Política macroprudencial peruana
Miguel Hernández, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico
Carteras de crédito con mayor riesgo y menor capacidad de endeudamiento por parte de las empresas describen la situación del sistema financiero peruano a raíz de la pandemia. Debido a la importancia del mercado financiero, contamos con instituciones que supervisan la banca peruana y mitigan los riesgos inherentes a ella, a través de la política macroprudencial. En las siguientes líneas, se revelará el rol de la política macroprudencial en el país para hacer frente a la crisis actual.
Para empezar, si bien no existe un consenso sobre una definición exacta, entendemos la política macroprudencial en el Perú como la política efectuada por el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) y la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS) con el fin reducir los potenciales costos de la inestabilidad financiera. Una crisis financiera puede desarticular la cadena de pagos en la economía y hacer que la inversión y el consumo privado se vean seriamente deteriorados. Kapp y Vega (2014), estiman que el costo de estas crisis puede llegar a representar un 5% del PBI global. Cabe mencionar que las crisis financieras suelen ser “prolongadas y profundas” y a pesar de producir efectos diferenciados entre sectores, son perjudiciales para toda la actividad productiva (Claessens, Kose y Terrones, 2011).
Además, los ciclos financieros suelen intensificar contracciones del sector real de la economía. Ciertamente, los choques a la economía pueden verse amplificados gracias al sistema financiero, por lo que la política macroprudencial puede también entenderse como aquella que busca proteger a la economía de la onda expansiva de estas crisis.
Podemos desagregar la política macroprudencial en política exante (aquella realizada previo a la pandemia) y expost (aquella que se viene realizando después del choque). Como se verá, ambas son importantes para la regulación del sistema financiero.
Respecto a la política macroprudencial exante, el Perú ha usado provisiones contracíclicas con el fin regular la emisión de prestamos y evitar la formación de patrones booms – bust en los ciclos crediticios Es decir, en períodos de contracción económica, como la crisis de 2008, la regulación bancaria proporcionó los incentivos para que la emisión de préstamos sea mayor (en noviembre del 2008, la tasa de crecimiento del crédito real ascendió a aproximadamente 25%). Por el contrario, en períodos de expansión, como el período 2010-2013 (con los elevados precios de los commodities y la fuerte entrada de capitales), el crecimiento del crédito real fue mucho menor (llegando a un valor cercano al 10% en marzo del 2013). Sin embargo, el comportamiento contracíclico del crédito no ocurrió en los años posteriores, puesto que la desaceleración económica no vino acompañada de un mayor crecimiento del crédito real.
Por otro lado, el BCRP ha venido usando una política contracíclica de encaje: en años buenos para el Perú como el período 2010-2013, la tasa de encaje sobre los depósitos en soles y dólares aumentó notoriamente (alcanzado picos de 21.2% para la tasa de encaje en soles y 44% en dólares, en junio del 2013) para que las ganancias producto de la expansión económica no sean meramente utilizadas para la intermediación financiera, sino que una mayor parte de los depósitos constituyan reservas que puedan ser utilizadas a futuro. Lo contrario ocurrió en años posteriores, en los que la desaceleración económica en el país condujo a una reducción de la tasa de encaje en soles, a fin de estimular la intermediación financiera y evitar busts crediticios.
Así pues, la política macroprudencial, sobre todo en el período de la crisis financiera y el boom de la materias primas, fue indispensable para que el país no entre en expansiones y contracciones excesivas del crédito y para que cuente con reservas a fin de afrontar períodos de inestabilidad financiera como el que se vive en la actualidad a raíz de la pandemia.
