Áreas marinas y bosques: ¿Cuál es la situación de nuestros ecosistemas?
Escribe Daniel Enrique Lara Rojas, alumno de Administración de la Universidad del Pacífico.
Contemplar los diferentes ecosistemas de nuestro país puede tornarse una experiencia no solo emocionalmente conmovedora, sino también desafiante. Ya que reconocer el invaluable valor que generan estos en las diferentes formas de vida que la habitan, como la nuestra, nos invita a reflexionar sobre una justa convivencia y su protección muchas veces frente a los que juraron defenderla.
Según la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (2019), el Perú solo concentra el 0.6% de su mar como protegido. A diferencia de países como Chile que logra alcanzar el 42,2% de su territorio marítimo.
A pesar de comprometerse desde el 2010 en el Plan Estratégico para la Diversidad Biológica, también conocido como metas Aichi, el país se encuentra como el último en la región por no haber cumplido el objetivo de cubrir al menos el 10% de su mar como área protegida para el 2020.
Asimismo, la falta de protección de áreas marítimas limita alguna forma de castigo o delito hacia los que practican la sobreexplotación de pesca, el insostenible crecimiento de la pesca artesanal, y la contaminación de residuos no degradables (MONGABAY, 2020). Además de no impedir potenciales concesiones de pozos petroleros en estas zonas y restringir el tráfico de especies en peligro de extinción.
Respecto al caso del bosque tropical del Amazonas, este abarca el 60% del territorio nacional, y concentra el 94% de todos los bosques de la región (MINAM, 2015). Además, en este habitan el 16% de la población total incluyendo 51 de los 54 pueblos originarios de nuestro país (BDPI, 2020), y según el Ministerio del Ambiente (2020) el Perú se posiciona como el noveno país con mayor extensión de bosques del planeta.
A pesar de estos indicadores, según el MINAM (2019), fueron 147 mil hectáreas de bosques que se deforestaron de manera ilegal para el 2019, superior al promedio anual que se mantiene desde el 2001 en 126 mil hectáreas; además de considerar que el 66% de la madera exportada proviene de esta procedencia ilícita (Osinfor, 2019).
Sumado a esto, el tráfico de terrenos por parte de grupos organizados se presenta como una alternativa para la deforestación de manera rentable. Un mecanismo que favorece al margen de la ley la tala de árboles ya que al poseer un título del terreno lo hace dueño por sobre este espacio y su vegetación (SPDA, 2017).
Mecanismos auxiliares
Es indispensable la creación de áreas marítimas protegidas para evitar el fortalecimiento o normalización de actividades ilícitas en zonas de valor ecosistémico. Actualmente se mantiene en proceso la creación de dos reservas marítimas: El Dorsal de Nazca y la del Mar Tropical de Grau. Con estas se calcula cubrir el 8% de protección del mar peruano (SERNANP, 2021). Una cifra aún menor a las metas Aichi; sin embargo, con la garantía de frenar potenciales concesiones petroleras, incremento de pesca artesanal o desechar residuos sólidos en estas zonas.
Por otro lado, según la Agencia EFE (2021), existen garantías para mitigar la deforestación con programas de compensación monetaria hacia las comunidades indígenas cuando ellos mismos gestionan determinadas áreas. Sin embargo, estos incentivos económicos para reducir la tala de árboles y aprovechar los productos forestales, aún no se establecen montos específicos para las comunidades en el Perú (Programa Nacional de Conservación de Bosques, 2020). Además, el presupuesto público destinado es uno de los más bajos a nivel de américa latina y el caribe, manteniendo compensaciones que varían en una proporción de 3 dólares, a diferencia de Ecuador 9 dólares o México 30 dólares (FAO, 2021).
Finalmente, es indispensable reconocer los mecanismos que en casos similares ya hayan sido aplicados para controlar, o en todo caso, salvaguardar los ecosistemas expuestos y, sobre todo, repensar desde nuestra posición individual o colectiva la necesidad de acción frente a los retos de nuestros ecosistemas. Tal vez así, la convivencia con nuestra herencia territorial se convierta en la identidad de una nación que protege la vida en sus diferentes formas.