Castillo, el hijo de la polarización
El partido de Verónika Mendoza convoca a una marcha el día de mañana para promover a una Asamblea Constituyente, iniciativa que nunca estuvo y menos ahora está en las prioridades del pueblo. También para mañana, diversos sindicatos han convocado a otra marcha. Esta es contra todos los políticos, pero en especial contra Pedro Castillo. Sectores de derecha y ciudadanos independientes arman sus propias protestas.
En el interior del país y Lima la mayoría de marchas son contra Castillo, pero también hay intentos de desviar el descontento hacia el Congreso que, siendo el mejor espejo en el que nos podemos mirar, siempre será la institución más odiada, gracias a que en él nuestros propios defectos y traumas se proyectan a la perfección.
En las redes sociales la división es peor. Simpatizantes de “izquierda” dicen que no marcharán con la derecha racista, clasista, fascista, golpista y vacadora. Mientras los simpatizantes de “derecha” le sacan en cara a sus contrincantes caviares y cojudignos, que por su culpa Castillo está en el poder. La pelea sigue y los primeros responden que con Keiko todo hubiera sido peor, a lo cual los diestros vuelven a gritar algo en contra.
En esta notoria polarización constante, violenta y sofisticada se forma un colchón enorme, cómodo y placentero en el cual reposa la incapacidad, ignorancia, cinismo e indolencia del presidente de la república, el presidente del consejo de ministros y la mayoría de su actual gabinete.
Pedro Castillo se sostiene, a pesar de tanta putrefacción, porque no existen líderes legítimos en ninguna parte. Y no existen, porque de ambos lados nos hemos dedicado a cancelarlos. Los líderes de izquierda fueron humillados por la derecha y los de la derecha por la izquierda. Es mentira que buscamos al líder perfecto. Así apareciera uno, lo hundiríamos por pura amargura.
Y el pueblo no puede echar a un presidente con violencia y descontrol. Necesita cauces legales y líderes civiles formados, preparados, en redes sociales, en la prensa, en la política, que tengan propuestas, salidas y que los representen.
Castillo sobrevive porque el pueblo no encuentra líderes políticos ni de izquierda ni derecha que le den confianza. Y si existen, no quieren salir a marchar porque prefieren que todo se siga cayendo a pedazos para entrar como héroes, o porque creen que el “contrincante” podría ganar algo si lo apoyan.
Repito, esta polarización es el colchón en el que Castillo acomoda sus posaderas feliz y rollizo. En estos días hubo más muertos que en las marchas contra Merino; tuvimos más perdidas económicas debido a la inmovilización inconstitucional que se decretó al borde de la media noche del 4 de abril; tuvimos peores respuestas y declaraciones de nuestras autoridades, y vimos como el presidente se escapaba de una reunión con el Congreso diciendo que debía firmar un documento que se podía firmar digitalmente y que nunca firmó.
Seamos claros. Toca que la “derecha” deje de enrostrarle a la izquierda el haber elegido a Castillo. Pero toca que la “izquierda” entienda que cualquier camino de cambio y reforma, incluso para el bien de su agenda ideológica, requiere terminar este caos en el que nos tiene sumido el poder ejecutivo, no el congreso, no el empresariado, no las autoridades locales, no los protestantes, sino este presidente y su gabinete.
Hasta que esto no ocurra, la sangre seguirá corriendo, la crisis se agravará, nos convertiremos en un país fallido mucho más rápido, y nos asesinaremos o suicidaremos peleándonos en medio de la arena movediza, cuando todos, derechas e izquierdas ciudadanas, deberíamos recuperar el poder que políticos y burócratas nos han quitado. Espero veamos este panorama con claridad porque es la única salida que tenemos.