Pedro Castillo: sin conocimiento, y sin empatía... A la deriva
El día 6 de septiembre, el presidente Pedro Castillo dio un mensaje a la nación de 7 minutos, alrededor de las 8 de la noche. En su mensaje se refirió al arduo trabajo que habían realizado él y su gabinete durante sus primeros 40 días de gobierno. Entre las escasas pruebas para demostrar dicho trabajo, surgieron algunas promesas, de las cuales generó “buena vibra” la iniciativa de incorporar el gas licuado de petróleo (GLP) al Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles (FEPC) para poder reducir su precio de venta al consumidor.
Sin embargo, al igual que la mayoría de las declaraciones y acciones del presidente y su entorno “técnico”, esta promesa no parece atender las necesidades de las familias más pobres, algo que debería estar en el primer lugar de sus prioridades (y las nuestras también).
La cadena de producción, distribución y comercialización de GLP incluye a muchos actores. Empresas grandes lo extraen y procesan; otras de menor tamaño lo envasan (existen más de 115 envasadoras en 22 de 25 regiones del Perú); y otras mas pequeñas lo distribuyen y comercializan. Así, es importante saber en qué parte de la cadena se aplica el subsidio y qué actor recibe el dinero de los contribuyentes con la finalidad de ayudar a los más pobres. Empatía con conocimiento. Conocimiento para poder ser empáticos.
Jefas de hogar, padres de familia, pequeños comercios y talleres de pequeña industria son los que mas sufren con el incremento del precio del GLP. La están pasando realmente mal. Ellos deben ser los beneficiarios del subsidio que el presidente Castillo prometió. Por eso, si este se aplica en un eslabón de la cadena cercano al consumidor más vulnerable, la garantía de que se le está ayudando es mayor. Pero si se aplica lejos de él, entonces, el apoyo se podría diluir y repartir incluso en consumidores que no deben recibirlo.
Pues adivinen. El subsidio será “colocado” (indirectamente a través del FEPC) en el primer eslabón de la cadena, en el proceso de extracción y envasado inicial. Y este error generará dos cosas: primero, al pasar por todo el flujo de distribución, ese balón de gas que usará nuestra mamá, nuestro papá, o un micro o pequeño emprendedor, irá subiendo de precio de manera poco controlada porque una buena parte del mercado de GLP es informal. En segundo lugar, muchas empresas recibirán una “ayuda” que no necesitan o que no les corresponde.
Ay, señor presidente… Ay, señor ministro de economía… Ay señor ministro de energía y minas… ¿Era tan difícil poner el subsidio “cerca” del pueblo? Pues no. Hace años que existe un fondo dirigido a poblaciones vulnerables y un programa que se llama “Bono Gas”, que financia la instalación de tuberías de GLP en hogares y pequeñas empresas, y que puede ser gratuito dependiendo de la capacidad adquisitiva del beneficiario. Este programa aplica también para aquellos transportistas que quieren migrar al gas natural, y financia la conversión de sus vehículos con bonos de descuento en provincias, períodos de gracia y devolución sin intereses.
También se pudo aplicar el subsidio a las comercializadoras formales que operan en Lima y en las regiones más necesitadas. Este mecanismo podría haber incentivado la formalización de algunos de los más de 25 mil puntos de venta informales de GLP que hoy reparten balones de menor peso, sin factura, y con carencias graves de seguridad.
Conclusiones rápidas. No es aceptable que un presidente y un gabinete que se ufanan de ser los paladines de la justicia social, los representantes del pueblo, los enemigos de la desigualdad, los vigilantes de los grandes intereses económicos, los que llegaron para cambiarlo todo y poner a los más necesitados en el centro, cometan este error. Simplemente no es aceptable. Si en algo coincidimos izquierda y derechas, es en hacer bien las cosas para tener un país con mejores condiciones de vida y oportunidades para todos.
Pero lo que revela esta equivocada estrategia del gobierno es que su interés por los más pobres o carece de conocimiento técnico o carece de empatía. Si carece de conocimiento técnico, entonces Castillo y sus ministros deberían pedir ayuda para tomar mejores decisiones. Si carece de empatía, preocupémonos. Seremos testigos de 5 años de despilfarro de dinero y abandono de los más pobres.
El tiempo dirá si lo que les faltaba era información o si la tenían, pero solo querían capturar el Estado con fines autoritarios, en cuyo caso la pobreza y la desigualdad nunca les interesaron. Para quienes participamos del debate público, la tarea es una: ayudar a quienes más lo necesitan, ser empáticos con aquellos que la pasan mal, preocuparnos por las regiones y provincias más alejadas y atender las necesidades del pueblo: ser nosotros los enemigos de la desigualdad y la pobreza denunciando los errores o abusos de las autoridades de turno. Esto, en el mediano y largo plazo, podría hacer la diferencia.