Bañando al perro...
Salvo contadas excepciones, bañar a tu mascota, sea gato o perro (los gatos son más complicados), no es fácil. La mayoría lo hace para ahorrar el gasto de la veterinaria pero es buena chamba.
Amarrar al animalito o agarrarlo con fuerza para que no se vaya, ponerlo en un lugar cerca del lavatorio o la bañera, limpiarlo bien, secarlo, que nos salpique todo y solo en ese momento, tarea cumplida. Son 20 minutos de pura concentración y eficacia.
La analogía parece ociosa pero me recuerda el rol del estado frente a los problemas que nos aquejan. ¿Cómo debería enfrentar nuestros problemas el político o funcionario del estado? Pues como cuando se baña a una mascota. Agarrándola fuerte sin soltarla, concentrándose, limpiando toda la cochinada, y solo cuando la solución está encaminada o el problema resuelto, dar por terminada la tarea.
¿Cómo los enfrentan hoy en día políticos y funcionarios? Aquí vamos. Los rodean pero nunca los agarran, calculan si les conviene limpiar la cochinada o no, se escapan o se distraen, desparraman el agua por cualquier parte menos en el animal, y como no pudieron cumplir la tarea, culpan a algo o alguien más del fracaso, y le echan colonia o lo esconden para que no huela feo. Pero lo peor de todo, es que les pagamos por esto. Ejemplos.
Problema, crisis económica. Solución: más impuestos a los formales, discursos populistas, mayores cargas laborales, nos persiguen la SUNAT o SUNAFIL con cartas y supervisiones, programas de subsidios con filtros que casi ninguna empresa puede superar, obras que podrían generar empleo paralizadas, barreras para que las empresas empiecen o crezcan…
Problema, brechas en conectividad y acceso a internet. Solución: poner trabas o más requisitos a la instalación de antenas cuando ya de por sí las empresas dedicadas a esto tienen que superar varios administrativos y sociales, debido a desinformación, intereses corruptos, o falta de respeto a la ley.
Problema, destrucción del medio ambiente. Solución: bloquear a las empresas formales que cuentan con estándares medio ambientales elevados, mientras la minería ilegal, la tala ilegal de bosques y el narcotráfico viven cómoda y lujosamente en nuestro territorio.
Problema, los colegios quiebran. Solución: intervenir su modelo educativo, controlar sus pensiones, exigirles parámetros absurdos, ponerles trabas para invertir o funcionar, ser erráticos en sus estrategias y políticas de modo que no les permiten planificar y proyectarse a futuro.
Y me quedo corto. Al “resolver nuestros problemas” muchos políticos y funcionarios parecen estar volando un helicóptero mientras tiran agua a la calle a ver si le dan a algún perro suelto. Hacen ruido, mojan a todos pero a ningún animalito. No todos son así, pero sí la mayoría y los más importantes.
¿Hasta cuándo los contribuyentes pagarán por un estado que no se preocupa por resolver sus problemas? ¿Cuándo será el día en que nuestros servidores públicos nos pongan en el centro de sus preocupaciones con sensatez y dedicación?
Una clave para el futuro: aunque no le afecte directamente, el peruano que vive en la informalidad debería rebelarse contra esta realidad tanto como su prójimo formal. Al permitir que el estado crezca y crezca, que otros paguen la cuenta y resignarse a vivir en la indiferencia o vender su silencio o su voto por algún privilegio, se convierte en cómplice de esta injusticia.
Quizás nos falta entender que formamos una sola comunidad inseparable y que el problema del otro es mío, el problema de uno afecta a todos, seamos o no pagadores de impuestos. Si los del 20 (formal) y los del 80 (informal) nos viéramos frente al estado como una única vecindad, tal vez políticos y funcionarios del estado perderían un poco de poder y empezarían a resolver nuestros problemas sin desperdiciar tantos recursos para nunca cumplir con la tarea y dejar al perro sin bañar.