Pedro Castillo: "vencer sin combatir"
“La mejor victoria es vencer sin combatir”. Esta conocida frase de Sun Tzu (El Arte de la Guerra) refleja lo bien que le está yendo al presidente Castillo en términos prácticos, políticos y simbólicos.
Mientras Boluarte, Bellido, Bermejo, Cerrón, y 30 congresistas más se encargan de hacer ruido, amenazar y desesperar a la “oposición”, a la prensa o simplemente a la ciudadanía contribuyente, el buen sindicalista se encarga con calma y frialdad de acumular puntos a su favor.
Si Bellido amenaza con nacionalizar Camisea, Castillo no lo contradice pero habla del irrestricto respeto al estado de derecho; cuando Cerrón afirmó que se podría cerrar el Congreso, Castillo dijo que la lucha era del pueblo, no del caudillo de Perú Libre; y si Bellido afirmaba que el gabinete continuaría sin cambios, Castillo simplemente decía que dicho gabinete sería “evaluado constantemente”.
Pero esto no es casual. Si somos menos ingenuos, nos daremos cuenta de que la única constante en este tiempo es que Castillo no rompe con ninguno de estos “líderes” o “hermanos de armas”. Se pelean, sí, pero no se alejan ni un milímetro. ¿Por qué? Tiene el poder y no deslinda de ellos. ¿Qué ocurre?
Lo que ocurre es que Pedro Castillo no necesita pelearse con sus pares radicales ni combatir con nadie, ni siquiera con los empresarios o la prensa. De hecho, esa no es ni será su forma de gobernar ni de subsistir en el poder.
Tampoco importa querer confirmar si él es tan radical como ellos, si les está siguiendo el juego, o si realmente tiene un dilema existencial o moral que cada día lo empujan más a patear el tablero de facciones y grupos filo senderistas en el que está enredado. Vayamos un poco más a fondo. El camino es otro.
La clave está en entender de dónde provienen las prácticas políticas y de poder de Castillo. Y lo suyo es formar parte de un sindicato o la junta directiva de una comunidad. Él nace de ese juego político. Esto es lo que le va bien a él, a Cerrón, a Bellido y a sus aliados. Ellos hacen “política de campo”, esa política de bases que tanta falta hace en Lima y en nuestros partidos políticos tradicionales
Castillo nunca gobernará en la forma en la que esperamos, porque está acostumbrado a formar sociedades como las que se forman en un sindicato o en una comunidad. Los comuneros se reparten el poder, se lo turnan, se dividen tareas. El presidente de la junta directiva de una comunidad nunca llega a ser muy poderoso. Concentra poder un tiempo, dos años máximo, pero sabe bien que tiene a varios comuneros observándolo, midiéndolo y que luego llegará otro. Así es Castillo. Él, Cerrón, Bellido, Bermejo, Boluarte, están trabajando como trabaja un sindicato, una junta directiva de comuneros. Por eso sus familiares dan vueltas por Palacio; por eso ahora quienes tienen contacto en la PCM no son los empresarios, sino los comuneros, los líderes de barras y los sindicalistas.
Mi hipótesis evidentemente, no es para nada despectiva. Al contrario, intento entender su modus operandi para poder plantear estrategias políticas alternativas. Y en esta línea podemos seguir desmenuzando mucho mas su proceder para entenderlos mejor.
Es cierto, así no se gobierna un país. Castillo es el presidente de la República, él debe coordinar con los demás poderes de modo que el estado y su burocracia funcionen para todos, especialmente para aquellos que generan riqueza y son el motor de la economía, porque gracias a ellos es que se reduce la pobreza y la desigualdad. Pero nuestro presidente no es así. Y hasta que no entendamos esto, hasta que no utilicemos sus propias estrategias, hasta que hagamos política de base, de campo, de sindicato y de comunidades, no tendremos ni la más mínima oportunidad de plantear una narrativa alternativa ni una realidad distinta. Así de claro.