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José Ignacio Beteta Bazán

Foto del autor: José Ignacio Beteta Bazán

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¡Feliz (no tanto) día del trabajo!

Mientras recibimos y mandamos infinidad de memes, videos, presentaciones, ideas, cartas, canciones, y mensajes de campaña creyendo que así influiremos en el resultado final (lo cual puede ser cierto), vale la pena hacer un alto y volver a lo esencial, a lo que más preocupa y angustia a los peruanos: tener trabajo para poder llevar un pan a la mesa.
¿Cómo estamos y qué proponen los candidatos finalistas para revertir la penosa situación laboral en la que se encuentra nuestro país? Veamos primero cómo estamos.
Solo en los primeros tres meses de este año, 2021, unas 762,000 personas perdieron su trabajo en Lima Metropolitana (INEI) tras las nuevas restricciones que dispuso el gobierno para detener la segunda ola de contagios que nos ataca. Pero la preocupante estadística laboral se suma al también desesperante panorama de muertes por Covid del primer trimestre. No hemos ganado aún ninguna batalla contra esta pandemia.
La flexibilización de algunas medidas en el último trimestre del año pasado permitió a trabajadores formales e informales el retorno a sus actividades y la recuperación de sus puestos, pero en condiciones más precarias, pues su salario se redujo, en promedio, un 22%. Así en comparación al 2019, los salarios del sector formal se redujeron en 7% y en el informal en 42%. Esto es grave y triste. Muchos sectores aún presentan aforos y horarios de atención limitados, como comercio, servicios, alojamiento y restaurantes, actividades en las que se desenvuelve el 62% de microempresas.
En este contexto, se calcula que medio millón de micro y pequeñas empresas habrían salido de la formalidad mientras que, repito, cada día la condición laboral y calidad de vida de sus trabajadores se deteriora. ¿Qué implica esto? Que dos de cada tres trabajadores de microempresas se quedaron sin empleo, y al recuperar su empleo vieron reducidos sus ingresos en 50%. Así de fuerte, así de claro.
El resultado macro. La pobreza a nivel nacional se incrementó y la pobreza extrema también, en más de 10 puntos porcentuales, pasando de 4% en 2019 a 16% en septiembre del 2020. Estadísticas sobran para el diagnóstico pero hasta escribirlas genera desesperanza. Veamos ahora lo que proponen Castillo y Keiko para revertir esta situación tan difícil. Aquí tres ideas desde cada tienda partidaria.
Perú Libre
  • Generar empleos directos e indirectos desde el Estado y alcanzar al 65% de la PEA.
  • Aplicar un mecanismo de “topes a los sueldos” en el que los salarios de los empresarios sean múltiplos de los sueldos de los obreros. Es decir, el obrero menos calificado no podrá ganar menos de la veinteava parte del sueldo del gerente o empresario dueño de la empresa.
  • Colocar a dirigentes gremiales en las diferentes instancias de gobierno.

 

Fuerza Popular

  • “Licencia cero” para Mypes: Eliminar barreras de entrada a las mypes, como la inscripción en registros públicos, licencia municipal, registros y autorizaciones.
  • “Programa de apoyo especial a la Mype”: Consiste en la reducción de impuestos, generar préstamos desde COFIDE por 3 años para el sector turismo, restaurantes y afines.
  • Crear la Comisión Nacional para la Formalización (CONAFOR), entidad que tendrá a su cargo la elaboración y ejecución de un plan nacional para la formalización, por un plazo de 3 años.

 

No es difícil entender que, más allá de nuestros temores, odios o rencores, las propuestas de ambos candidatos son muy diferentes en cuanto al enfoque ideológico que las sustenta, su aplicabilidad y relevancia, y el impacto real que generarían en el mercado laboral. No seamos ciegos.

 

En este día tan importante, entendamos que es la empresa privada formal la que genera el empleo más satisfactorio, altruista, digno y sostenible. Y para que haya más empresas formales, se requiere reformar las reglas de juego, el rol del estado, la formalidad, de modo que promuevan la inversión en vez de bloquearla. El problema no es la informalidad. El problema es la formalidad.

 

Feliz día a todos los trabajadores, formales e informales, en la ciudad o el campo, que se rompen el lomo por sus familias, con amor y orgullo. Son los trabajadores y trabajadoras peruanos quienes se levantan en peso este país, sin necesidad de caudillos o fórmulas mágicas. Nunca olvidemos esto.

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