¿Era previsible la guerra?
Escribe Gustavo Sebastián Sánchez García, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico.
Bombardeos, preocupación e incertidumbre mundial. La reciente invasión militar rusa en Ucrania ha puesto al mundo en un tenso estado de preocupación e incertidumbre. Un escenario de guerra en Europa, uno de los más improbables de acontecer luego de los avances en materia de paz conseguidos post Segunda Guerra Mundial, se encuentra en desarrollo en pleno siglo XXI. En este escenario, el presente artículo se enfocará en responder a la pregunta: ¿Era previsible la invasión militar rusa en Ucrania? Considerando un análisis ex-post al comportamiento de la política exterior rusa a partir de 2014, se explorarán algunos factores que, posiblemente, incrementaron las probabilidades de ocurrencia del actual conflicto armado.
La anexión de Crimea a Rusia en 2014: la primera respuesta de política exterior rusa al acercamiento entre Ucrania y occidente
Uno de los “dolores de cabeza” más grandes de Vladimir Putin en los últimos años ha sido el avance del curso de integración de Ucrania tanto a la Unión Europea como a la OTAN. Ello debido a que la integración de Ucrania en ambas organizaciones supone, por un lado, un distanciamiento económico entre Ucrania y Rusia y, por otro lado, el avance de una amenaza militar, principalmente estadounidense, en la frontera suroeste rusa. Con la finalidad de analizar si era o no previsible la actual invasión rusa a Ucrania, es importante observar las respuestas anteriormente tomadas por Moscú en escenarios en los cuales ha visto en peligro sus intereses geopolíticos. Como un primer paso, podemos considerar la anexión de Crimea a Rusia en 2014 como un objeto de análisis del comportamiento reciente de la política exterior rusa.
Ello nos lleva a realizar un análisis superficial a los acontecimientos surgidos en la península de Crimea en el año 2014. Recordemos que un año atrás, en 2013, Ucrania se encontraba bajo la presidencia de Víktor Yanukóvich, presidente abiertamente prorruso que, en parte, se concentró en fortalecer las relaciones diplomáticas entre Kiev y Moscú. A pesar de que es conocido que en Ucrania existe una división política y social entre la población prorrusa y la pro-occidente, lo cual de por sí provoca y ha provocado un descontento social generalizado en el país a lo largo del tiempo, el descontento de la población pro-occidente se intensificó en noviembre del año 2013 cuando Yanukóvich se negó a firmar el acuerdo de asociación de Ucrania a la Unión Europea. En consecuencia, surgieron múltiples protestas de ciudadanos ucranianos con motivo del desacuerdo con las decisiones de su gobierno. Protestas denominadas “Euromaidán”, las cuales terminaron en el derrocamiento del gobierno de Víktor Yanukóvich y la toma de mando de un gobierno pro-occidente, Oleksandr Turchinov.
En su momento, la destitución del gobierno prorruso de Víktor Yanukóvich y la entrada del gobierno pro-occidente de Oleksandr Turchinov significó un claro peligro para los intereses geopolíticos de Moscú. Peligro al que la política exterior rusa no dudó en responder militarmente anexando parte del territorio ucraniano, Crimea, a la Federación Rusa. Claro está, bajo un proceso de anexión que, con la finalidad de no ser considerado como una invasión y una violación a la soberanía ucraniana, intentó involucrar un proceso electoral. Sin embargo, dicho proceso electoral no fue reconocido por la comunidad internacional debido a que no contó con observadores internacionales que garantizaran la transparencia del mismo y, en consecuencia, la anexión de Crimea a Rusia en 2014 fue considerada como una violación al Derecho Internacional contemporáneo. Posterior a la anexión, Rusia recibió múltiples sanciones económicas por parte de diversos miembros de la comunidad internacional debido a su accionar en Crimea.
En este sentido, es posible notar que la anexión de Crimea a Rusia en 2014 nos deja dos observaciones en materia de análisis del comportamiento reciente de la política exterior rusa: por un lado, muestra una política exterior dispuesta a asumir grandes costos económicos en términos de sanciones con la finalidad de alcanzar fines políticos y, por otro lado, muestra una política exterior rusa significativamente apoyada en su poderío militar.
El fallo de las sanciones económicas como una herramienta para desincentivar la invasión rusa en Ucrania
Uno de los factores que hacían impensable la invasión rusa a Ucrania era el gran costo en términos de sanciones económicas que suponía la invasión militar para las empresas rusas. En el contexto actual, es posible que surja la pregunta: ¿por qué las sanciones económicas venideras, aparentemente, no fueron un suficiente desincentivo para que Rusia decline la invasión? Entre muchas posibles respuestas, podemos considerar algunas resaltantes.
Un posible motivo por el cual las sanciones económicas venideras al país euroasiático no fueron un suficiente desincentivo para evitar la invasión es que, de antemano, las empresas rusas ya se encontraban asumiendo grandes costos económicos debido a la demora en la aprobación de la licencia de funcionamiento del gasoducto Nord Stream 2. Recordemos que el gasoducto Nord Stream 2 suponía una inversión de aproximadamente 5675 millones de dólares por parte de la empresa rusa Gazprom (BBC, 2022) y que su demora en la aprobación, en parte, estuvo impulsada por la necesidad de occidente de contar con un “arma de presión” en contra del gobierno ruso con la finalidad de desincentivar la invasión a Ucrania (El País, 2022).
