Panorama económico para el resto del 2019
Escribe David Amésquita, alumno de Economía de la Universidad del Pacífico
Todos recordamos esa idea que nos repetía nuestra abuela o mamá cuando los perros empezaban a ladrar desesperadamente al cielo o los periquitos se inquietaban en sus jaulas. Como si fueran videntes, la reacción de los animales era la premonición perfecta de un terremoto. Fuera cierta o no esta creencia, era una señal de alerta que nos indicaba que había que tomar precauciones. Al igual que el ladrido de los perros, la economía mundial y nacional viene dando señales de alerta que pueden pronosticar un terremoto económico más cerca de lo que pensamos. ¿Cuáles son estas señales? ¿Deberíamos de preocuparnos?
Partamos del contexto internacional para luego aterrizar a la realidad nacional. A nivel mundial, las cosas no caminan bien. La Guerra Comercial entre EEUU y China ha sido la protagonista del año. Esta disputa más allá de afectar negativamente a estos dos países, genera repercusiones indirectas en el comercio mundial que se ha desacelerado a su nivel más bajo en una década (Banco Mundial, 2019). Recordemos, por ejemplo, que muchos países emergentes como el Perú tienen en estas dos potencias a sus principales socios comerciales. En cifras, el Fondo Monetario Internacional (FMI), estima que el crecimiento mundial se debilitará y llegará al 2.6% en 2019. Asimismo, sostiene que la disputa arancelaria de EEUU y China podría reducir hasta en 0.5% o US$ 455,000 millones el producto bruto interno del próximo año (FMI, 2019).
Por si fuera poco, todos ya deben de haber leído por alguna red social o un medio de comunicaciones que la curva de rendimientos de los bonos del tesoro de EEUU se ha invertido, es decir, que el rendimiento de los bonos a 10 años es menor que el rendimiento de los bonos a 2 años. Por si no lo sabían, esta es una clara señal de recesión económica que fue un buen indicador de la crisis financiera del 2008, la crisis de las Dot Com del 2001 y la recesión post era dorada de Reagan alrededor de 1990. Es importante tener en cuenta que esto no solo afecta a EEUU, el tipo de cambio en el Perú continúa elevándose a pesar de la intervención del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), vendiendo swaps cambiarios.
Para los que no están familiarizados con este fenómeno económico, trataré de explicarlo de manera simple. Pensemos en los bonos como si fueran un depósito a plazo. Este producto te paga una tasa por depositar tu dinero durante un tiempo determinado. Uno esperaría obtener una mayor tasa por mantener el dinero depositado más tiempo. Precisamente, eso es lo normal; a mayor plazo, se brinda una mayor tasa de interés o rendimiento (pendiente positiva). Pero cuando la pendiente se torna negativa, entonces hablamos de una curva “invertida”, en donde las tasas de largo plazo son menores a las de corto plazo. Esto es una mala señal de la economía, ya que indica que el mercado siente que la perspectiva de largo plazo es pobre y que los rendimientos van a caer en el futuro. Una explicación un poco más desarrollada es que las tasas se forman en base a expectativas futuras. Entonces, a largo plazo el sentimiento del mercado es que la economía va a estar en recesión y la FED va a intervenir reduciendo la tasa de interés (política monetaria expansiva) para fomentar la inversión y reactivar la economía (crédito más barato). Efectivamente, esto también influye en que los rendimientos de largo plazo sean menores a los esperados.
En cuanto al Perú, no hay que saber mucho para reconocer que las cosas no andan bien. La Guerra Comercial ha impactado negativamente en el precio de los minerales (menor demanda de China) y somos un país minero. Según el economista Carlos Parodi, el costo sería de aproximadamente 0.7% del PBI. Adicionalmente, el conflicto de Tía María ha influido fuertemente en la confianza de los inversores que para Julio ya se encontraba en terreno negativo (-6.0%) alcanzando su nivel más bajo en los últimos 4 años. Si a esto le agregamos el mensaje presidencial que aumentó la incertidumbre por el adelanto de elecciones y representa un fuerte gasto para el Ejecutivo, las señales de alerta son claras y desalentadoras. Las proyecciones ya se están lanzando y hemos pasado de un 4.2% de PBI estimado por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) a una cifra alrededor de 3%. Por su parte, el BCP sostuvo que se crecería menos de 3% en este año a pesar de la recuperación de varios sectores en esta segunda mitad del 2019.
Cierro el artículo invitando a la reflexión. No es por ser pesimista, pero las señales de la economía son claras. El BCRP ha sido un soporte importante de estabilidad macroeconómica; sin embargo, la presión cada vez es más intensa. El Estado debería poner la calma en lugar de adelantar elecciones, incumplir contratos con la empresa privada y seguir peleando con los angelitos del Congreso. Si se acerca un terremoto, ¿Compramos el kit de emergencia acá? ¿Sería una buena jugada empezar a comprar dólares?