Crisis en Perú: redes sociales y política
El resultado de las actuales protestas en Perú pone en evidencia una vez más la fuerte influencia de las redes sociales en el debate político. No es la primera vez, ojo, que las redes acompañan, nutren, o promueven movilizaciones ciudadanas.
Pero esta vez fue distinto. Los últimos acontecimientos confirmaron una tendencia casi monopólica. Las redes sociales son de izquierda. No necesariamente de izquierda extremista, ojo, pero sí de corte progresista, esa que le da la espalda al empresariado a menos que se alinee a su agenda, que no le dedica mucha atención a la informalidad, la inseguridad ciudadana, la precariedad de los servicios públicos o la pobreza, pero se enfoca en libertades y derechos civiles, y que si bien es cierto aparenta dialogar con otras posturas, evade el debate dado que no lo necesita para sostener su carácter hegemónico.
El “centro” ideológico se mueve con el tiempo. Hoy lo que entendemos como “centro” en términos políticos es en realidad un “centro izquierda” de hace 15 años, quizás. Y para el ala moderna y pragmática del empresariado esto no parece motivo de preocupación. Corre esta ola progresista y digital y le sirve para mejorar su reputación. Diversidad, género, medio ambiente, capitalismo consciente, todos son temas importantes, nadie lo niega.
El problema con esta natural comodidad, es que muchos empresarios empiezan a creer que lo único que necesitan para estar tranquilos es seguir esta corriente ideológica y mantener una buena estrategia de comunicación o marketing en redes sociales.
Pero olvidan que el debate público se mezcla con la política partidaria y que participar de ella implica ser parte de una vida hecha de colectivos que nacen, partidos que se inscriben y líderes en la cancha rural o urbana, organizando foros, reuniones y trabajando todos los días para pelear por un sitio también “real” en la casta política o estatal (esa que administra más de 180 mil millones de soles al año y por lo menos 1.3 millones de funcionarios).
¿Crecerá en el futuro la presión de redes sociales sobre la política peruana? Quizás. No mucho más si se desgasta el poder del actual grupo de personajes influyentes, que ya no tienen temor en desnudar su sesgo ideológico. Pero sí, en general, si como ahora, las redes se convierten en fuentes de información útil y relevante, práctica y teórica, en medio de una coyuntura que nos mueve a la acción legítima. Hay que estar en las redes, no hay duda.
¿Se puede dejar de participar en política o apoyar a quienes lo hacen? El precio es muy alto. Por lo tanto la respuesta es no. Si queremos un país estable, pacífico, y un estado amigable con la inversión privada, no solo se necesita correr la ola ideológica en el mundo digital, se necesita un cable a tierra que nos conecte con la política partidaria y los problemas ciudadanos más acuciantes. No hay otra opción.