Perú: aceptarnos como país es lo primero
El Ciclón Yaku nos ha enseñado que en Perú las cosas siempre pueden estar peor. No salimos de esta especie de ciclo tóxico desde hace meses. Es increíble. Parece que hay una fuerza superior que nos pone más y más obstáculos y hace que ocurran cosas que no queremos que pasen.
Pero hay algo más importante que esta realidad aparentemente negativa: los peruanos siempre salimos adelante, incluso mejor parados que varios países de la región y con menos situaciones extremas. La historia es clara: tenemos inestabilidad, crisis, cientos de ministros, 6 presidentes y 3 congresos, muchas perdidas humanas por violencia o por el impacto del clima, y aun así, nos buscamos la vida, seguimos adelante, aceptamos la realidad y hasta algunos, nos queremos quedar a vivir en este país hermoso.
Es interesante pensar las cosas así porque hay muchas personas que creen que necesitamos un nuevo “despertar”, una “nueva etapa”, una “resurrección”, un “mesías”. Otros quieren escapar o tirar la toalla. Y no. Las cosas no son así en la vida real. En la vida real aceptarnos es lo primero que debemos hacer, pero aceptarnos bien, no de forma inmadura, idealista o soberbia.
Es como lo que ocurre con muchas parejas que duran muchos años con momentos felices e infelices, y no se escapan de la relación, porque saben justamente que no existen “mesías”, “resurrecciones” o “despertares” que cambian las cosas de blanco a negro. Hay otras, por supuesto, que deciden romper el vínculo y buscar otro camino, otro amor, otra esperanza.
Las parejas pueden decidir lo primero o lo segundo. Las naciones, no. A nosotros nos toca quedarnos juntos. Entonces lo primero que debemos hacer es aceptar la realidad: aceptar nuestro país como es, y no querer que sea otra cosa, sino que sea mejor cada día.
Me podrían decir, “Jose Ignacio te estás confundiendo, te estás conformando con un Perú mediocre”. No. No es eso. Me refiero a que para poder cambiar las cosas y mejorar, tenemos que aceptarnos, aceptar nuestras diferencias, nuestras rupturas, nuestras opiniones diferentes y así, con todo eso, hablar, amarnos, acompañarnos, quedarnos unidos, porque tenemos que estar juntos y el destino nos ha unido como patria.
Esto en la práctica tiene muchas aplicaciones: la primera, dejar de generar discursos o acciones radicales que intenten destruir el sistema institucional o construir víctimas y victimarios; luego ayudar a los damnificados de los eventos naturales que enfrentamos, y finalmente informarnos, debatir, comunicar, transmitir valores y educar a nuestros hijos y seres queridos para que se comprometan con el Perú, con amor, con madurez, con lealtad.