Otro posible motivo del fallo de las sanciones económicas como una herramienta de desincentivo a la actual invasión es que, posiblemente, el país euroasiático se encuentra “acostumbrado” a vivir bajo sanciones (BBC, 2022). Recordemos que fue mencionado que en 2014 Rusia recibió múltiples sanciones económicas debido a su accionar en Crimea. Sanciones económicas previsibles y que, a su vez, formaron parte del desarrollo económico ruso de los últimos años. Una afirmación que más de un especialista en la materia ha manifestado es que, probablemente, las sanciones del 2014 le permitieron a Rusia forjar su desarrollo económico bajo un ambiente de sanciones, lo cual le permitió al país en cuestión “aclimatarse” a las mismas.
En este sentido, podemos considerar que lo mencionado anteriormente, por un lado, situó al sector empresarial ruso en un escenario de significativas pérdidas económicas desde antes de la invasión militar y, por otro lado, le permitió al país en cuestión “aclimatar” su desarrollo económico a un ambiente de sanciones. Aspectos que, probablemente, no sólo disminuyeron la efectividad de más sanciones económicas como un desincentivo a la actual invasión sino que, a su vez, incrementaron las probabilidades de ocurrencia de la invasión en sí.
Ucrania, la OTAN y su decisión de no intervención ante una posible invasión
Finalmente, otro factor que hacía impensable una invasión rusa en Ucrania eran las estrechas relaciones militares entre Ucrania y la OTAN. En este escenario, la teoría de las Relaciones Internacionales nos brinda un concepto útil para entender la anterior premisa: el equilibrio y balance en el poderío militar. En Relaciones Internacionales, un estado de equilibrio y balance en el poderío militar entre dos o más Estados es el escenario con menor probabilidad de ocurrencia de un conflicto armado. La explicación es simple, como a la vez intuitiva: al existir un balance en el poderío militar de dos Estados, la ocurrencia de un conflicto armado solo supone un escenario en el cual ambos países pierden por igual. Un juego de suma negativa, como podría representarlo la teoría microeconómica.
En el presente contexto, las relaciones militares entre Ucrania y la OTAN, significativamente estrechas a partir de 2014, hacían pensar a diversos especialistas que, de existir una invasión rusa en Ucrania, la OTAN intervendría directamente en defensa de Ucrania. Sin embargo, un aspecto probablemente poco considerado antes de la invasión es que, mientras Ucrania no sea legalmente parte de la OTAN, la organización de seguridad colectiva no tiene la obligación legal de intervenir directamente ante un ataque al país en cuestión. En este sentido, es probable que las declaraciones de Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, descartando la posibilidad de intervención directa de la organización de seguridad colectiva en un escenario de invasión rusa (DW, 2022) hayan alterado el balance entre el poderío militar de Rusia y la defensa de Ucrania. De estar en un posible escenario de guerra entre Rusia y la OTAN se pasó a un posible escenario de guerra entre Rusia y Ucrania, lo cual provocó un desbalance en el poderío militar comparativo entre ambos y, a su vez, incrementó en las probabilidades de ocurrencia de un conflicto armado.
Un escenario lamentable, aparentemente, más predecible de lo que pensábamos
En definitiva, la lamentable invasión militar rusa en Ucrania ha sido un evento que ha tomado por sorpresa a gran parte de la población mundial. Sin embargo, tal parece ser que el comportamiento reciente de la política exterior rusa, la trayectoria del desarrollo económico del país en cuestión a partir de la anexión de Crimea en 2014 y la posición de la OTAN ante un posible escenario de conflicto nos dieron más de un motivo para considerar a la actual invasión como un escenario más probable de lo que algunos pensábamos.
De una forma u otra, la actual guerra en Ucrania es una muestra más de las lamentables acciones que suelen tomar diversas potencias militares con la finalidad de imponer su influencia geopolítica en diversas zonas alrededor del mundo. En este escenario, uno de los grandes retos que enfrentan organizaciones internacionales que velan por la paz tales como la Organización de las Naciones Unidas es mejorar la efectividad de los mecanismos legales, diplomáticos y económicos que tienen como finalidad evitar escenarios de guerra como el actual. Escenarios de guerra que suponen lamentables violaciones a la soberanía de los Estados y, en consecuencia, al Derecho Internacional. Tanto la anexión de Crimea a Rusia en 2014, como la actual invasión militar rusa en Ucrania o cualquier otra intervención militar sin consentimiento de un Estado soberano sobre otro son claras muestras de que, en pleno siglo XXI, aún hace falta contar con mecanismos que tengan la efectividad suficiente para conseguir que sean respetados por diversas potencias militares los límites que el Derecho Internacional impone.
Referencias:
BBC (2022). Rusia y Ucrania. Alemania suspende la aprobación de Nord Stream 2: ¿qué papel juega el polémico gasoducto en la crisis? Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60480418
BBC (2022). Rusia y Ucrania: ¿funcionan las sanciones económicas? lo que dice la historia sobre el éxito de estas medidas. Recuperado de: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60821809
El País (2022). Nord Stream 2, el gasoducto atrapado en la tensión de Occidente con Rusia. Recuperado de: https://elpais.com/internacional/2022-01-21/nord-stream-2-el-gasoducto-atrapado-en-la-tension-de-occidente-con-rusia.html
DW (2022). OTAN no desplegará soldados en Ucrania ante eventual invasión rusa. Recuperado de: https://www.dw.com/es/otan-no-desplegar%C3%A1-soldados-en-ucrania-ante-eventual-invasi%C3%B3n-rusa/a-60602887