El contribuyente peruano del 2021
Algunas pautas sobre planeamiento estratégico aconsejan priorizar lo que uno puede cambiar en su radio de acción. “Empieza por lo que está en tus manos”, te diría el facilitador del taller, el coach, y hasta el psicólogo…
Así, pensando en mi experiencia durante el 2020 y en lo que deseo para este 2021, quisiera proponer 3 tareas que están en manos del contribuyente peruano.
Votar bien. ¿Qué significa votar bien? Votar es una acción parecida a la de elegir a tu representante en la asamblea universitaria, al presidente de tu junta vecinal o la APAFA. Sabes que es importante, te interesa ver quién postula, y te vas guiando por comentarios o por lo que te dicen. Le dejas un poco de chamba a la suerte, al qué dirán. Todo esto es normal, pero hoy la situación no es “normal”. Diría que más importante que elegir a nuestro presidente, será elegir buenos congresistas.
Entonces, si los partidos no nos dan información clara (nunca lo hacen), tendremos que buscarla y ser más responsables; la suerte y el qué dirán ya no pueden ser criterios de elección.
Y aunque tengamos aún la distorsión del voto preferencial y la bendita cifra repartidora, yo recomendaría que votemos por personas y no por partidos. Menos aún nos dejemos llevar por el famoso “número 1″ de la lista. Votemos por quien nos parezca honesto, profesional, íntegro, capaz, con buenos estudios y buena experiencia, y que no esté envuelto en problemas o denuncias. Tengan en cuenta que no habrá mayoría en el siguiente congreso. Esto es imposible. Necesitamos individuos preparados y sensatos en cada bancada.
Empoderarnos radicalmente frente al estado. ¿Qué significa esto? El empresario que quiere sacar su negocio adelante soborna al fiscalizador, al evaluador de la municipalidad o de defensa civil, e incluso a funcionarios de cargos más altos. Sabe que eso es más rápido que ponerse de rodillas frente a la voluntad del burócrata y sus procesos. El paciente, por su parte, no puede denunciar al doctor o a la enfermera que lo atiende, aunque lo traten mal. Sabe que si lo hace, la siguiente vez, no le darán cita, lo tratarán peor, y lo que está en juego es su vida.
Pero vivir siendo esclavos del estado o coludiéndonos con su corrupción es insostenible. Y son el estado y nuestros políticos los grandes responsables de la pobreza y desigualdad que denunciamos. Quienes son muy jóvenes no entienden esto. Su vida gira en torno a muchas relaciones “privadas” y pocas “públicas”, pero quien emprende formalmente un negocio y paga impuestos, lo comprende.
Así, en el 2021, cada ciudadano o empresario (pequeño o grande) que se acerca a una entidad del estado y tiene contacto con uno de sus funcionarios, debería denunciar con fotografías, videos, en redes sociales y también a través de los canales regulares, al burócrata que lo mira con mala cara, lo enreda, lo abandona, o lo amenaza si es que no recibe su coima. Esto implica valentía, porque el empresario tendrá miedo y preferirá rendirse ante la corrupción. Pero recuérdenlo: si estamos como estamos, es también por esta complicidad.
Respetar a quienes piensan diferente. Es evidente que la ideología de moda es colectivista en materia económica, intervencionista en cuanto al rol del estado, y relativista en cuanto a la moral. El concepto de libertad (potencia humana que no puede cambiar de definición porque no es algo abstracto, es un componente antropológico) ha sido trastocado y hoy ya no guarda relación con la verdad, el bien o la justicia. Ya nos vendieron la idea de que la libertad es un impulso instintivo que el estado debe avalar y pagar.
Sin embargo, juzgar a quienes se sienten identificados con esta ideología, especialmente a los más jóvenes, tampoco es correcto. Aunque suene muy simple, debe primar el amor y el respeto hacia todos, piensen como piensen, sean como sean.
Y he pasado por momentos en los cuales la delgada línea entre mi válida defensa de ideas se borraba y primaba el juicio iracundo a quienes defienden intelectualmente esta ideología dominante. Me arrepiento. He visto, sin embargo, también a esos líderes que critico, aplastar a quienes no piensan como ellos, con la fuerza de la violencia, no con la fuerza de la razón. Necesitamos encontrar un punto medio, un centro de apoyo para todos los que estamos a la derecha o la izquierda, pero queremos vivir en paz y libertad.
Creo que si cumplimos estos compromisos, especialmente quienes creemos en la primacía de la libertad, la solidaridad, la inversión privada, la democracia, y una sociedad empoderada frente al estado, podremos detener esta avalancha de colectivismo y relativismo que no tiene precedentes en la historia, y que nos viene rodeando poco a poco, sin pausa pero cada vez con más prisa.