¿El transporte público debe ser igual para hombres y mujeres? El caso de Lima: #TransporteParaEllas
Hombres y mujeres tienen diferentes patrones de #movilidad. Sin embargo, los sistemas y la infraestructura de #transporte no están diseñados para beneficiar a ambos géneros por igual. Las limitaciones de movilidad pesan aún más en las mujeres pobres. ¿Qué hacer?
Por Sofia Guerrero e Irene Portabales
Hablar del Perú es hablar del progreso de los últimos años. Numerosos avances han supuesto una mejora de la calidad de vida de sus habitantes, pero esta no ha sido igual para todos y todas, y las desigualdades entre diversos sectores sociales persisten.
El caso de Lima simboliza un ejemplo claro de este dilema. La gran capital peruana ha crecido en las últimas décadas impulsada por un desarrollo económico y urbanístico veloz. Este hecho ha puesto en evidencia, e incluso acentuado, algunas carencias en el modelo de ciudad.
El rápido crecimiento de esta ciudad de casi 10 millones de habitantes, un tercio de la población del país, ha influido decisivamente en la situación actual de sus servicios básicos. Por ejemplo, más de un millón y medio de limeños no tienen acceso a agua potable ni saneamiento, según cifras de Oxfam en Perú.
En este contexto, destaca especialmente el transporte público, de hecho es la segunda preocupación más relevante para los limeños y las limeñas según datos del observatorio ciudadano Lima Cómo Vamos.
Radiografía de un gran desafío
Lima es una ciudad monocéntrica: las oportunidades laborales y de ocio se hayan muy concentradas. Ello genera una necesidad de desplazarse cada día y obliga a estas personas a un mayor número de trayectos y de mayor duración. Alrededor de un tercio de limeños y limeñas reside en viviendas de desarrollo informal situadas en las zonas más alejadas de los centros económicos y de toma de decisión de la capital.
Una persona puede utilizar hasta seis medios de transporte en el día para trasladarse dentro de la ciudad, ya sea para llevar a sus hijos a la escuela o ir al trabajo. 7 de cada 10 habitantes de la capital se desplazan en uno de los diferentes modos: la Línea 1 del Metro, el servicio de autobuses de tránsito rápido Metropolitano; las diferentes líneas alimentadoras y corredores; las rutas autorizadas de transporte colectivo en Lima y Callao; y el transporte informal, en gran medida.
A la dificultad que representan los traslados en la ciudad se suma que el sistema de transporte público limeño carece de una perspectiva de género que permita la total inclusión y consideración de las mujeres.
¿Qué hacer?
Es fundamental poner el foco en las demandas de todos, y en especial de todas. Las mujeres son afectadas en mayor proporción por desigualdades sociales, laborales y económicas. Debido a ello presentan unos patrones de viaje muy particulares, influidos considerablemente por los roles sociales impuestos.
Sus desplazamientos suelen ser más cortos y mayores en número, ya que suelen ser las encargadas de los trabajos del hogar y del cuidado de familiares. Su mayor prioridad es la calidad, la flexibilidad y la seguridad del viaje, más allá del costo o del tiempo empleado. Las deficiencias de una red de transporte público congestionada e insegura condicionan notablemente su capacidad de tomar decisiones sobre su movilidad y, en última instancia, limitan su acceso a mejores oportunidades laborales.
Barreras a superar
Al respecto, el Banco Mundial está realizando un estudio cualitativo sobre los factores de género que afectan en mayor medida a la movilidad de las mujeres en tres ciudades latinoamericanas: Buenos Aires, Lima y Río de Janeiro. En cada una de ellas se seleccionaron dos áreas de bajos ingresos, una con alta accesibilidad y otra en la que esta es menor.
El documento resalta las principales barreras a las que se enfrentan las usuarias de transporte colectivo, identificando cuatro ámbitos.
- Individual, que muestra los patrones de movilidad derivados de la mentalidad y actitud personal propia: una tendencia a viajar en horas pico, en un área geográfica más restringida y generalmente acompañada (menores, personas mayores…) o llevando bolsas o paquetes.
- Familiar, donde se observa una posición secundaria de la mujer, supeditada al hombre, que lleva a que se dediquen a tareas peor remuneradas y generalmente domésticas o de cuidados, lo cual deriva en un mayor número de desplazamientos y uso del transporte informal.
- Comunitario, donde aparecen los problemas de falta de seguridad, con situaciones de robos o acoso, lo que conduce a una restricción del área de desplazamientos de las mujeres.
- Sistema de transporte, con, por ejemplo, rutas y paradas mal diseñadas e inseguras, lo que comporta un riesgo más elevado en el desplazamiento a la parada o durante la espera del transporte, o incluso la limitación de acceso a trabajos nocturnos por falta de seguridad.
El estudio también propone una serie de recomendaciones y puntos clave que permitan la mejora del sistema.
La mujer debe ser partícipe de todas las etapas para que el sistema sea inclusivo y seguro. A modo de ejemplo, la incorporación de la mujer permitiría corregir situaciones como la falta de seguridad en el diseño de las rutas, con paradas mal iluminadas y alejadas; la escasez de medios de prevención y respuesta frente a conductas inapropiadas, con botones del pánico en los vehículos o la posibilidad de realizar paradas intermedias en el servicio nocturno; o la falta de adecuación del sistema tarifario a las necesidades de las mujeres, que se beneficiarían de una mayor y más económica conexión entre modos de transporte.
Actualmente, en la capital peruana se están realizando esfuerzos en la dirección correcta, con un impulso decidido hacia la integración operativa, tarifaria, física e institucional del transporte bajo el mandato de la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU). El objetivo es desarrollar un sistema moderno, eficiente, sostenible, accesible, seguro y limpio, con una amplia cobertura territorial.