Ahora bien, ¿qué está sucediendo en la actualidad en el Perú que hace que la política macroprudencial sea relevante? Por un lado, la crisis actual ha elevado los niveles de morosidad en el país. Ciertamente, la crisis económica ha aumentado los niveles de desempleo y ha reducido los ingresos de forma considerable, por lo que la capacidad de pago de muchos peruanos se ha deteriorado. Según estadísticas de Asbanc (2020), el índice de morosidad para junio del 2020 ascendió a 3.15% y se estima que para fines de año la tasa de morosidad podría llegar hasta un 10%. Los efectos de esta mayor probabilidad de impago de empresas e individuos recién podrán sentirse en el mediano y largo plazo, pues numerosos contratos de deudas han sido aplazados.
Es importante reconocer que la política macroprudencial implementada por la SBS y el BCR previa a la crisis ha ayudado a que el choque hoy sea menos grave. El BCR ha seguido un agresivo programa de desdolarización en los últimos años que ha prevenido que se gatillen ‘efectos hoja de balance’. Asimismo, la acumulación de reservas internacionales ha permitido una menor volatilidad del tipo de cambio y un mejor acceso al financiamiento externo. Por su parte, la SBS ha evitado que los bancos tengan exposiciones altas a ciertos sectores y cuenten con posiciones calzadas en monedas y plazos, así como con portafolios bien diversificados y adecuadamente provisionados.
Si bien el sistema financiero peruano se encuentra entre los más sólidos de la región, no podemos desconocer el impacto de la crisis. Los precios de los activos en muchas empresas han sufrido una reducción generalizada iniciada a fines de febrero del 2020, por lo que el patrimonio neto de varias firmas se ha visto reducido. Si bien la reapertura gradual de la economía ha venido acompañada con una recuperación en los índices bursátiles, aún los índices de la BVL acumulan pérdidas en el año cercanas al 17 por ciento. Esto implica que las empresas tienen una menor capacidad de endeudamiento, por lo que reducen su demanda crediticia y, en consecuencia, la inversión de la economía se reduce (Claessens, Kose y Terrones, 2011). Esto último impacta en los beneficios futuros y por tanto el valor neto de las empresas, de modo que se gatilla un círculo vicioso que deteriora la actividad económica. Así, podemos notar que un choque adverso al sector real de la economía (como lo está siendo la pandemia) puede amplificar sus efectos a través del sistema financiero.
¿Qué se ha venido ejecutando en el Perú como parte de la política macroprudencial expost? La respuesta radica en las previamente analizadas provisiones contracíclicas del crédito. Las fuertes inyecciones de capital y garantías para la emisión de créditos como parte del Programa Reactiva Perú constituyen la política macroprudencial del país como respuesta a la pandemia. Existen distintas opiniones respecto a la pertinencia de esta medida para el contexto actual del Perú.
Por un lado, hay quienes afirman que, si bien estas provisiones contracíclicas facilitan el otorgamiento de créditos a empresas en un contexto de necesidad de liquidez, impactando positivamente en el precio de los activos. De esta manera, se estimularía la capacidad de endeudamiento de las firmas y la inversión agregada. Los mayores créditos emitidos por la banca servirían, además, como cobertura ante los crecientes riesgos de crédito. Se podría decir que la expansión del crédito en este contexto aceleraría la reactivación del sector real de la economía, haciendo que la capacidad de pago de los peruanos mejore y así el riesgo de impago se disminuya.
Por el contrario, hay quienes afirman que las provisiones contracíclicas del crédito empeorarían la contracción económica actual debido a que incentivarían la toma de riesgo por parte delos bancos en un periodo sumamente incierto, debilitando la solvencia de la banca. Ello conllevaría a un grave escenario de impagos en el futuro que podría ocasionar la caída de uno o más bancos.
Como vemos, la política macroprudencial en el Perú ha sido un elemento importante a considerar en la situación actual de la economía y la salud del sistema financiero. El debate persiste sobre si la respuesta observada peca por exceso al tomar demasiados riesgos, o por defecto al no haber sido aun más agresiva. La respuesta correcta solo la conoceremos con el paso del tiempo. Lo que es cierto es que un marco sólido para la política macroprudencial, tanto exante como expost, es necesario para reducir la volatilidad financiera y su impacto en el sector real de la economía.