¿La crisis actual es culpa del Congreso?
Dados los hechos, los indicios, las evidencias, los datos, los videos, los audios, la pichanga con empresarios chinos, los dólares en el baño de Palacio, y un helipuerto privado informal, pocos peruanos deberían querer que Castillo siga siendo presidente. Pocos deberían si fuéramos un país que conoce su dignidad y que cuenta con una ciudadanía que sabe lo que merece de parte del Estado.
Pero esto no es así. Vivimos una crisis de valores tan aguda que sindicalistas, gremios, comuneros, políticos, tuiteros, líderes de opinión, y miles de simpatizantes de Castillo podrían verlo matar a alguien en la plaza de Chota y aún así dudar si les conviene que siga siendo presidente.
Dados los hechos, las cifras, los indicios, las evidencias, los nombres… Es notorio que los escándalos del Congreso son indignantes también, pero no son ni tan numerosos ni tan graves como los del entorno de Castillo. Y este sí es un factor a considerar. No se puede quebrar una institución plural por los errores de unos cuantos. Sin embargo, sí se debe quebrar al presidente como cabeza del poder ejecutivo para que no intoxique a todo el cuerpo. Para el Congreso y el presidente se aplican lógicas de fiscalización y penalización diferentes, de formatos casi inversos.
Además, el Congreso no ejecuta presupuesto y puede que pase roche con imágenes lamentables como las de Nano Guerra García o noticias como la fábrica de facturas de Enrique Wong, pero, repito, esto no es suficiente para quebrarlo como institución. Las fallas del Congreso se reparten en 11 bandadas y 130 congresistas, por lo cual deberíamos aceptar que existen, por matemática simple, muchos congresistas honestos que no hacen nada malo.
Finalmente, el Congreso tiene una ventaja sobre el poder ejecutivo, para nosotros los ciudadanos: su poder se diluye y por lo tanto es incapaz de hundir al país bajo el autoritarismo o la corrupción. Primero, porque no puede concentrar los demás poderes del Estado (salvo que se convierta en asamblea constituyente), y segundo porque -repito- no tiene la potestad para gastar dinero contratando, licitando o endeudando al país.
Primera conclusión: la crisis que atravesamos no parece ser culpa del Congreso, y dada la situación, lo más sensato es pensar que el primer paso para salir de ella (incluso el primer paso para que supuestamente se vayan todos), pasa por vacar al actual presidente.
Ahora vamos a la siguiente derivada: el presidente (recordemos que es el principal obstáculo para salir de la crisis) sigue ahí y el Congreso no lo echa… Y eso es lo que ven millones de peruanos frustrados, y culpan a los padres de la patria en conjunto por no tener los pantalones para hacerlo. El Congreso no sabe cómo defenderse de esta idea porque no tiene una oficina de comunicación o reputación independiente de la mesa directiva de turno y entonces su aprobación cae y cae.
¿Es cierto que el Congreso está bloqueando el primer escalón para salir de la crisis que consiste en echar al presidente? Aquí toca ir a los datos y aplicar la hipótesis que les mencionaba: el Congreso no es una unidad, no es un poder vertical y homogéneo. Veamos…
Vamos a las cifras, a los números, porque el DATO casi siempre, bien comunicado, puede matar al RELATO. Existieron 28 congresistas que firmaron la primera moción de vacancia, votaron a favor de ella, firmaron la segunda moción y votaron a favor también de la segunda vacancia. Estos 28 congresistas no deberían ser criticados ni metidos en la misma bolsa. ¿De qué partidos son? Pertenecen a Fuerza Popular, Avanza País, Renovación Popular. Estas bancadas consistentemente y al 100%, han votado para vacar a Castillo (salvo por la ausencia coyuntural de dos congresistas, Zeta y Córdova, de Fuerza Popular). Bien por ellos.
En segundo lugar, desde otra perspectiva, hubo en total y contando a otras bancadas, 46 congresistas que votaron a favor de la primera vacancia y 55 que votaron a favor de la segunda vacancia. Estos congresistas tampoco son responsables de que el sindicalista siga siendo presidente.
