No existe "Congreso Autoritario" o "Dictadura Congresal"
Quisiera compartir con ustedes algunas reflexiones sobre la nueva narrativa que se impone, esta que habla de una “dictadura congresal” o de un congreso “mas autoritario que el gobierno de Fujimori”. Vamos paso a paso y con algo de lógica.
1. No existe ni puede existir a) una dictadura congresal o b) un congreso más autoritario que el gobierno de Fujimori.
a) Lo primero, por algo muy sencillo: 130 individuos, criticables o no, de 10 u 11 bancadas, se ponen de acuerdo y alinean intereses. No pueden ser una dictadura. Si ustedes y yo mismo, estamos en desacuerdo con sus intereses, ese es otro tema. Podemos cuestionar aquella ley para la cual consiguieron mayoría, pero el solo hecho de que se hayan puesto de acuerdo para tener la mayoría en algo es un acto democrático en esencia. Además, son el espejo del país. Nosotros votamos por esos congresistas. Diferenciemos que no nos gustan sus decisiones de cuestionar a la institución en general. Al Congreso -como institución- tenemos que defenderlo.
b) ¿Ahora vamos a comparar el congreso del 2023 (y su alianza con Dina Boluarte) con al gobierno autoritario y corrupto del Fujimori de los noventa? Es una comparación falaz, dado que los dos “objetos” no son comparables. Alberto Vergara, quien acuñó esta frase hace algunas horas, está haciendo propaganda política y es comprensible, pero no justificable.
Repito, la alianza entre Dina y el Congreso es eso, una alianza. Autoritarismo implica el imponer -abusando del poder y sin controles o retenes- políticas públicas, normas, leyes, etc. El Congreso no impone, el Congreso toma acuerdos. Puede que no te gusten sus acuerdos ideológica o técnicamente, pero tú dejaste democráticamente que tengan ese poder, y ellos están usando ese poder en el marco de la ley. Si existen leyes cuestionables, el Ejecutivo puede observarlas, y entonces el camino legal continúa. Y si el Congreso las aprueba por insistencia, queda el Tribunal Constitucional.
2. Sobre la alianza entre el Fujimorismo y Dina Boluarte, y sus ganas de atornillarse en el poder. La política se basa en este tipo de negociaciones, pero además, hay algo más atrás. Existe una mayoría que ya no quiere “Tomas de Lima”, marchas o protestas sociales. No las quiere. Ustedes pueden creer que esto no debería ser así, pero es así. A millones de peruanos les interesa poco si se queda Boluarte o se va. Y Dina Boluarte lo sabe. ¿Esto significa que la presidenta no es vulnerable? No. Puede serlo rápidamente y depende de cuántos errores políticos cometa. En este país, últimamente, nadie tiene la estabilidad comprada.
Pero lo cierto es que 1 de cada 10 peruanos consume información política seria. Es poco probable que existan mayorías que vuelvan a querer bloqueos o paros, porque económicamente el Perú está golpeado. Dina está blindada por la indiferencia política del peruano y por su urgente necesidad de llevar un pan más barato, sin inflación, a la casa. En Puno ya hay voces que advierten que no acatarán ningún paro y seguirán trabajando. Pasa lo mismo en Cusco, aunque cuatro mil Waykas intenten calentar el ambiente con propaganda política.
El tema de fondo: a la izquierda peruana le ha dolido que la derecha mas conservadora o liberal, tenga la sartén por el mango, y esto es entendible. Pero si en realidad queremos lo mejor para el Perú en un futuro cercano, el camino debe ser más sensato; no podemos hacer berrinches así. La historia enseña que para que un político se vaya, se negocia, no se le persigue. La historia enseña que se tienen contrincantes políticos, no enemigos. La historia enseña que nunca se atacan las instituciones, se cuestionan las acciones o decisiones.
Si la izquierda progresista o radical peruana, sigue disparando a mansalva contra todas las instituciones, solo porque le ganaron la mano en el poder, lo que se degrada es el espacio político en general y ningún peruano profesional, con valores y nivel académico, querrá participar de la política legislativa.
Si queremos que el país tenga mejores nuevos parlamentarios en los mismos partidos o en nuevos, y que estos se presenten en unas futuras elecciones, las condiciones para ellos deben ser mejores.