Fernandez Urresti
Los dos apellidos suenan bien juntos. Tienen un algo de musicalidad, estilo y alcurnia. De hecho, parecen los apellidos completos de algún presidente latinoamericano del pasado. Y sí, por algo calzan perfectamente.
Ambos están en primera plana. Alberto Fernandez en Argentina (y últimamente en Chile), Daniel Urresti en Perú (y vi que se hacía famoso en Bolivia). ¿Pero qué los une esencialmente además de una buena química entre apellidos? El primero es presidente y el segundo quiere serlo, y lo que llama mucho más la atención es la semejanza entre sus principios e ideas.
Fernandez está llevando a la Argentina por un sendero muy, muy oscuro. Urresti en Perú, con sus proyectos de ley, estrategias caudillistas y afirmaciones al paso, se vislumbra como un futuro peronista andino, criollo, astuto, y desvergonzado.
Es cierto que lo de Macri en Argentina no fue lo que muchos esperaban, pero échenle un vistazo a las medidas que el edecán de Cristina implementó en sus primeros 100 días como presidente, para que dimensionen lo por venir: doble indemnización para despidos sin causa por 180 días; aumento salarial para estatales y privados, congelamiento de las tarifas de gas y electricidad por 180 días; baja de la tasa de interés y suspensión del cobro de cuotas; moratoria para condonar multas e intereses de deudas impositivas y de seguridad social para pymes; reducción del 8 por ciento en el precio de los medicamentos; suspensión de los aumentos en trenes y colectivos por 120 días; suspensión de aumentos en peajes; control de precios para bienes esenciales, restablecimiento de ministerios, creación de otro más, y la lista sigue.
Cuando la crisis se aligere, se pronostica que el PBI argentino habrá caído 10%, su deuda internacional impaga superará los 60 mil millones de dólares, habrá acumulado nueve defaults (o cinco según el tecnicismo que se aplique), y habrá gastado 30 mil millones de dólares o más en combatir la pandemia, produciendo billetes como chocolates Willy Wonka, generando la quiebra de miles de empresas formales.
Ahora miren las iniciativas legislativas del congresista peruano: control de tasas de interés en el sistema financiero, control o reajuste de mensualidades en colegios privados, ampliación de causas para que el estado expropie de manera simplificada propiedades o servicios privados, intervención en el sistema privado de pensiones, incorporación automática al régimen de contrato estable al personal contratado bajo el régimen CAS, liberación del 100% de aportes para los pensionistas del estado, prohibición para trabajar en el sector privado a quienes fueron funcionarios públicos, control de intereses “leoninos” en tarjetas de crédito, delito penal para acaparadores o especuladores, condonación de deudas a servicios públicos de agua, luz, entre otros, y me quedo corto.
Díganme ustedes si el parecido no es casi mágico, genético. Pareciera que fueron paridos por la misma madre; por la peronista madre cuyo hijo mayor hoy está destruyendo Argentina, y que en menos de un año podría ensartarnos al menor en Perú. Pero no se equivoquen. Argentina es un país muy rico y puede resbalarse con estilo cada cierto tiempo. Ojalá deje algún día de estropear su destino. No es nuestro caso. Nosotros no podríamos soportar a un Fernández. Y por lo tanto, salvo que Urresti de un giro radical de 180 grados en los siguientes meses, o se deje acompañar por expertos más prudentes y sensatos, tampoco podremos soportarlo.
Por el momento, si la combinación de apellidos te pareció simpática, te advierto que la combinación de propuestas no se ve nada bien.