Continuismo de izquierdas, no de derechas
Cuando llegó la pandemia y nos introdujo en una dimensión desconocida, impredecible, llena de miedos que nunca habíamos sentido, el Estado Peruano, su presidente, sus ministros, fallaron en la misión de enfrentarla y la historia lo dejó registrado. En varios momentos -no en uno- fuimos a nivel mundial el país con el mayor número de fallecidos por Covid-19 y con la mayor caída del PBI. Nuestro PBI cayó 11%. Nuestros muertos superaban los 200,000. Una barbaridad.
Los responsables directos: Martín Vizcarra, David Zamora y todos aquellos que retrasaron la compra de vacunas, adquirieron las pruebas equivocadas, bloquearon el apoyo y las donaciones del sector privado, permitieron un festín de corrupción y malgasto y luego hasta se vacunaron (Vizcarra) a escondidas y antes de tiempo, junto a un grupo de peruanos que tampoco serán olvidados.
Esa -casi delincuencial- irresponsabilidad nos costó llegar al final del 2020 mucho mas pobres. Entre el 2019 y el 2020, la pobreza en Perú aumentó al menos 4 puntos, de 26% a 30% aproximadamente. Gracias a Vizcarra retrocedimos 10 años en la lucha contra la pobreza.
El gobierno de Vizcarra fue responsable de esto por sus políticas intervencionistas, de bloqueo a la inversión y la libre empresa, por su afán de capturar el poder político e institucional, en un contexto en el que lo primero que debía hacer era abrir las puertas a la inversión, desbloquear proyectos, agilizar obras y promover una inversión privada saludable, abundante, sin obstáculos. Su gobierno fue un gobierno con una actitud anti-empresa cuando debió ser todo lo contrario. Teníamos que preocuparnos por la comida, la salud, el trabajo del pueblo, y Vizcarra nunca se preocupó de esto.
Y aquí empieza lo que deberíamos llamar un continuismo de izquierdas. La llegada de otro presidente con una tendencia mucho más contraria a la empresa privada, Pedro Castillo, empeoró las cosas. Su pésima gestión, los innumerables escándalos de corrupción que lo rodearon, el copamiento del Estado a cargo de una mafia del nivel mas bajo que tuvimos en la historia, causaron que la pobreza extrema no solo no se reduzca sino que siga en aumento.
Lo que demuestra que el gobierno del hoy encarcelado sindicalista fue un meridiano desastre y uno de continuidad con respecto al de Martín Vizcarra, es que la pobreza aumentó entre el 2021 y el 2022 en casi 2 puntos, pasó de 25.9% a 27.5%, algo totalmente inesperado puesto que dos años después de la pandemia, Perú debía haber consolidado ya su recuperación económica.
Finalmente, Boluarte, elegida como vicepresidenta de Pedro Castillo, parte de su plancha, de su partido, de su círculo más cercano, y de quien ahora sabemos se escapó para realizarse intervenciones y cirugías estéticas en medio de las protestas, marchas y conflictos iniciales causados por el Golpe de Estado de su antecesor, es la tercera en la fila de este continuismo de izquierdas que vivimos.
Con Boluarte la pobreza monetaria se incrementó de 27.5% a 29.0%. Esto significa que la población peruana en condición de pobreza alcanzó a las 9.8 millones de personas, 596 mil personas más que en 2022. La pobreza extrema se elevó de 5% a 5,7%. Triste. Tristísimo. En otras palabras, durante la gestión de la presidenta de los relojes de lujo, ya no solo retrocedimos 10 años en la lucha contra la pobreza, retrocedimos 13 y tuvimos la peor recesión en 30 años.
Conclusión. Lo que Vizcarra causó, Castillo lo empeoró y Boluarte lo sostuvo. Esto es claramente el producto y resultado de un continuismo de izquierdas en la ideología base y la gestión pública que nos ha sostenido como país en los últimos 4 años.
La actual presidenta no pudo hacer ni ha hecho nada para mejorar las cosas. Por el contrario, con todo el descaro del planeta, el Ministerio de Economía y Finanzas, la SUNAT y otras autoridades plantean crear más impuestos o subirlos; quieren acelerar cobranzas tributarias y ser más agresivos en las fiscalizaciones, con lo cual solo reducirá el sector formal, crecerá la informalidad y se mantendrá este status quo mediocre, anti empresa en la base, con una burocracia temerosa, corrupta y poco profesional, que a contracorriente de la economía peruana sigue engordando y subiéndose el sueldo.
El Presidente del Consejo de Ministros, Gustavo Adrianzen, pide no ser alarmistas con las cifras, pero su pedido solo alimenta la indignación y la cólera de nosotros los contribuyentes que pagamos impuestos y cumplimos con nuestras obligaciones tributarias, mientras contemplamos este penoso espectáculo de injusticia.