Más empresa es menos pobreza
¿Alguien podría negar el título de este artículo? ¿Alguien podría decir que es falso o inexacto? La empresa nace del trabajo, de la creatividad, y genera más trabajo, riqueza, seguridad, y paz. Los países en los que hacer empresa o trabajar en una es fácil, sencillo y simple, son los más felices y desarrollados.
Pero vivimos en un mundo en el que le hemos dado a los estados y a sus leyes, el poder de poner las reglas de juego con respecto a cómo crear, sostener y hasta cerrar o vender empresas. Es decir, hacer empresa ya no es una actividad libre.
Ok. Los seres humanos no somos perfectos y la regulación supuestamente nos ayuda a dominar a ese demonio egoísta. Sin embargo, mi primera afirmación sigue intacta. Los países en los que el estado pone las reglas de juego más simples, claras y predecibles para hacer empresa o trabajar en una, son los más felices y desarrollados.
Mi nota podría terminar aquí, pero cae de madura una pregunta: ¿por qué desde hace varios años el estado peruano no promueve la actividad empresarial? ¿Por qué casi todas las entidades estatales siguen poniéndole trabas? ¿Por qué el Congreso la quiere destruir en vez de impulsarla? ¿Por qué todos los proyectos de inversión “van a empezar” pero nunca terminan? Les dejó tres ideas para el debate.
1. En los últimos 15 años el estado peruano recibió tanto dinero de la empresa formal, que el puesto de un burócrata o político se convirtió en un privilegio. Hoy un funcionario que trabaja en el ministerio X, termina luego en el ministerio Y, o en el Z. No importa su mérito o experiencia técnica. Importa que conozca la burocracia y la pueda manejar sin producir nada. Nunca interiorizó que su sueldo venía de impuestos y estos, principalmente de la empresa privada.
2. Pero además, al ser el estado un botín suculento, lleno de dinero, empezó a ser capturado ya no solo por una burocracia ociosa, sino por políticos, académicos y especialistas, que aprendieron en universidades, multilaterales, y ONGs una mentalidad anti-empresa. En ellos no hay falta de información, hay agenda ideológica.
Esta nueva casta de oficiales anti-empresa no ocupó los cargos mas altos en los ministerios, tampoco se involucraron en el Banco Central de Reserva, el Ministerio de Economía o la Presidencia del Consejo de Ministros. Aquí se mantiene la elite “técnica”. Estos oficiales con ideas equivocadas se fueron al Congreso, a las municipalidades, a los gobiernos regionales, a ministerios con programas sociales o presupuestos ambiciosos, y a los organismos de supervisión. Ahí hacen de las suyas porque saben que en estos espacios pueden parar a la empresa en el campo, por ideología o coimas.
El resultado: 15 años después tenemos un estado auto-referente, sin límites, lleno de dinero y con funcionarios anti-empresa o que no la entienden.
3. Finalmente, nos toca voltear la mirada a la misma empresa. El empresariado pequeño más informal no pagó la cuenta, se zafó del problema y hoy representa al 80% de nuestro mercado. El empresariado más formal pagó la cuenta mientras la regulación no se metiera mucho con sus inversiones, o pagando esas coimas o favores que el sistema le exigía (no se dio cuenta del Leviatán que estaba alimentando).
Pero claro, esto tiene un límite y ya lo tocamos. Lidiar con un estado anti-empresa, populista, perezoso y todopoderoso nos pone en una situación crítica, y el empresariado está dividido, confundido, y ciertamente sigue siendo indiferente, sin importar su tamaño.
¿Cómo defender esa libertad de empresa que hoy es incomprendida y atacada? ¿Cómo moverle el piso a ese millón de funcionarios estatales silenciosos, cómodos y privilegiados? ¿Cómo volver a transmitir a nuestros jóvenes los fundamentos de la libertad, sin que sean engullidos por la criollada mercantilista, el populismo, la ideología anti-empresa o el espíritu informal?
Hay iniciativas. Hay espacios. Toda situación límite genera respuestas creativas. Pero faltan liderazgos más fuertes a nivel individual y colectivo. Y por supuesto, falta algo más de conciencia en la prensa, que hoy parece sobrevivir por dinero, vendiendo su alma y renunciando a su propósito: transmitir la verdad. Y la verdad es que lo que está en juego no solo es la libertad empresarial, es la libertad y felicidad de todos los peruanos.