Ahora vamos a los que blindaron a “Pedro #HelipuertoPrivado Castillo”. En la primera vacancia fueron 76 congresistas de las siguientes bancadas y al 100%: Perú Libre, Acción Popular, Bloque Magisterial, Cambio Democrático, Perú Democrático y Somos Perú (en el caso de Perú Libre hubo dos congresistas que no asistieron a la votación).
En la segunda vacancia lo blindaron menos. Esta vez fueron 54 congresistas al 100% de sus bancadas: Bloque magisterial, Perú Libre, Perú Democrático y Cambio democrático. En esta votación hubo varias bancadas divididas. Hablaremos de ellas en segundos, pero ya podemos llegar a una segunda conclusión muy simple: Perú Libre, Bloque Magisterial. Cambio Democrático y Perú Democrático SIEMPRE son “ese Congreso” que blinda a Castillo para mantener su cuota de poder o de dinero. Suman 43 congresistas y a ellos hay que endosarles todo lo que venimos sufriendo.
Vamos a las bancadas divididas. La bancada de Alianza para el Progreso, del plagiario y potencial lavador de dinero, César Acuña, blindó a Castillo en la primera vacancia sin Roberto Chiabra y Gladys Echaíz, quienes votaron a favor de echar al presidente; y en la segunda se dividió aún más, pero los congresistas Diaz, García, Julón y Salhuana blindaron a Castillo en ambas votaciones. Apunten por favor.
Los congresistas Elera, Jeri y Saavedra de Somos Perú, este pequeño partido mercantilista y sin doctrina, siempre blindaron a Castillo. Mientras que Alcarraz y Azurín abandonaron a Castillo en la segunda vacancia. Somos Perú va con el viento de la conveniencia y no se nota ningún principio o doctrina en su voto, simplemente negociación debajo de la mesa y oportunismo.
Acción Popular (AP), salvo la congresista Karol Paredes, blindó también a Castillo en la segunda vacancia con el cobarde voto de abstención. Lo cual pone a AP en una situación difícil. En los hechos, siempre apoyó al presidente y con Maricarmen Alva a la cabeza, no lo olviden.
Para terminar con la detallada descripción de datos: los no agrupados tuvieron comportamientos disímiles: se abstenían algunos, otros votaron favor y otros en contra, pero atentos; algunos blindaron al presidente siempre, como Jorge Marticorena, Flor Pablo, Susel Paredes y Luis Picón. Mientras que Carlos Anderson siempre votó a favor de la vacancia. De nuevo, apunten sus nombres y ténganlos en la lista que corresponda.
Listo. Ahí están, a la mano, con nombre y apellido los congresistas que han permitido que Castillo siga siendo hasta hoy presidente, y por lo tanto alargando este desgobierno y copamiento del Estado descarados y sin límites. Ellos, tanto como Castillo y su entorno mafioso, son los responsables de esta crisis. No todo el Congreso, ellos.
Me voy por donde entré: el congreso no es una unidad y no puede ser juzgado como tal. El Congreso no gasta dinero y no acumula poder. Puede ser errático, populista y tener gente corrupta en su interior, pero se sostiene sobre la base de su pluralidad, que es el mejor espejo de quienes somos.
Así que la mayor responsabilidad de la aguda crisis que atravesamos recae en el presidente, su entorno y este amplio número de congresistas que -sabe Dios por qué- quiere que su presidente sea un personaje con tanta oscuridad e ignorancia en la espalda.
Para salir de las crisis es imperativo echar del sistema al virus, y este virus se llama Pedro Castillo. Luego, veremos qué ocurre y los escenarios para convocar a elecciones presidenciales o para que se vayan todos, quedarán abiertos. Con Castillo en la presidencia todo está bloqueado. Sin Castillo, las puertas se abren para un debate político en el que podremos elegir otra vez pero más tranquilos el mal menor o el bien mejor.