Nuestro plebiscito, abril de 2021
Si con ocasión del plebiscito chileno, algún candidato te ofrece un cambio en la constitución peruana, y eso te entusiasma, te diré cuatro razones por las cuales su promesa no es tan buena.
Primero, la constitución peruana ya fue modificada los últimos 3 años, lamentablemente, por el presidente y el congreso. Por el primero cuando cerró el parlamento y olvidó trabajar ejerciendo su rol como jefe del ejecutivo por el crecimiento económico, la salud, la educación y la seguridad de los peruanos; y por el segundo, al dedicarse a la venganza y pasar una infinidad de leyes inconstitucionales, que generan gasto, burocracia, y detienen el desarrollo.
¿Esto que te demuestra? Que una constitución si bien es importante no deja de ser un papel que puede ser ultrajado. Pero no pocos la quieren violentar porque es un símbolo, y saben bien que los símbolos deben ser destruidos o deconstruidos.
Segundo, la constitución de 1993 es muy diferente a la chilena y nuestra situación histórica también lo fue y lo es. Si es Fujimori su edecán, pues deberíamos madurar y olvidarlo. Atacarla por venganza o agenda, no es válido. La constitución del 93 es un pañuelo de seda que no nos ha traído ningún problema real, al contrario, es lo más sólido que tenemos frente a la enorme cantidad de pequeñas y abundantes lijas legislativas y regulatorias que nos frotan en la cara desde hace varios años nuestros políticos. Repito, dejarla como está implica el menor costo y el mayor beneficio.
Tercero, si la izquierda anti empresa o el progresismo cultural quieren cambiarla, y nos ponemos a conversar del tema, entonces, que demuestren con evidencia por qué requiere cambios. Seguir argumentando que la constitución es la culpable de algo sin números, datos, o evidencia, es desleal y deshonesto. ¿Cuántos pobres generó esta constitución? ¿O no será que los volvió prósperos más bien? ¿Cuánta deuda, inflación, escasez, terrorismo, produjo esta constitución? ¿O no será más bien que dejó de producirlos? ¿Cuántos emprendedores, informales o formales, han tenido acceso a una infinidad de oportunidades de estudio, trabajo, negocios, propiedad privada, servicios, libertad y calidad de vida, gracias a la apertura comercial y de inversiones que generó esta constitución?
Cuarto, vamos al grano: lo que tenemos que reformar es la formalidad y las reglas de juego actuales, que no incentivan a nadie y le cargan a pocos el costo del estado. Nuestra constitución no le interesa al 80% de la población (poco productivo, pobre, alejado del sistema, carente de servicios, crédito, pensión, oportunidades y calidad de vida) pero cambiarla podría afectar la riqueza legítima generada por el otro 20% (empresas formales, clase media formal, trabajadores, emprendedores) y esto sería a todas luces injusto e incorrecto.
Conclusión: si en algún momento queremos renovar los pilares del modelo de desarrollo peruano, no pensemos en Chile. Somos distintos. Tenemos que encontrar nuestra propia vía de desarrollo, pero para lograrlo, tenemos que mejorar la calidad de nuestra clase política, hoy desinformada, prepotente e imprudente.
Nuestro plebiscito es en abril 2021. Y la oposición que debemos plantear no es rico vs. pobre, o empresario vs. consumidor; tampoco es Lima vs. Perú. No se dejen engañar.
La oposición es: todos unidos vs. la corrupción y el malgasto de nuestro dinero en el estado, que debería cerrar brechas y hacer que los más pobres tengan cañas de pescar y no pescados de plástico, con forma de programas clientelistas.
La oposición es: todos unidos vs. aquél que nos impida ser libres para generar riqueza, para sentirnos seguros, felices, sea aquél un partido político, un líder de opinión populista, un delincuente, un narcotraficante o una turba de gente que quiere culpar de la pobreza a quienes tienen más. Porque la culpa de la pobreza, si es que alguien puede asumirla, es de quien tiene 190 mil millones de soles al año y 1.5 millones de empleados y aún así no la combate.
Por eso, si te prometen cambios constitucionales, pregúntate qué buscan, quién gana, quién pierde, y quiénes serían los responsables de implementarlos. Te dará miedo más que entusiasmo.