Tiempos de amistad y solidaridad
Cuando las cosas se ponen difíciles, en una familia o comunidad saludable, lo que nace es solidaridad, empatía y ayuda concreta. Y uno los puede sentir. En tiempos de tormenta o desierto aparecen los parientes, los amigos, los aliados, aquellos que tienen buena vibra a tu alrededor.
Aparecen y se quedan tus verdaderos amigos en el sentido socrático de la palabra: ”No hay, pues, amigo de los caballos, si los caballos no le aman, ni amigos de las codornices, ni amigos de los perros, ni del vino, ni de la gimnasia, ni del conocimiento, si el conocimiento, a su vez no le corresponde“.
La amistad (base de la solidaridad, la empatía y la ayuda concreta) se basa en la correspondencia de cierto tipo de amor entre dos personas, entre varias personas, que además -diría Aristóteles- es más fuerte cuando se sostiene en el bien, en la virtud.
Pero bueno… El punto es que estos son tiempos difíciles. Son tiempos difíciles porque desde varios flancos, diversos actores o estructuras le ponen obstáculos al desarrollo, a los ingresos, a la seguridad, a la estabilidad, al bienestar de los emprendedores y trabajadores peruanos de buena fe. Te ponen trabas a ti. Me ponen trabas a mí. Y entonces son mas necesarias la amistad y la solidaridad.
Son especialmente importantes la solidaridad, la empatía y la ayuda concreta, además, cuando el trabajo en el que estás involucrado implica generar un valor supuestamente intangible en la sociedad: la generación, traducción, comunicación de ideas, y la incidencia en el debate público.
En este trabajo uno gana muchos (subrayo, muchos) “adversarios” de entre quienes quieren más burocracia, más control, mas autoritarismo cultural, más Estado, y menos verdad, menos libertad, menos empoderamiento ciudadano.
Y uno puede soportar los adversarios del otro equipo, pero no del propio. Se puede soportar la cólera, la mala vibra, la intriga, la envidia, de quienes son contrincantes ideológicos, pero no de quienes comparten tus valores. Pero también es cierto que en tiempos difíciles, todos buscan su propio tronco en la tormenta y olvidan la solidaridad, la empatía y la ayuda concreta a los demás. Pierden de vista lo esencial. Es comprensible.
No perdamos de vista lo esencial. No perdamos de vista que el enemigo hoy no es solo un accidental presidente -quizás el peor de la historia republicana- sino toda una corriente de control, autoritarismo e intervencionismo desde el Estado, corriente movida y liderada por un inmenso poder económico y político que invade el Perú de forma constante. El enemigo hoy también es la falta de formación, información, y educación política de millones de peruanos que seguirán eligiendo mal a sus autoridades… Ayudémonos.
No perdamos de vista que muchos líderes y proyectos se dedican con sus vidas, día a día, a intentar detener esta corriente o llevar información de calidad a la ciudadanía. No tienen la vida comprada, ni acciones en alguna gran empresa, no son directores o millonarios, sino emprendedores que crecen en este contexto y cuyo crecimiento debería ser apoyado, no bloqueado o apagado… Ayudémonos.
Esto último solo haría felices a quienes quieren tener Estados poderosos y ciudadanos débiles, o quieren seguir engordando a ese Estado (o mamando de él) a costa de los contribuyentes, o a quienes quieren navegar en la ambigüedad, viendo como el país se desangra sin perder su cuota de poder o su ego… Y estoy seguro de que esto no es lo que queremos. Ayudémonos.