Brechas y desigualdad en el Perú
Rodrigo Oblitas, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico
Con el primer lugar del candidato Pedro Castillo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, se hace evidente la diferencia de opinión del electorado en las distintas regiones del país. A pesar de que el resultado haya sido inesperado para una buena parte de la población, si revisamos los comicios de años pasados, como señala Boyco en El Comercio, se puede observar una tendencia clara de apoyo hacia los candidatos que propusieron una ruptura con el modelo económico en muchos de los departamentos donde ganó el candidato de Perú Libre: Humala, en 2006 y 2011, y Mendoza en 2016.
Esto muestra la inconformidad por parte de un segmento importante de los peruanos con respecto al manejo del país durante, por lo menos, los últimos 15 años. Siendo así, me parece importante revisar algunos de los motivos económicos detrás de esta decepción que ha llevado a una fracción importante del electorado a apoyar estas propuestas.
Los departamentos de la sierra del país, además de San Martín, Amazonas y Madre de Dios. Estos son los sectores en cuestión. Como esta columna no pretende extenderse demasiado, revisaremos únicamente los casos de Cajamarca y Arequipa donde, a pesar de mostrar realidades económica muy distintas en cuanto a producto interno bruto, el resultado en los sufragios fue casi el mismo.
En primer lugar, con respecto a Cajamarca, se trata de una de las regiones más pobres del país a pesar de la inversión minera y del crecimiento económico. La población debajo de la línea de pobreza se registra en 38% y, de la de extrema pobreza, en 11%, a cifras de 2019. A día de hoy, es seguro que con la pandemia estos indicadores se hayan incrementado. Asimismo, se advierte vulnerabilidad a la pobreza para el 38.9% de los cajamarquinos.
Fernando Gonzáles, del Instituto Peruano de Economía, y Jorge Morel, del Instituto de Estudios Peruanos, observan que algunas de las principales problemáticas de Cajamarca son la incapacidad de transformar los recursos mineros en servicios efectivos para la población y el entrampamiento de proyectos en fase de diseño, debido a la ineficacia de las empresas municipales y la incapacidad de algunas autoridades: así, proyectos como el del agua potable y de otros servicios básicos fracasan (solo el 64.1% de hogares tiene los 4 servicios básicos). A esto se le tiene que aunar el efecto de la corrupción y burocratización de los gobiernos regionales. En adición, con respecto al segundo sector económico más importante de Cajamarca, la agricultura, González destaca una baja productividad, la que perjudica al nivel de los salarios. Es importante mencionar que gran parte de este sector está autoempleado y orientado a la agricultura de la subsistencia.
Con el caso de Arequipa, la situación es distinta. En los últimos años, ha sido el segundo departamento con mayor PBI y PBI per cápita del Perú. De hecho, la pobreza total alcanza solo al 6% de la población y, la pobreza extrema, ni siquiera al 0.5% según el MIDIS. También, el acceso a servicios básicos ha crecido en la última década, superando al acceso promedio nacional. ¿Dónde radica la desigualdad y la insatisfacción? Primero, al igual que en las demás regiones del sur, se denota en Arequipa un fuerte deseo por mayor presencia estatal desde hace muchos años (por lo menos desde la postulación de Humala) y que se ha agudizado con el impacto económico y sanitario de la pandemia, como señala Paulo Vilca, analista político. Sectores como la minería, el turismo y servicios financieros han sido visiblemente perjudicados.
A pesar de que la situación económica de este departamento difiera mucho de la de Cajamarca, la que es quizás la razón más importante del descontento es también la incapacidad de traducir el crecimiento minero en cierre de brechas y servicios sociales. Según José Lombardi, Gerente General de Consultora Reverso, el incremento de la desigualdad y la incapacidad del Estado para distribuir la rentabilidad del canon en beneficio efectivo para la población genera una mayor desconfianza con este sector. Y no es una consecuencia extraña, pues efectos negativos como los daños al medio ambiente y actos de corrupción contra empresas locales ya se han visto reiteradas veces.
Si bien en Cajamarca hay muchas necesidades básicas que más urgentes de atender que en Arequipa, es posible ver similitudes en los problemas de ambas regiones. Para ambos departamentos podríamos sostener que hay una falta de armonía de la minería para con el desarrollo sostenible de las regiones. Lombardi destaca la importancia de un diálogo institucional entre los actores involucrados, la participación de un Estado eficiente que vele por los intereses de la sociedad en su conjunto, la integración de mecanismos de monitoreo de cumplimiento de compromisos y, sobre todo, una visión a medio y largo plazo. Así también, se recomienda tomar una orientación a la diversificación y esto es importante no solo para evitar posibles impactos negativos externos, como el efecto de una caída de los precios de los metales, sino además para aprovechar las potencialidades productivas de más sectores.
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