Las confusiones de Alejandra
En un video que circula por TikTok, WhatsApp y otras redes, aparece una joven llamada Alejandra, que al parecer acaba de terminar alguna carrera en Salud. Alejandra se lanza con una explicación de 4 partes acerca de por qué “los privados” no deben participar de la distribución de vacunas contra el coronavirus. Pueden ver el primer video aquí y luego buscar los demás.
Arranca vinculando al sector privado con los ricos. No es necesario decir que esto es incorrecto. El sector privado respira en 15 millones de emprendedores, microempresarios, trabajadores dependientes, independientes, formales e informales, que de ricos no tienen nada. El sector privado está representado también por cientos de miles de jóvenes como Alejandra que tienen en casa a un padre o madre con un negocio propio, emprendedores.
Luego plantea como base de su argumentación un ejemplo que es común: el tomógrafo del establecimiento estatal de salud malogrado por 3 años y el negocio frente al hospital que ofrece tomografías. Un clásico.
Extraña sin embargo es la forma en que Alejandra explica las causas de este problema. En vez de explicar este hecho, lamentable y ordinario, apelando a la corrupción del sistema de salud estatal, o a ese doctor en el Estado, que es un funcionario público, y que abusa de su posición para luego formar una empresa trucha y lucrar con la salud del pueblo, lo que hace es decir que la culpa de todo es del “sector privado” porque la regulación es mala. Mala regulación, empresa privada, ahí está el problema.
El evidente error de la joven está en su falta de conocimiento de la regulación que critica pero también en el sesgo que la nubla. La regulación es mala porque el doctor en el Estado hace lo que le da la gana. Es mala porque nadie supervisa si el tomógrafo funciona, o se hacen los locos, o repararlo tarda mucho por lo engorroso del sistema de compras y contrataciones. El problema es el funcionario público y sus procesos. La empresa que forman estos doctores truchos es una figura jurídica, no un actor o sujeto culpable de algo.
Pero ya con estos serios problemas de lógica, Alejandra vincula el caso de los tomógrafos a las vacunas. “Si las tomografías no son gratuitas es por culpa del privado, entonces cómo creen ustedes que el privado dará vacunas gratis”.
Más allá de que premisa y conclusión no tienen nada que ver, surge una pregunta simple: ¿Quién esperaba que el sector privado distribuya las vacunas gratuitamente? Salvo que sean compradas por el Estado o que el privado las reciba de regalo, algo que no ocurrirá, las vacunas cuestan. Nada es gratis en la vida, ni aquí ni en la isla de Utopía de Tomás Moro.
Finalmente, Alejandra vuelve a hablar de mala regulación y sector privado, dice unas cuantas lisuras, y cierra con lo de siempre: no podemos dejar que 50 jóvenes ricos se vean beneficiados por esto, sigan viendo Willax (lo dice irónicamente).
Sentí mucha pena al ver el video por segunda o tercera vez. La amargura mezclada con la falacia pura; la ligereza para hablar y la desconfianza; el sesgo ideológico y la carencia de información. Me dio pena porque yo no quiero que el joven peruano construya sus vínculos comunitarios con estas distorsiones.
Es evidente que el sector privado a través de sus representantes, los empresarios, ha cometido muchos errores. Es verdad que existen muchos empresarios mercantilistas y funcionarios del estado que hacen empresa para robar y aprovecharse de la gente. Sí. Pero no podemos dejar que estas mentiras o conexiones falaces se sigan divulgando sin cuestionamiento.
El problema es otro y es más de fondo y largo plazo. Ni en el colegio ni la universidad, ni en casa ni en el trabajo, les dimos ni damos a nuestros jóvenes argumentos sólidos y ejemplos claros sobre la importancia de la empresa privada. Tampoco nos preocupamos por ayudarlos a entender la esencia y el profundo valor de la iniciativa privada. Y esto no puede seguir así.