuánto asciende traer un trillón de la economía informal a la formal, lo que significa bancarizar y darle acceso a 220 millones de personas.
Esto genera 300 billones de dólares de ahorros para el sector público y privado, lo que también genera cerca de 90 billones de dólares de ahorro para préstamos. Además, la torta se agranda, no se achica.
Por más que sea global, suena a incentivo.
Es una gran oportunidad de estimular lo que ya tenemos. Podemos acelerar esto con incentivos e impulsar ahorros al consumidor final. Si la tienda paga de forma digital al distribuidor, la empresa que brinda la mercancía podría entregar más, por ejemplo. Hemos visto esto en varios países en Asia, lo que ayudó a la aceleración del achicamiento del efectivo. Hay ahorros significativos para el privado en el área de retail, consumo y otros.
¿Cómo ve el futuro de las monedas digitales en el corto plazo?
Para que esto funcione se necesita una infraestructura regulada hecha por el BCR y la participación de entidades financieras, además de fintech para crear ese valor. Se tiene que generar el ecosistema a través de mecanismos no por depósitos sino por movimiento de valor. Si se da un servicio y se devuelve en dinero en valor digital para comprar gasolina o pan, la transición no va a ser tan difícil.
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Considerando que hay un mayor margen de acción por parte de las entidades financieras respecto a las fintech, ¿es posible la convivencia entre ambos?
Es imposible llegar a donde queremos llegar, con inclusión y dinero regulado soberano, sin las empresas porque la propuesta de valor es digital y es para personas que solo necesitan recibir valor y usar para pagar. Las fintech están para atar a la última milla que queda abierta y nadie llena.
Las fintech tienen cuentas corporativas con bancos locales y las ayudan. Para un entorno de gobierno favorable y mejorar el nivel socioeconómico funciona para crecer de manera orgánica y, para los bancos, es una unión.