“Es una relación privilegiada”, refirió Gonzalo Gutiérrez, exministro de Relaciones Exteriores, sobre el vínculo económico que Perú sostiene con China. En esa línea, recordó que la historia comercial con el gigante asiático se formalizó con el Tratado de Libre Comercio (TLC) del 2010 y, desde entonces, los beneficios bilaterales han ido en aumento. Al respecto, los sectores extractivos —como Minería, Petróleo y gas y Pesca— lideran el mercado.
El excanciller compartió sus perspectivas durante el foro denominado “Relaciones comerciales China-Perú: prevención y resolución de disputas“, a cargo del Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Lima (CCL). Reforzó la premisa José Tam, presidente de Cámara de Comercio Peruano China (CAPECHI), quien desempolvó la trayectoria de este nexo amigable: desde el siglo XVI existe una dinámica mercantil.
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“La letra pequeña”
Gutiérrez aplaudió la inversión china en crecimiento y, desde su posición como secretario general de la Comunidad Andina (CAN), indicó el impacto: “La tasa de crecimiento anual de las exportaciones de los cuatro países que conforman la CAN (Ecuador, Colombia, Perú y Bolivia) superó el 10 % en 2023, alcanzando casi los US$ 32,000 millones. Esto refleja la posición de nuestras naciones en relación con China”.
Pero, detectó la urgencia de “mirar la letra pequeña” del compromiso que genera para el Perú. En conversación con Gestión advirtió que el elemento prioritario debe ser la estabilidad jurídica. “La estabilidad jurídica es lo que da la seguridad a las inversiones y al cumplimiento de las normas de los estándares, que ahora son mucho más altos. [...] Todo eso tiene que ser incorporado dentro del proceso”, aseguró.
Opinó, en esa línea, que, aunque existe una normatividad, siempre es posible mejorar. “Hay que hacer un esfuerzo para que a nivel de las instituciones jurídicas esa estabilidad se consolide. Cuanta más estabilidad haya, menos controversias. Es importante tener mecanismos de controversia”, agregó.
Hizo alusión a la firma del convenio Centro de Arbitraje CCL-CPECHI, un medio de solución de controversias distinto al proceso judicial, mediante el cual las partes se someten a la decisión de un tercero; es decir, un árbitro responsable de remediar la disputa.
La comisionada que explicó el impacto de una figura “independiente, imparcial, autónoma y especializada” fue Roxana Jiménez, exjueza de la Corte Superior.
Ella hizo hincapié en la carga procesal que caracteriza al grupo de trabajo, lo cual desencadena una carencia de tiempo no solo para las resoluciones, sino también para la instrucción de sus integrantes. “Los juzgados y las salas judiciales ven temas diversos, es imposible que un juez pueda ser especialista en todas esas materias”, abordó.
La conclusión del excanciller se enfocó, entonces, en una mejor capacitación del Poder Judicial en normas relacionadas con la inversión internacional. Planteó una analogía: “Por ejemplo, en el caso de las normas de la Integración Andina, es importante que los jueces de estos países (Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú) conozcan en detalle la normatividad y cómo aplicarla”.
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Ajuste en el esquema tradicional
Gutiérrez incorporó a su lista de pendientes una reestructuración en los esquemas de importación y exportación (actualmente, China percibe el 35.7% de las exportaciones peruanas y el 27.1% de las importaciones).
“Los esquemas de importación y exportación que tenemos con China aún son demasiado tradicionales. Exportamos materias primas, como harina de pescado y minerales; e importamos productos industrializados, como motos y computadoras, pero esa relación tiene que evolucionar. [...] Con el tiempo, este esquema sin variación no va a resultar beneficioso para ambos socios”, argumentó.
En detalle, Rosario Santa Gadea, doctora en economía internacional, desplegó algunos de los resultados de este comercio bilateral hasta el momento. Figura un gran crecimiento en las exportaciones peruanas hacia China: ha pasado de US$ 400 millones en el año 2000 a US$ 23,200 millones en el año 2023.
Lo mismo ocurrió en el lado de las importaciones. De US$ 300 millones de dólares en el año 2000, US$ 15,700 millones en el 2022 y una ligera caída a US$ 13,400 millones en el año 2023.
“La figura es un poco diferente en las exportaciones no tradicionales”, precisó la experta. En comparación con Estados Unidos y la Unión Europea, los envíos a China son bajos: representan apenas el 4% del total exportado.
En cuanto a la composición sectorial de este grupo, predominan textil, pesca, agropecuario, agroindustria, químico, madera, siderúrgico, metalúrgico y minería no metálica. “De manera que hay una cierta diversificación”, aclaró.
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La necesidad de una transferencia tecnológica
Introducir en la relación económica entre China y Perú el concepto de la transferencia de tecnología también es una medida que robustecería el lazo. “Es necesario que haya una diversificación en la atracción tecnológica al Perú, que no solo seamos unos exportadores de materias primas, sino que apliquemos tecnología para transformación, para producción de servicios, para elaboración de productos que puedan, por ejemplo, tener como destino un mercado de los 114 millones de personas que hay en la Comunidad Andina”, acotó Gutiérrez.
Por ello, recordó que el megapuerto de Chancay tendría que ser mirado solo como un trampolín para importar, exportar y, sobre todo, para “desarrollar en torno a esa zona portuaria un punto en la que la innovación tecnológica cumpla un rol”.
Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.
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