Juguemos a la ronda (campesina)
Las rondas campesinas han cumplido un rol crucial en la defensa de la democracia y la integridad de los peruanos. Su lucha frontal contra el terrorismo comunista de Sendero Luminoso y el MRTA y, posteriormente, su participación en el Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana (Ley N° 27933-2003), son generosas en logros ejemplares. Les debemos mucho y su legitimidad después de casi tres décadas es un reflejo de su efectividad.
Por esta razón, y pensando sin malicia, uno podría dar un salto lógico y tomar como natural la propuesta legislativa que le han hecho llegar nuestros hermanos ronderos al proclamado presidente Castillo de crear las rondas campesinas urbanas, asumiendo que contar con estos cuerpos organizados en espacios urbanos sería útil para nuestra seguridad.
El proyecto de ley en cuestión plantea la creación de rondas campesinas urbanas en Lima Metropolitana. Luis Bocanegra, secretario nacional de fiscalización de las rondas campesinas, señaló que este proyecto incluiría las rondas urbanas en la Ley N° 27908 – Ley de Rondas Campesinas. Para Bocanegra, Castillo debería hacerlo suyo y proponer al Congreso que las rondas tengan la potestad de administrar justicia bajo sus normas en cualquier distrito limeño, supuestamente porque la Policía Nacional del Perú – PNP y los serenazgos municipales no se dan abasto.
Además, anotó que se debería preparar a los futuros ronderos en el uso de armamento profesional para poder hacer frente a la delincuencia. Víctor Vallejos, presidente de la Confederación Nacional de Rondas Campesinas Urbanas, declaró por su parte que esto sería importante “a efectos de apoyar a la unificación del pueblo y las autoridades, trabajando de la mano con la PNP”. Evaluemos el tema sin prejuicios.
Lo primero que debemos preguntarnos es si las rondas campesinas son el mecanismo adecuado para combatir el crimen en un espacio urbano.
El Ministerio del Interior, entidad estatal responsable del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana, tiene a su cargo proponer normas y programas para combatir el crimen y la inseguridad, pero lo hace de acuerdo a las características de cada territorio. En este sentido, solo el trasladar, reformular y replicar el modelo de rondas a un área urbana, ya de por sí implicaría un costo económico, político y social bastante discutible.
Además, de acuerdo a su historia, peculiaridades, y formas de operar, queda claro que las rondas cuentan con una preparación que, sin ser deficiente, es dirigida a enfrentar delitos en espacios rurales, delitos distintos a los que generan la criminalidad organizada o la delincuencia en zonas urbanas. Cabe entonces preguntarse, ¿son las rondas el mecanismo idóneo contra la inseguridad en un espacio urbano? ¿Para qué vendrían ronderos de otras regiones a instalarse en Lima? ¿No deberían ser los propios vecinos los que se organicen activamente para prevenir el crimen en su barrio o vecindario?
Finalmente, ¿es verdad que la Policía Nacional no se da abasto para combatir el crimen? ¿Por qué mejor no reformamos esta entidad y la dotamos de mejor preparación y equipamiento? ¿Por qué no impulsamos una nueva generación de jóvenes policías bien preparados y pagados que inspiren seguridad, confianza y liderazgo?
Es evidente que el Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana se apoya en las rondas campesinas y comunales para proteger a la ciudadanía en zonas rurales. En este contexto, también es cierto que las rondas requieren más presupuesto, apoyo y capacitación. Esto es indudable. Pero en las ciudades la historia es otra.
Y para terminar, siendo un poco más suspicaces, planteemos la siguiente interrogante: ¿cuál es la intención de fondo al organizar cuerpos armados “para-policiales” vinculados al presidente Castillo o a Perú Libre en Lima, siendo que la retórica que acompañó su campaña fue una de odio hacia los “limeñitos”, la “clase media”, o los “ricos? Tampoco seamos ingenuos. Ejemplos de milicias violentas que terminan atemorizando a la población, abundan en la región, especialmente en Cuba y Venezuela. No empecemos con estos “juegos”.