Si caemos, nos levantamos rápido
Daniil Medvedev es un tenista ruso de 24 años, número 4 del mundo, frío de temperamento, que en la cancha ya le ganó tres veces a Djokovic, una vez a Nadal, y seguramente este año al menos una vez le ganará al mejor de todos, Roger Federer.
En una reciente entrevista le preguntaron por su estilo de juego y el tenis en general. Una de sus respuestas captó mi atención. “El Tenis no es un deporte fácil. A veces es difícil explicar lo que ocurre en la cancha. Sin embargo, cuando caes, necesitas buscar la mejor forma de levantarte rápido”.
Así que después de leer su entrevista, pensé en el Perú. ¿En qué ha caído Perú en los últimos 5 años? Muchas cosas venían a mi mente, pero pensé en algo concreto y medible. Perú ha caído en casi todos los rankings internacionales que miden nuestra competitividad y desarrollo.
¿Por qué deberíamos prestarle atención a este hecho? Porque estos índices evalúan cómo caminan los países en términos económicos, institucionales, y te permite compararte con tus vecinos, o con países más o menos desarrollados. Es como el ranking de la Asociación de Tenis Profesional. Son elaborados por expertos que tratan de usar información sólida sobre lo que ocurre en tu país.
Como no hay mucho tiempo, me centraré en uno. El ranking Doing Business del Banco Mundial. Este índice es una clasificación que evalúa 190 economías mediante 12 indicadores respecto a la libertad para hacer empresa. ¿Por qué es clave la libertad para hacer empresa? Muy sencillo, porque es lo que garantiza que un ciudadano tenga el derecho a emprender un negocio basado en una idea propia, con la menor dificultad posible. Si lo logra, tendrá seguridad económica y la seguridad económica, le dará estabilidad emocional, paz y reconciliación.
Ahora, sabemos bien que en este proceso de hacer empresa, el contribuyente se topa varias veces con el Estado, y la participación de este último no siempre es favorable a los esfuerzos sinceros y sufridos del empresario, y termina imponiéndole cargas ilegales o desproporcionadas.
Así, Perú ha seguido cayendo en este índice del Banco Mundial. En el 2016, nos encontrábamos en el puesto 50 de 189 países; pero con el paso de los años, hemos caído más de 20 puestos, llegando a estar en el puesto 76. Mientras en 2016 estábamos a tan solo 2 puestos de Chile, hoy nos encontramos a casi 20 puestos de nuestro hermano sureño. Colombia, por su parte, estaba en el puesto 54, 4 puestos por debajo de Perú; hoy se encuentra en el puesto 67, 9 puestos adelante.
Es evidente que el COVID distorsionó todo. Sin embargo, en Perú, el COVID solo se montó sobre una estructura que de por sí ya era negativa para la libertad de empresa. Nuestra burocracia y el Estado en general o no entienden o rechazan la inversión privada, aún siendo esta la que sostiene su trabajo. Pero desmenucemos rápidamente lo que nos muestra la última edición del Doing Business para pensar en el futuro inmediato, en lo que le pediríamos a nuestros nuevos congresistas y presidente.
Sobre la facilidad para abrir un negocio. Es nuestro peor indicador. Tan solo en 2020, Perú ocupó el puesto 133. Retrocedió 8 posiciones en comparación al 2019. Esto se debe a que en nuestro país se necesitan 8 trámites, 26 días calendario y un pago del 9.4% del ingreso individual promedio para empezar un negocio.
Los países con mejores resultados en este indicador pueden necesitar solo 1 trámite, 1 día calendario (Nueva Zelanda) y un pago de 0% del ingreso por persona para iniciar un negocio. Sí, leyeron bien, no cuesta, y tarda un día. Países socios de la Alianza del Pacífico como Chile, Colombia y México nos superan en este indicador ocupando los puestos 57, 95 y 107, respectivamente. De hecho, nuestro sistema de registros públicos representa en sí mismo una barrera al crecimiento del sector privado y a la formalidad. Inscribir una escritura es un trámite tedioso y difícil. Las notarías cobran demasiado, tienen mucho poder y son un feudo que nadie se atreve a tocar. En otros países no son tan fuertes.
Sobre los permisos que te pide el estado. Nuestro país se encuentra en el puesto 65 del ranking (en el 2020 retrocedió 11 posiciones en comparación al 2019). Otra vez somos superados por Chile, que ocupa el puesto 41, aunque estamos delante de Colombia y México.
Sin embargo, Perú cuenta con 19 procesos para construir un almacén, mientras que en Chile, Colombia y México se requieren, en promedio, 7. El ejemplo del almacén se usa como una base para analizar el sector infraestructura, pero la larga lista de procesos que dependen de varias entidades estatales es la explicación de por qué un centro comercial puede tardar 2 años en construirse y nuestro plan nacional de infraestructura nunca avanza, o avanza muy lento, en telecomunicaciones, agua y saneamiento, transporte, salud y educación.
Cerrando. Debido a la pandemia, las entidades estatales han impuesto más regulaciones, permisos y trámites a las empresas, lo cual es comprensible, pero debe ser temporal. Si ya teníamos un 70% de informalidad y los últimos sondeos nos dicen que estamos más cerca del 80%, no podemos permitirnos ser un país burocrático frente a la libertad de empresa. Tenemos que levantarnos rápido. Nos hemos caído y fuerte.
Entonces, si ya caímos bastante, y no solo en este ranking, ojo, sino en varios más, ¿cuál será la mejor forma de levantarnos rápido, como nos aconseja el tenista ruso?
Definitivamente no es gastando más dinero, inflando el poder del estado o su planilla, generando más controles, o restringiendo más libertades. No. Tampoco centrando todo el debate en derechos, garantías y gasto público cuando nos estamos quedando sin ahorros. No.
La mejor forma de levantarnos es la que aplican los países más desarrollados: ponerle la menor cantidad de obstáculos y trabas al emprendedor que quiere iniciar un negocio o hacerlo crecer, para poder ganar dinero, mucho dinero, y sentirse en paz, en casa, con su familia. No hay tecnicismo en esto. No hay cálculos complicados. Repito: necesitamos un estado que promueva la inversión y políticos que la entiendan. ¿Le pediremos esto a nuestros candidatos? ¿Presionaremos sin miedo para que la actual burocracia cambie su mentalidad y empiece a apoyar la iniciativa privada en vez de ahogarla? Eso nos toca a nosotros, a los contribuyentes. Especialmente a los grandes empresarios les toca pensar por y en los chicos, no lo han hecho por mucho tiempo. Después no nos quejemos, porque por ahora, seguimos cayendo.