Perú:¿cuna de la contabilidad moderna?
Por Bruno Herrera, estudiante de Economía de la Universidad del Pacífico
En 1494, un fraile franciscano llamado Luca Pacioli publicó en Venecia un libro titulado Summa de arithmetica, geometría, proportioni et proportionalita. En este tomo, el religioso introdujo, por primera vez, el concepto formal de la partida doble. Este sencillo principio que indica que no puede existir deudor sin acreedor ni viceversa fue tan revolucionario para la contabilidad que desde su formalización se ha mantenido prácticamente intacto además de valerle a Pacioli el título de “padre de la contabilidad”. Sin embargo, muy lejos de la Italia de entonces, los incas pudieron haber conocido la partida doble incluso antes que los europeos.
Quipus con doble partida
Así versa la hipótesis del investigador de la Universidad de Stanford, Lyle Jacobsen, quien, en su paper de 1964, The Ancient Inca Empire of Peru and the Double Entry Accounting, argumentó que los quipus no solo se usaron como instrumentos para la contabilidad, sino que también se habrían confeccionado siguiendo el famoso principio de partida doble. Esta presunción se sostiene, según el autor, en el complejo desarrollo de la administración económica del Imperio inca que pese a carecer de un sistema monetario, sí hacía frente a la recaudación de tributos y asignación de tierras en un vasto e intricado territorio. Por este motivo, es natural suponer que una administración semejante, requiriese de métodos acordes. Asimismo, Jacobsen analizó varios quipus de distintas épocas del incario y, al hacer énfasis en el más tardío, postuló un proceso de evolución contable cuyo desenlace resultó en un quipu cuyo balance de cuentas se encuentra más próximo al concepto de la partida doble que a una simple sumatoria.
En ese sentido, si este quipu efectivamente se tratase de evidencia sobre el importante principio en el incanato, este conocimiento no habría estado reservado a su usuario inmediato, es decir, a su autor. Debido a que los quipus eran utilizados para la rendición de cuentas y los quipucamayoc, funcionarios encargados de descifrarlos, fueron compiladores estratificados de las cifras de todo el imperio, debían existir al menos dos partes instruidas en esta metodología. ¿Cuánto se pudo haber extendido esta práctica en el Tahuantinsuyo? La interrogante permanece sin respuesta.
¿Pioneros o simultáneos?
Si bien lo postulado por Jacobsen puede ser tan sorprendente como interesante, no debemos darlo por hecho. En especial cuando diez años más tarde de la publicación de su investigación, Dale Buckmaster, de la Universidad de Delaware, refutó casi todos sus planteamientos y señaló que, debido a la limitada muestra en la que Jacobsen basó su estudio, no se podía tener certeza de que los incas hayan conocido la partida doble aun cuando contaban con los medios suficientes para desarrollarla.
Pero si todavía insistiésemos en esta teoría, debemos recordar que el título de Pacioli se debe a su sistematización de una técnica que los comerciantes italianos venían utilizando de manera independiente y sincrónica mucho antes de la publicación de su libro. En este aspecto, existe evidencia del uso rudimentario de la doble partida que data, por lo menos, de un siglo antes de la obra del fraile. Por todo esto, no es posible establecer si los avances contables de las culturas prehispánicas que florecieron en nuestro territorio antecedieron a los registrados en Europa u otras partes del mundo. En todo caso, la exigua cantidad de quipus que ha sobrevivido hasta nuestros días y el aún menor número de aquellos con características contables impiden validar la tesis de Jacobsen.
Un tesoro oculto
Si el uso de los quipus era tan extenso como el Tahuantinsuyo, ¿por qué disponemos de tan pocos en la actualidad? Existen varias explicaciones a esta escasez. Una de ellas es la cultura bélica de los pueblos enemigos de los incas. Irritados por la dominación del imperio y sus exigencias tributarias, aquellos quienes habían sido súbditos aprovecharon el colapso de sus opresores para arrasar con los rastros del poder que sobre ellos se había ejercido. Procedieron así no solo porque creían que, desaparecido el quipu, desaparecía la deuda, sino también porque así se obraba en la guerra precolombina y esta práctica tampoco había sido ajena a los incas. Los españoles no participaron (al menos oficialmente) en la desaparición de los quipus sino hasta 1583, cuando la Iglesia Católica los incluyó en su lista de instrumentos de idolatría y ordenó su erradicación.
Sorprende, en otra nota, que la investigación del asunto esté dominada por extranjeros al punto que el esfuerzo nacional sea tanto o más escaso que los mismos quipus. Ya sea por falta de interés, recursos o prensa, el estudio de nuestra historia contable ha quedado ciertamente rezagado. Así lo advierte Carlos Rico, profesor de la Universidad Santo Tomás de Colombia, quien además resalta la importancia del estudio de nuestra historia contable en pro de la comprensión del desarrollo de la disciplina a nivel regional y la configuración económica de las sociedades que nos precedieron.
Independientemente de la partida doble, ¿qué misterios se hallarán tramados en los quipus? Un tesoro oculto profundamente vinculado a nuestra identidad nacional espera ser descubierto y estudiado. Parece que, como con tantas otras cosas, no hemos prestado suficiente atención.