Si cae Castillo...
Si cae Castillo, no mucho habrá cambiado. Nuestros políticos corruptos, partidos sin doctrina, comuneros mercantilistas, sindicalistas obtusos, políticos de chacra, lobistas calculadores, empresarios ávidos de coimas, indiferentes o egoístas, seguirán ahí, vivos y coleando, transitando sutil y familiarmente por todas las venas y arterias de la agónica política peruana.
Si cae Castillo, Perú seguirá teniendo más de 600 mil normas, leyes, regulaciones y ordenanzas que solo sobrecargan nuestra actividad económica, desde la mas pequeña hasta la mas grande, bloqueando cualquier atisbo de bonanza. Seguiremos teniendo barreras burocráticas, arbitrariedades en municipios, gobiernos regionales y entidades del Estado, que solo se muestran alucinantes.
Si cae Castillo, seguiremos sometidos al imperio del caos, la informalidad, la minería ilegal, el narcotráfico, la inseguridad, pésimos servicios públicos, y un 70% del presupuesto estatal gastado en planillas, administrativos y cosas sin importancia, mientras el resto, que debería invertirse en obras se queda parado o se roba a nuestra vista y a sus anchas.
Si cae Castillo, nuestros niños y niñas seguirán consumiendo un currículo educativo casi inútil, y crecerán casi sin ninguna posibilidad de competir con lo que se avecina en el nuevo mercado global, sus profesores seguirán siendo maltratados cuando son buenos, y mantenidos cuando son malos. Sus colegios seguirán sin luz, sin agua, sin baños y sin internet. Así como en Los Miserables, la vida de Cosette.
Si cae Castillo, la mayoría de la izquierda peruana y su prensa seguirá obtusa, nublada y ciega pensando que la solución a nuestros problemas pasa por agrandar el Estado, inventar más subsidios, inventar más derechos, imponer más impuestos, desproteger la propiedad privada, cargar de mas regulación a los empresarios grandes, mientras a los pequeños los olvida y los deja a un lado, y por supuesto seguirá queriendo controlar las creencias, la cultura y la vida de las personas, con dogmas ideológicos tan arcaicos e intolerantes como los que supuestamente combate.
Si cae Castillo, e incluso si cae este Congreso, nuestra ciudadanía de arriba a abajo padece una crisis de confianza, tan grave como la variante mas fea del Covid, no confía en nadie y no quiere confiar, está polarizada, amargada, resignada, con miedo, y de este estado emocional no se puede construir algo estable y sólido a largo plazo, en un verdadero centro, con consenso, en paz, en diálogo, paso a paso.
Imaginemos algo. Si Sagasti, Rafael Lópeza Aliaga, Verónika Mendoza, Keiko inclusive (tú no Vizcarra) se juntan algún día en un solo espacio a conversar, escucharse, negociar, y a entregar su herida batuta a una nueva generación de políticos de derecha, centro e izquierda, con más capacidad de diálogo;
Imaginemos algo más. Si no ocurriese lo anterior, nosotros, los jóvenes, la ciudadanía de distintas arenas ideológicas debería juntarse a hablar de desacuerdos y acuerdos, de diferencias y coincidencias, porque solo así se logra amistad y cercanía. Acabo de leer una buena frase que dice algo así como “un desacuerdo tal vez sea la distancia más corta entre dos mentes”.
Bueno, ese día, tal vez, probablemente, las cosas empiecen a cambiar, pero ya saben… Ese día es tan lejano como el poema de Amado Nervo.
“Yo vengo de un brumoso país lejano
regido por un viejo monarca triste…
Mi numen sólo busca lo que es arcano,
mi numen sólo adora lo que no existe;
tú lloras por un sueño que está lejano,
tú aguardas un cariño que ya no existe,
se pierden tus pupilas en el arcano
como dos alas negras, y estás muy triste.
Eres mía: nacimos de un mismo arcano
y vamos, desdeñosos de cuanto existe,
en pos de ese brumoso país lejano,
regido por un viejo monarca triste…”