Brecha laboral y pandemia: Mujeres aportaron entre 17,0% y el 24,4% del PBI durante la pandemia a la economía peruana
Escribe Nicole Marocho Torres, alumna de Ingeniería Empresarial de la Universidad del Pacífico.
Si bien es cierto antes de la pandemia muchas mujeres balanceaban ya su vida laboral con los cuidados del hogar, la pandemia ha llevado este balance a traducirse en cifras desalentadoras.
La definición del trabajo de cuidados engloba el cuidado de los más pequeños, de personas mayores, de personas con algún tipo de enfermedad física o mental, así como tareas domésticas. Sí nadie diera de su tiempo para realizar estas tareas, los centros de trabajo colapsarían y por eso son fundamentales tanto para nuestras sociedades, como para la economía (Alayza, 2020).
Para hacer el cálculo del valor monetario que se puede atribuir al trabajo de cuidado, en 2016 se publica la Cuenta Satélite del Trabajo Doméstico no remunerado, una publicación realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática. Esta estima que el valor monetario atribuido al trabajo de cuidado no remunerado constituiría entre el 17,0% y el 24,4% del producto bruto interno (PBI) en el Perú, dependiendo de las metodologías utilizadas (INEI, 2016)
Entonces, dada la relevancia del trabajo de cuidados en la sociedad ¿Quiénes finalmente terminan ocupándose de estas tareas cotidianas?
En el trabajo de cuidados, las mujeres aportan semanalmente 390 millones de horas de trabajo, esto representa el 71,5% del total de horas de trabajo doméstico no remunerado, por su lado, los hombres, 155 millones de horas de trabajo doméstico no remunerado, 28,5% del total (INEI, 2016).
Esto se traduce a que, en el Perú, del tiempo total que las mujeres trabajan el 52% está destinado a la realización de actividades domésticas no remuneradas; mientras que los hombres le dedican a esta misma actividad el 24% de su tiempo total de trabajo (ENUT 2010)
Además, los picos en los que las mujeres brindan la mayor parte de su tiempo al trabajo de cuidados son entre los 20 a 39 años (ENUT 2010), rango de edades en las que, en contraste, la mayoría de los hombres tiene un despegue en su carrera.
Resaltemos que, tenemos la data de la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT) en Perú al 2010. Esto implica que, no podemos precisar con tanta exactitud dónde las mujeres colocan su tiempo a diferencia de los hombres en los últimos diez años. Sin embargo, con otras fuentes como la ONU o el mimo INEI podemos asegurar que sus tiempos siguen mayormente concentrados en la casa; sobre todo después de la pandemia.
Es esta alta participación precisamente de las mujeres en los quehaceres del hogar, un motivo más de reducir sus posibilidades de acceso al mercado laboral, el cual, según el INEI, para los hombres se redujo en un 34,9%, las mujeres perdieron el 45,3% durante la pandemia.
Respecto al ámbito laboral ganado para las mujeres, en el Perú, las mujeres representan la mitad de la población. De este 50%, el 64% de ellas trabaja fuera de casa y de este porcentaje, el 76% lo hace en la economía informal (INEI, 2018). El porcentaje restante de trabajadoras formales del país solo conforman la quinta parte de la población económicamente activa (PEA) femenina y el 10% de la PEA total. Además, la brecha salarial, a pesar de reducirse los últimos años, por cada cien soles que recibe un hombre, la mujer solo obtendrá 75 soles, a pesar de tener el mismo nivel educativo y las mismas exigencias laborales (Beltrán, 2020).
Uno de los sectores donde se encuentra un gran porcentaje de mujeres trabajando es el sector salud en el cual representan el 70% del personal sanitario mundial. Según algunas evidencias, en epidemias anteriores, cuando los sistemas de salud no lograron atender la demanda, fueron las mujeres y las niñas quienes asumieron la mayoría del trabajo de cuidados en la familia y la comunidad. (ONU MUJERES, 2020)
Por todo lo mencionado anteriormente, podemos afirmar que si existe esta brecha laboral en las mujeres debido a su vinculación con el hogar.
No todo es negativo, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2016, 2019) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, 2019) las mujeres han logrado dos hitos. Primero, las tasas de educación femenina han subido en el Perú y en el mundo (Castro y Yamada, 2010; Instituto Nacional de Estadística e Informática – INEI, 2018b; Unesco, 2019). Segundo, son más mujeres que trabajan fuera de sus casas: algunas, porque sus logros educacionales les permiten el desarrollo de sus carreras profesionales; otras, porque es una cuestión de supervivencia (OIT, 2019; Cook y Razavi, 2012).
Sin embargo, seguimos teniendo dos problemas grandes. Primero, brecha salarial como mencionamos unos párrafos anteriores, a la fecha ganamos menos que los hombres. Segundo; calidad de empleo, en general la calidad de nuestros trabajos no es tan buena como el de los hombres. Ambas problemáticas aún más ciertas y desalentadoras para mujeres con niveles educativos bajos.
A estos dos problemas se suma la pandemia, que ha puesto de manifiesto la altísima importancia que significa el cuidado, no solo en el día a día, si no, durante una emergencia nacional y debemos seguir trabajando para reducir estas diferencias que terminan perjudicando indirectamente a muchas mujeres en el mundo y por consiguiente a nuestras sociedades y a la economía.
Referencias
MIMDES. (2011) Brechas de Género en la Distribución del Tiempo/ Freyre Valladolid, Mayela. López Mendoza Edgardo.
OXFAM. (2020). Tiempos de cuidados/ Leda Pérez, Tamia Lavado, Julia Velazco, Jackeline Velazco, Susana Osorio, Hugo Ñopo, Alejandra Alayza, Giovanna Vásquez. Lima 2020).
INEI. (2016) Cuenta satélite del trabajo doméstico no remunerado / José Luis Robles, Maximo Abad Fajardo, Marisol Sofía Sota, Mirian Noemy Villena, Javier Vásquez, Ernesto Mercado, José Luis Huertas
ONU MUJERES. (2020). COVID-19 y la economía de los cuidados: acciones inmediatas y transformación estructural para una recuperación con perspectiva de género.
INEI – ENUT (2010). Uso del tiempo
Arlette Beltrán (2020) Brechas, disparidades e inequidades, también en lo económico