¿En qué momento de la crisis estamos?
En nuestro hermano país sureño, Chile, se creó en junio del año 2003 el Sistema de Alta Dirección Pública y la Dirección Nacional del Servicio Civil. Este sistema genera concursos públicos y filtros para los cargos de confianza y alta dirección del Estado Chileno. Y nadie lo toca, ni siquiera Boric puede.
Aquí en Perú, con el presidente Castillo, ocurre exactamente lo opuesto. Se llevaron a cabo más de 200 contrataciones y nombramientos ilegales, ilegítimos, sospechosos, cuestionables, de personas que no tenían el perfil, las capacidades o la experiencia para asumir los cargos que les regalaban, en lo que para mí, constituye la peor repartija de la historia del Perú.
Pero los dos últimos nombramientos, que pasaremos a analizar, ya no solo nos llevan a exigir una reforma urgente del sistema de selección de la alta dirección del Estado sino a pensar que algo oscuro se podría estar planeando en Palacio.
Wilson Barrantes. Jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI)
General en retiro que desde 2016 no solo fue cercano a Perú Libertario, ahora Perú Libre, sino que militó en este partido. Personaje al que, según su propio testimonio, le ofrecieron la jefatura de la DINI al precio de 200 mil soles, hecho que no denunció en su debido momento: ahora asume el cargo, sin ninguna vergüenza. Tiene un file con denuncias en su contra por pornografía infantil, juicios de alimentos no asumidos, corrupción de funcionarios, magistrados, estafa y otros. Pero lo peor de todo es que Barrantes está vinculado al MOVADEF. Compartió foro con Alfredo Crespo, abogado de Abimael Guzmán, y en uno de estos eventos se leyeron cartas de Elena Iparraguirre -la nueva líder de Sendero-. Barrantes declaró públicamente que ni Sendero Luminoso ni su brazo político, el MOVADEF, eran una amenaza para el país.
Raúl Noblecilla Olaechea. Viceministro de Gobernanza Territorial
Cuestionado personaje, defensor de Bermejo y socio de su propio estudio de abogados, en el cual lo acompaña Luis Barrranzuela, quien fuera defensor a su vez de Vladimir Cerrón, ministro del interior por 27 días, rodeado de escándalos, y organizador de una fiesta COVID de la cual Bermejo escapó en la maletera de un auto. Noblecilla milita en el partido Voces del Pueblo, del mismo Bermejo. Fue el autor de una de las denuncias contra la Fiscal de la Nación y tiene una investigación en curso por el financiamiento de su partido político. El problema con este señor es que asume un puesto clave. El viceministerio de Gobernanza tiene influencia directa en la gestión de los conflictos sociales, movilizaciones, marchas, y por supuesto, en la organización del territorio para temas públicos o privados (concesiones mineras, por ejemplo).
Lo que nos muestran estos dos nombramientos, en primer lugar, es un vínculo que no se rompe entre Pedro Castillo y Vladimir Cerrón, algo que la izquierda se esfuerza en negar como si no existiese. Los destinos de Cerrón y Castillo están profundamente conectados. Portalatino en Salud es otra señal de que Cerrón tiene la misma influencia en el presidente que hace 16 meses y si en algún momento se debilitó, fue más una estrategia mediática y política que un hecho real. La cantidad de dinero que podrían estar recibiendo las bases informales de Perú Libre (y quizás de Antauro Humala) es un tema que se debe investigar, basándome en los testimonios de funcionarios que denuncian recortes informales de presupuesto, cupos y otros desvíos de dinero de los contribuyentes hacia zonas grises.
Lo segundo que nos muestran es el apoyo directo de Antauro a Castillo, comprensible porque Antauro necesita que Castillo se quede en el poder para seguir construyendo sus milicias sin que ningún sistema del Estado lo controle. Antauro se mueve en campaña, libre y sin obstáculos, con un lenguaje violento, anti-sistema, sin que nadie lo toque. Castillo, por su parte, deja que Antauro crezca y se haga fuerte. Sabe que Antauro podría garantizarle defensa en el campo, gracias a los licenciados del Ejército del Perú, sus leales etnocaceristas y otros grupos violentos. No está seguro de esto, pero prefiere tenerlo cerca.
Finalmente, afirmar que hay algo oscuro a la vista a raíz de estos nombramientos se sostiene en otro dato real: hoy Castillo por fin pende de un hilo. El arrebato de Torres y su cuestión de confianza solo generó que el Congreso (incluyendo los oficialistas que vieron en riesgo su plato de lentejas), en menos de dos semanas, apruebe una tercera moción de vacancia mucho más sólida, el reglamento para suspender al presidente con 66 votos y logre que el Tribunal Constitucional admita su medida cautelar mientras evalúa la demanda competencial, de modo que Castillo y su gabinete, aún inventando una segunda cuestión de confianza “negada”, no podría cerrar el Congreso de la República de forma legal.
¿Estamos en este momento de la crisis? ¿Hemos llegado al punto en el que Castillo piensa quebrar el orden constitucional para permanecer en el poder junto con su entorno extremista y corrupto? La pregunta se va respondiendo y por lo tanto no podemos tomar estos nombramientos como algo anecdótico o “una raya más al tigre”.